Análisis económico 2016: ¿“Año Cataclísmico”?


Venezuela en estado de emergencia económica; Brasil y Rusia en recesión, Arabia Saudí analizando privatizar parte de la mayor empresa de la corona, Armco; EE.UU. mostrando su índice S&P con fuertes caídas y perspectivas de casi 20% de que entre en recesión en 2016.

Para todas estas naciones, el denominador común es la drástica caída de los precios del petróleo, los que la semana pasada alcanzaron a menos de US$ 26 el barril, su menor valor desde 2003. Las malas cotizaciones coinciden con el temor que genera el aumento de las exportaciones de crudo de Irán, luego de que EE.UU. y la UE levantaran las sanciones que le afectaban por el tema nuclear, lo que supone subir aún más el nivel de inventarios, haciendo caer adicionalmente sus valores y poniendo en riesgo de default a decenas de empresas petroleras altamente endeudadas.

En Japón, en tanto, las órdenes de maquinarias sufrieron su mayor baja en 18 meses, en noviembre, debido al desplome de los precios del crudo y a la desaceleración del crecimiento de China, generando aprensiones sobre un mayor enfriamiento de la economía mundial y minando la confianza de las empresas niponas y de todo el mundo desarrollado.

En este marco, Andrew Roberts, analista jefe de economía europea de Royal Bank of Scotland, advirtió a los inversionistas sobre un “año cataclísmico”, en el que los índices bursátiles de EE.UU. y Europa podrían derrumbarse entre 10% y 20%, añadiendo que todo lo que ha estado sucediendo “parece similar a 2008”.

Ante la evidente debilidad de la economía global, Roberts dijo que “no puedo ver nada más que problemas para el crédito, mercados emergentes e incluso las acciones en 2016” y recomendó a sus clientes “vender todo, excepto bonos de alta calidad”.

En paralelo, el portavoz presidencial de EE.UU., Josh Earnest, reconoció que el gobierno observa “de cerca” las bajas registradas en Wall Street, aunque destacó la resistencia mostrada por esa economía, pese a la volatilidad internacional. Añadió que el Departamento del Tesoro vigila los mercados financieros de todo el mundo y evalúa el tipo de impacto que podrían tener en la economía norteamericana”.

La situación para otras materias primas no es muy distinta. El cobre suma un descenso de 8,3%, en los primeros 15 días del año, guarismo que corresponde a casi un tercio de la baja total anotada por el metal en 2015.

Los expertos coinciden en que la principal fuente de preocupación sigue siendo China. Las bolsas de ese país se han hundido 21 por ciento desde su máximo de diciembre, lo que demuestra que los inversionistas han perdido confianza en los esfuerzos de Beijing para manejar los precios y la economía.

El multimillonario George Soros dijo que “China tiene un gran problema de ajuste. Diría que representa una crisis”. Y bien podría suceder que la potencia asiática termine en un “aterrizaje forzoso” en vez del “suave” que la mayoría de los operadores espera, según Laura Eaton, de Fathom Consulting.

En este escenario, los analistas estiman que, en esta oportunidad, el mundo tampoco debe esperar que China venga al rescate, como lo hizo en 2008, pues todas las grandes regiones económicas tienen sus propios problemas y una China debilitada implica que no habrá un gastador de última instancia. En los hechos, el consejero de Estado, Yang Jiechi, reconoció la semana pasada que un nuevo colapso financiero global “no es posible de descartar, razón por la que el problema no debería ser desatendido”.

Para Chile el cuadro implica precios del cobre a la baja o, al menos, sin perspectiva de alzas sustantivas en los próximos 12 o 18 meses, lo que aupará el dólar a niveles como los actuales, es decir, entre $720 y $730 o más, incidiendo en más inflación interna y en un menor consumo de productos importados, no obstante las ventajas que acarrea en términos de costos un petróleo barato para las actividades más o menos intensivas en este bien.

De allí, pues, la urgencia de aprovechar los previsibles altos precios de la divisa norteamericana (que podría buscar un techo de $750, según algunos operadores) para incentivar alzas de nuestras exportaciones agrícolas y pesqueras y amortiguar un poco la caída de los envíos mineros (a fin de cuenta lo único que no se puede dejar de hacer es comer), así como de facilitar producciones industriales nacionales que reemplacen algunos productos importados, generando así más empleo y evitando salidas de dólares para estabilizar la divisa en niveles que no obliguen al Banco Central a intervenir, perdiendo parte de los cada vez más escasos recursos necesarios para las reformas estructurales que lleva a cabo el Gobierno.





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