Lo habitual es que cada vez que la Presidenta Michelle Bachelet encabeza un consejo de gabinete, alguna reunión de ministros o incluso los habituales cónclaves que reúnen a los representantes de la Nueva Mayoría, lo haga acompañada particularmente de su equipo político. Equipo que, por cierto, encabeza el Ministro del Interior.
Sin embargo, el próximo lunes, cuando la Mandataria analice las prioridades del Gobierno para este año, la ausencia del ministro Jorge Burgos no pasará inadvertida. No solo porque habrá retomado su periodo de vacaciones, que interrumpió durante febrero para asumir el control de algunas emergencias, en ausencia de Michelle Bachelet. También por haber sido el principal protagonista de la mediática salida del ahora ex administrador de la Presidencia, Cristián Riquelme.
No son pocos los que aseguran que las relaciones entre Bachelet y Burgos no han sido las mejores que se quisieran. De hecho, si bien la reciente renuncia presentada por el ministro fue rechazada por la Mandataria, luego del complejo capítulo en el que Burgos no fue invitado al viaje de la Presidenta a la Región de La Araucanía, la distancia entre ambos es un tema que sigue dando vueltas. Dentro y fuera de La Moneda.
“Como se siente empoderado, también siente que tiene línea de crédito para hacer algunas cosas o para no hacer otras”, asegura el cientista político Alejandro Olivares, profesor del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile. “Además están las vacaciones, que las interrumpió. Hay un poco de las dos, pero más cargado a la línea de crédito que tiene el ministro”.
Desde la Democracia Cristiana, partido de Burgos, las opiniones son diversas. Por ejemplo, el diputado Pablo Lorenzini apunta a la necesidad de retomar las conversaciones pendientes, planteando su certeza de que el Ministro del Interior se mantendrá en su cargo, independiente de que pudieran concretarse cambios en el gabinete.
Incluso, lo instala como uno de los pocos referentes de poder dentro del Palacio Presidencial. “Hablando con claridad, solo hay dos polos de referencia en La Moneda. Uno es con quien me toca convivir bastante, que es Rodrigo Valdés, ministro de Hacienda, quien manda, es preponderante, maneja las platas, que recorta y no recorta. Y Jorge Burgos, que desde el punto de vista político es el otro referente. El resto de los ministerios, con mucho respeto, van a la zaga de estos dos y entre ambos me imagino que tienen sus conversaciones con la Presidenta”.
Los “gustitos” de un político de la vieja guardia
En ese sentido, Alejandro Olivares advierte que “Burgos es un político muy hábil que ha sobrevivido por mucho tiempo en cargos importantes y en cargos menores. Ha sido embajador, diputado, subsecretario y ministro, por lo que entiende perfectamente la dinámica del funcionamiento de la acción política”. Según el académico, sabe manejar bien los tiempos y comprende lo que hace.
Otro DC, el diputado Fuad Chaín, no duda en destacar las últimas intervenciones del ministro, a propósito de la desactivación del paro de los dueños de camiones, así como la conflictiva y postergada destitución de Cristián Riquelme.
De hecho, advierte que en ningún caso se trata de “gustitos”, como han calificado algunos el desempeño de Burgos en ausencia de la Mandataria. “Si está ahí es porque la Presidenta confía en él”.
“Para mí no es ningún gustito. Fue un trabajo responsable. Lo que tenía que hacer el ministro era eso y lo hizo bien. Hay algunos que tienen una especie de obsesión por criticar a Jorge Burgos cuando hace su trabajo. Me parece correcto que el ministro del Interior tome decisiones, que pueden ser complejas, pero necesarias. Ha mostrado su carácter y personalidad y hoy está más firme que nunca”.
Y agrega: “Si hay un consejo de gabinete en el que él no estará por razones de sus vacaciones, me parece absolutamente normal. Tiene derecho a tomarse vacaciones y las necesita, porque el año será complejo”.
Y es para muchos, Burgos es el típico político de la vieja guardia. “Sabe que debe tener redes transversales y ser leal con determinados grupos, bastantes transversales también. Ha trabajado con mucha gente, pero entiende la importancia de la vida partidaria y de los grupos que existen dentro de su partido”, explica Olivares.
En suma, un político hábil que entiende cómo ubicarse en diferentes contextos. “Puede matizar sus apoyos, aumentarlos e incluso modificar sus apoyos hacia otros, con tal de mantener cierto nivel de estabilidad”, añade el académico de la Universidad de Chile.
¿Candidato a senador, cambio a Cancillería o elección presidencial?
Desde otro de los partidos de la Nueva Mayoría, el senador Alejandro Navarro se enfoca en la conflictiva dupla que integra el propio Burgos junto al subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy. “Dos personalidades contrapuestas. Basta escucharlos hablar. La espontaneidad de Burgos y el mimetismo de Aleuy. Ahí se expresa la unidad base del Gobierno, Democracia Cristiana y Partido Socialista. Cada uno en su rol está jugando una petición de la Presidenta”.
Pero sus críticas también apuntan a las agendas propias o de aquellos que han demostrado una mala gestión, exigiendo un sinceramiento respecto de las posibilidades e intereses para las próximas elecciones presidenciales.
“Los funcionarios y autoridades públicas que tienen agenda propia, creo que tienen que dar un paso al lado. Es inadmisible que exista una agenda propia. Si Burgos decide ser candidato presidencial, lo mejor que puede hacer es presentar la renuncia. Entiendo que Burgos lo que quiere es ser un buen Ministro del Interior y lo está intentando”, plantea el presidente del MAS.
Con esos antecedentes, Olivares aclara que “es muy difícil que un Presidente y un Ministro del Interior se lleven mal. Si es así, el hilo siempre se corta por lo más delgado y el Presidente termina removiendo al ministro”. Esto, recordando, lo ocurrido en el primer gobierno de Michelle Bachelet, cuando destituyó de ese mismo cargo a Andrés Zaldívar. “Uno esperaría que hiciera lo mismo si su relación con Burgos fuese tan mala como se dice”.
En ese sentido, el senador Navarro no duda en aseverar que un buen ministro del Interior lo que hace es cuidarle las espaldas a la Presidenta, tener un país con tranquilidad política y social y tener a una Nueva Mayoría sin exclusiones y con mucha unidad. “Todo eso está a prueba y el ministro tiene partidos políticos muy complejos en el gabinete”.
Por ello, la explicación de Olivares: “Dado el nivel de la carrera política de Burgos, sacarlo en este momento sería un golpe duro, a menos que lo designen como Canciller. ¿Qué otro cargo hay después de Ministro del Interior? Candidato a senador, Canciller y Presidente”.
Precisamente el diputado Fuad Chaín reconoce que Burgos efectivamente es una figura que no podría descartarse como posibilidad para las próximas elecciones presidenciales. “Si bien es muy luego, es una persona que convoca más allá de la Democracia Cristiana, porque transmite confianza y seriedad”.
Triunfos, como la destitución de Cristián Riquelme, y derrotas, como la fallida elección de Enrique Rajevic para encabezar la Contraloría General de la República. Huellas que marcan el camino de Jorge Burgos a la cabeza del Ministerio del Interior.
“Más que él, es muy posible que varios en su entorno estén pensando en una eventual candidatura presidencial. Mirándolo bastante frío, podría ser un paso lógico por tratarse de un político que ha hecho prácticamente de todo”, concluye Alejandro Olivares.