Florian Gallenberger: “La relación de Trump y Schäfer con sus seguidores es similar”

El director de la película Colonia (2016), que luego de varios obstáculos se estrenará en Chile en agosto, visitó el país en la delegación del presidente alemán, Joachim Gauck. Aquí conoció las verdaderas caras y lugares de su película, y reflexionó sobre la contribución del arte a las causas de la verdad y la justicia.

El director de la película Colonia (2016), que luego de varios obstáculos se estrenará en Chile en agosto, visitó el país en la delegación del presidente alemán, Joachim Gauck. Aquí conoció las verdaderas caras y lugares de su película, y reflexionó sobre la contribución del arte a las causas de la verdad y la justicia.

El cineasta alemán Florian Gallenberger (Munich, 1972) conoció la historia de Colonia Dignidad en su infancia y le impactó el horror de ese lejano enclave alemán en el país de Allende y Pinochet. Años después, cuando su obra ya había obtenido reconocimientos como el Oscar al mejor cortometraje por Quiero ser, decidió convertir ese recuerdo recurrente en un película.

Colonia, protagonizada por Daniel Brühl, la famosísima Emma Watson y Michael Nyqvist, se estrenó este 2016 en Alemania y Estados Unidos, pero su llegada a Chile se dificultó por las aprensiones de los distribuidores locales con las consecuencias políticas de la exhibición, como si mostrar, por ejemplo, el vínculo estrecho entre Augusto Pinochet y Paul Schäfer fuera una herejía. No importó, en todo caso, porque aunque no fuese legal miles ya la han visto. Su estreno será el 4 de agosto en el Centro Arte Alameda.

Semanas antes de esa fecha, Gallenberger visitó Chile en la delegación del presidente alemán, Joaquim Gauck. Fueron días en los que Colonia Dignidad y la responsabilidad de los Estados chileno y alemán en lo que allí ocurrió se volvieron una verdad insoslayable. Todavía incómoda, pero insoslayable. Como la película.

Florian, justo antes de esta entrevista, hasta hace pocos instantes, usted estuvo en Villa Grimaldi.

– Sí. Como sucede muchas veces, ir a un lugar como ése es una experiencia emocional muy fuerte. Sobre todo como sucedió hoy, donde puedes ver lo que le hicieron a ciertas personas que estuvieron presentes en la visita y pudieron contar su testimonio. Entonces, es tremendamente chocante y conmovedor.

– Es muy impresionante porque uno también se da cuenta de cómo la Historia se compone de muchas pequeñas historias humanas. Y, en lo que a mí respecta, estar ahí y ver que Villa Grimaldi está conectada con Colonia Dignidad, que había incluso una especie de red, cuyo propósito era denigrar a las personas, abusar de ellas, atropellar los derechos humanos y desatar el terrorismo de Estado, fue muy difícil por el modo en que me he vinculado con el tema.

Durante estas horas en Chile, usted ha conocido a las víctimas y algunas de las historias de quienes estuvieron en Colonia Dignidad ¿Qué ha descubierto que no vio antes o durante la realización de la película?

– Ha sido difícil, la verdad. No es mi caso el de alguien que no haya sabido de las torturas, pero es totalmente distinto cuando uno ve que esta persona, que está delante de uno, ha sido torturada. Sabía de toda esta historia, pero, por ejemplo, estar en Villa Grimaldi exactamente con la mujer que había estado en esa celda que ahora me estaban mostrando, que había sido llevada a tortura y había sido devuelta al mismo lugar donde estábamos, es algo que me desplomó.

Florian Gallenberger en la grabación de Colonia

En Chile, el público ha recibido con expectación la película. Ha tratado de verla, aunque no se esté exhibiendo en las salas de cine. Usted decía que en Alemania su aparición había ayudado a romper situaciones, a cambiarlas. Bueno, en Chile también hay mucho silencio sobre Colonia Dignidad ¿Cuál es el aporte que espera que la película pueda hacer acá?

– Bueno, si uno se remite a la proyección que tuvimos el martes, la película tiene relevancia para mucha gente en Chile. Aquí están las víctimas de la Colonia Dignidad y aquí estuvo el sistema que la hizo posible. He visto en esa exhibición mucha fuerza de los asistentes y pienso que eso no se queda ahí, porque los cambios sociales se dan solamente cuando se junta tanta energía como para superar la inercia.

– Tengo el convencimiento de que una película es energía emocional y, por lo tanto, puede colaborar y contribuir a que se siga sumando más para que pueda, entonces, gatillarse un cambio. Lo he dicho muchas veces, a mí me interesa que la vean los jóvenes, sobre todo los que no tienen una vinculación tan directa con los hechos del pasado. Por lo mismo, es importante que se enteren y que la vean para que, por lo menos, les gatille la curiosidad y que tengan muchas preguntas. Y que esas preguntas sean las que nuevamente impulsen una mirada distinta hacia cosas y lugares que no se habían imaginado.

¿Qué se lleva de vuelta a Alemania luego de las visitas y actividades realizadas durante esta visita?

