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El universo y más allá

Columna de opinión por Vivian Lavín A.
Lunes 4 de enero 2016 9:01 hrs.


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El último mes del año 2015 será recordado por el importante acuerdo al que llegaron 200 países sobre el cambio climático. Se reunieron en París, la Ciudad Luz, aún asediada por el odio fanático y acordaron una forma de controlar el inminente colapso del medio ambiente debido a la acción contaminante del ser humano. Así, mientras la preocupación del mundo estaba centrada en lo que sucedía en París, pocos pudieron percatarse que al mismo tiempo el gobierno de Barack Obama promulgaba una ley que venía a cambiar otros acuerdos firmados hace décadas sobre la explotación de recursos naturales… fuera de la Tierra. Como la noticia apareció en medio del anuncio de la última entrega de la saga La guerra de las galaxias, muchos deben haber pensado que se trataba de la agresiva campaña publicitaria que se montó para promover esta popular cinta, cuando se refiere a temas tan fantásticos como la posibilidad real que se abre para empresas de ese país de ir al espacio y adueñarse de los recursos que encuentren para luego comercializarlos.

Se trata de una ley llamada Ley de competitividad comercial de los lanzamientos espaciales de EE.UU. o simplemente, Ley del Espacio que entrega un marco legal patrimonial sobre los hallazgos que realicen empresas estadounidenses en los cuerpos celestes. Así, mientras millones de niños auscultaban el cielo de la noche del 24 de diciembre en la búsqueda de un señor vestido de rojo conduciendo un carro de renos voladores cargado de regalos, el más grande obsequio navideño estaba efectivamente en el firmamento y era entregado a un grupo de empresarios estadounidenses que ya se aprestan a iniciar lo que algunos ya han llamado “la segunda fiebre del oro”.

Esta Ley del espacio viene a cambiar dramáticamente el convenio que rige desde fines de 1967 llamado Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, que tiene un claro espíritu pacifista y solidario. Así, los puntos clave de este tratado son la prohibición de instalar armas nucleares o de destrucción masiva en la órbita de la Tierra, la Luna u otro cuerpo celeste como también explicita la imposibilidad de cualquier gobierno respecto de la reivindicación sobre estos, diciendo textualmente: “el espacio ultraceleste, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrán ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”. Hasta ahí parte de un texto legal comunitario que fue cambiado unilateralmente por Estados Unidos por otro que permite a empresas de ese país explotar el agua y otros recursos minerales o no fuera de la Tierra. A lo que apuntan principalmente es al cinturón de asteroides que se ubica entre los planetas Marte y Júpiter consistente en mil 500 estructuras rocosas de fácil acceso registrados por la NASA y que podrían ser explotadas antes del 2020. Una de estas empresas, ya ha desarrollado máquinas espaciales extremadamente livianas y por lo tanto, de fácil transportación, que les permitirían instalar una suerte de estación de servicio interespacial desde donde las naves puedan surtirse de agua y energía para continuar sus viajes.

Antes que se hayan instalado los más grandes telescopios del planeta en suelo chileno, ya habrían prospecciones mineras y acuíferas en el espacio. Ya hay quienes arrancaron en esta fiebre por apropiárselos con la recompensa de obtener unos 3 mil millones de dólares en los próximos 15 años.  Los cálculos indican que la empresa es lucrativa, lo que en la Tierra es imposible debido a la escasez de recursos naturales, pero que ahora son ilimitados…es la carrera por conquista económica del Universo y más allá. Una tentación irresistible para la avidez humana.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.