Señor Director:
Los obstáculos para transformar la educación son muchos. Por un lado, la Concertación tomó las banderas del 2011 y las vació de contenido transformador, impulsando reformas e iniciativas que profundizan el desvío de recursos públicos a instituciones privadas. Mientras que por otro, algunos de los defensores del lucro forman parte de sus filas, tal es el caso del ex ministro Hugo Lavados y de la ex ministra Pilar Armanet, Rectora de una de las universidades del grupo Laureate. Mismo holding que durante este año anunciaba su salida a la bolsa debido al lucrativo y próspero negocio construido en torno a la Educación Superior.
Viendo el inmenso desafío que había por delante, como Izquierda Autónoma nos propusimos aunar a distintos actores sociales para darle un giro al proyecto de Reforma. Sostuvimos una serie de reuniones con distintos actores y organizaciones, entre las cuales se encontraba una instancia de diálogo con la Ministra de Educación Adriana Delpiano. En ella expusimos una serie de puntos para afirmar que la reconstrucción de la educación pública es posible, tanto técnica como políticamente, posición que hemos defendido en todos los espacios durante años, de cara a la sociedad y sin pretender representar al movimiento estudiantil ni a nadie más que a nuestra organización.
No es secreto para nadie que la reforma enviada al Congreso no hace retroceder al mercado en la educación. Las razones que explican que el movimiento no haya logrado alcanzar los objetivos planteados son múltiples: la criminalización mediática del movimiento social, la pérdida de legitimidad y burocratización, así como lo que derechamente fue un abandono por parte de varias fuerzas emergentes, mientras el empresariado de la educación avanzaba. Es por esta razón que rechazamos los dichos de Daniel Andrade, actual presidente de la Fech, que en una entrevista del pasado lunes señala a Izquierda Autónoma como la principal responsable de que el movimiento estudiantil no lograra sus objetivos durante 2016, adjudicando dicha responsabilidad a la división que vivimos este año y acusándonos de intentos de suplantación al movimiento estudiantil. Consideramos que declaraciones de este tipo son gravísimas y atentan contra las posibilidades de que la izquierda construya una unidad fraterna, basada en debates de fondo y no caricaturas. Lamentablemente este tipo de acusaciones caen en lo que no queremos de la política, pues adjudica al movimiento estudiantil a una sola organización, centrando sus declaraciones en Izquierda Autónoma en vez de pelear con quienes realmente han frenado la posibilidad de cambios como lo son la Concertación, Alianza y el empresariado.
En un año tan crucial como el 2017, creemos que la disposición de las fuerzas transformadoras y del movimiento social debe ser de construir los mínimos de unidad necesarios para impulsar los primeros avances hacia la reconstrucción de la Educación Pública. Para lo cual, debemos identificar correctamente quiénes son los adversarios, dar la pelea por darle un giro al proyecto de ley ingresado al parlamento y no utilizar el conflicto educacional para la pelea entre fuerzas políticas por las pequeñas diferencias que tengamos.
El proceso de reforma sigue en curso, enfrentemoslo con unidad y la altura de miras que nos exige este momento histórico.
El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.