– Una de las cosas que me llevo es que aquellas cosas que pensaba que humanamente eran obvias, no lo son. Son esos momentos chocantes, como cuando me paro en la habitación de Paul Schäfer, que está vacía, y pregunto qué pasó con las camas y uno de mis amigos en la Colonia, más joven, dice lo que pasa es que en una de esas camas duermen mis padres.

– Entonces, le pregunto si me habla en serio. No puede ser que en la cama donde duermen tus padres, sea la misma cama donde él y muchos otros fueron violados, a lo que responde no creas. Es más, están orgullosos de dormir en la cama de Paul Schäfer. Entonces, pensé que era imposible que los padres pudieran pensar así, pero aunque uno no lo pueda creer, es así.

– Uno pensaría que la posición al respecto es evidente, pero no lo es. En realidad, cosas que parecen tan básicas para algunos, pueden para otras ser un gran triunfo. Tal vez, con esta visita me he transformado en una persona más agradecida, luego de ver lo que le ha pasado a otras personas que he conocido.

Quería salir brevemente de esta película. Usted ha filmado sobre México, India, China y ahora Chile ¿Es una casualidad? ¿Por qué ese interés en buscar realidades que están lejos de Alemania?

– ¡No lo sé! En realidad no hay algún motivo de por qué son siempre historias que ocurren fuera de Alemania, pero la relación que se puede establecer con lo que uno narra es una especie de historia de amor. Cuando te enamoras de alguien, no puedes diseccionarlo analíticamente.

– Así como hay millones de personas maravillosas y te enamoras de una sola, lo mismo ocurre con las historias: hay miles para contar y escoges solo una. Puede ser que la próxima vez sea una historia en Alemania, lo que lo haría mucho más fácil que hacer una en el exterior.

¿Existe ese proyecto?

– Los procesos de cada película son bien largos y siempre se van incorporando nuevas ideas que están ahí, esperando por el beso para que despierten. Hay muchas posibilidades, pero la nueva historia se va a saber cuando esté dispuesto a enamorarme nuevamente. Eso no ha sucedido todavía.

Viendo la película, se descubre que los principales aliados de Paul Schäffer eran la ignorancia y el miedo. Colonia Dignidad era un pequeño lugar, pero puede ser del mismo modo a gran escala ¿Qué reflexión podemos hacer sobre ese modo de ejercer el poder?

– En realidad, la Colonia Dignidad funcionaba como un pequeño Estado del terror y, debido a su tamaño, todos estos mecanismos se pueden distinguir muy bien. Y, en realidad, los mecanismos que operaban al interior de Colonia Dignidad, en su base, son muy similares a los que pueden estar operando, por ejemplo, en Corea del Norte.

– Siempre hay tres columnas que sostienen este tipo de sistemas: la figura del líder, la doctrina y la brutalidad (o el uso de la violencia). En el caso de la Colonia, la doctrina es la religión y es la perversa conjunción con los otros factores lo que la hacía funcionar así. Al ver la película, la gente tendrá la posibilidad de ver estas estructuras.

– Quisiera que los jóvenes, a través de la película, se den cuenta de qué es lo que pasa cuando se sigue ciegamente a un líder y no se cuestiona, no se critica y no se asume la propia responsabilidad. Es importante que se den cuenta de las dinámicas que se gatillan. Eso es lo que me interesa que la gente se lleve para la casa.

Seguir ciegamente a un líder, tener miedo, ser ignorante, no asumir las responsabilidades ¿sólo ocurre en dictadura o puede ocurrir también en democracia? 

– Justamente estamos en una época en la que más y más gente desea la figura de un líder más fuerte y que con respuestas muy simples trate de enfrentar la complejidad del mundo. No quiero comparar a Donald Trump con Paul Schäfer, pero cuando se observa la relación de sus seguidores con él, te das cuenta que hay una dinámica similar, donde no se cuestiona a este líder.

– Hace un par de meses, él dijo que podría pararse en la Quinta Avenida de New York y disparar a la gente en la calle y que sus partidarios igual lo seguirían. No se puede decir que Estados Unidos esté bajo dictadura, pero al ver a Trump uno se da cuenta que se está echando a andar este mecanismo, aunque parezca imposible.

Hemos hablado de Colonia Dignidad, pero la película no empieza ahí, sino que en los últimos meses del Gobierno de Salvador Allende ¿Con qué impresión se queda de ese periodo de la historia de Chile?

– Para mí era muy importante que comenzara ahí para mostrar el contraste con que se vive después dentro de la Colonia. En Europa, el Chile con Allende era mirado con mucha esperanza y optimismo. Si uno mira, ahí están la juventud, la música y la fuerza del cambio. Es un periodo que apeló a todos los sentidos e incorporó a las utopías como una forma de construir el futuro.

– Es brutal si todo eso se contrasta con lo que fue Colonia Dignidad, donde no hay colores ni alegría, con una estructura represiva espantosa. En cambio el Chile de Allende pensaba en un país mejor. Sus últimas palabras son muy fuertes, incluso pensamos en partir la película con un trozo de ese discurso que aún me conmueve e inspira, porque da cuenta de un espíritu totalmente distinto de lo que vino después con Pinochet.

*Nuestros agradecimientos a Isabel Mardones del Goethe Institut por su participación como traductora en esta entrevista.





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