“Acuso recibo de su petición”. Esa fue la escueta respuesta del Gobierno de Sebastián Piñera a una carta enviada por un grupo de premios alternativos de la paz para convertir al buque-escuela Esmeralda de la Armada de Chile en una universidad flotante.
Uno de los firmantes de la solicitud fue el paraguayo Martín Almada, reconocido por descubrir lo que se conoce como “los archivos del terror” de la Operación Cóndor, la coordinación de las dictaduras latinoamericanas para perseguir, detener, asesinar y desaparecer opositores a estos regímenes durante las décadas de los 70 y los 80 del siglo XX.
En conversación con Diario y Radio Universidad de Chile, Almada reitera la exigencia ya que a su juicio, “Chile necesita profundizar la experiencia dolorosa de la violación de sus derechos humanos para que nunca más se repita”.
Sobre la idea recuera que piden “que ese barco-escuela que fue centro de tortura, se entregue a la Universidad de las Naciones Unidas y esté al servicio de los derechos humanos y de la ecología y que se convierta en la primera universidad flotante. Porque todas las universidades están sobre la tierra. Esta sería la primera universidad flotante que se va a ocupar de los derechos humanos y de la ecología. Y que haga el recorrido, la gira esta que hacen actualmente, se invite a gente o estudiantes sin recursos, que no sea la plata el factor determinante para que los jóvenes no viajen en este barco. Y que en cada puerto donde haya universidad se haga un seminario con la participación de los Premios Nobel. Y que ese barco funcione exclusivamente con energía solar y eólica”.
Desmontar el Plan Cóndor
Para Martín Almada, Chile aún tiene un largo camino que recorrer en materia de derechos humanos. Por ejemplo, subraya que aún envía oficiales para ser entrenados en lo que antes se llamó la Escuela de las Américas, la única nación que mantiene este convenio para recibir instrucción en Fort Benning, un recinto del ejército estadounidense ubicado en Georgia.
Almada sostiene que en Chile y otras naciones latinoamericanas se implementó “el modelo de La Moncloa”, es decir, el pacto que tiene a España en un eterno proceso de transición a la democracia. “El problema es que eso no solamente ocurrió en Chile, ocurre en Brasil también, eso ocurre ahora en Argentina con este Gobierno de (Mauricio) Macri donde estamos a la deriva, tratando de matar las conquistas logradas con mucho sacrificio. Estamos sufriendo un retroceso de 10, 20 años o más”.
Por eso emplaza a dialogar con el objetivo de impedir ese paso atrás en el desarrollo de las naciones del Cono Sur del continente. “Yo pienso que el diálogo tiene que permitirnos unirnos. Porque la Operación Cóndor nació un 25 de noviembre de 1975 en Santiago de Chile, hace 41 años. En ese acuerdo está un organigrama que sagradamente ellos cumplieron: se reunían mensualmente los militares de alta graduación en un país, el otro mes en otro país. Y se intercambiaban información, se ayudaban mutuamente. E inclusive tenían hasta su propio banco, poco se sabe de eso. Tenían su propio banco en Paraguay, tenían fondos. Y luego tenían fondos de esta Asociación Anticomunista. Todo eso no se ha desmantelado. Por eso sigue la impunidad. Y la impunidad genera dos hechos nuevos: más corrupción y más represión”.
Las deudas pendientes deben ser saldadas con el trabajo conjunto, por ejemplo pidiendo al Vaticano hacer públicos los archivos sobre la Operación Cóndor.
Otro tema es el de orientar la labor de los capellanes castrenses para terminar con la política represiva que impulsan las instituciones armadas, incluyendo a las policías, contra los pueblos originarios.
“La labor de ellos es moderar a los perros rabiosos. Mi propuesta era esa, que dejen de torturar y perseguir a los mapuche argentinos y chilenos. Ese es mi pedido al Papa Francisco. Porque a la luz de nuestra experiencia en Paraguay, estos sacerdotes castrenses al final se ponen al servicio de sus patrones. Tienen grado militar, tienen todos los beneficios, tienen salario aparte y están al servicio del modelo y quieren mantener el statu quo. Por eso debemos pedirle al Vaticano que revea esa cláusula, ese convenio con todos los países católicos”, precisa Almada.
La desilusión con Michelle Bachelet
El Premio Alternativo de la Paz paraguayo reconoce haber sido un ferviente partidario de Michelle Bachelet. Pero el entusiasmo le duró sólo hasta cuando ella consiguió los votos en la segunda vuelta que la enfrentó con Sebastián Piñera en 2006 para alcanzar la Presidencia del país.
“Ganó ella y salió la noticia de que logró la mayoría necesaria. Ella hizo su discurso. Dijo que Chile va a exportar más uva, más vino, más pescado, etcétera. Entonces yo me levanté, me fui a dormir. Mi esposa me pregunta por qué estaba así, qué me pasa. ‘No, estoy cansado’. ‘No, -me dice ella-, estás enojado’. ‘Sí estoy enojado, porque lo que esta señora Bachelet lo que tendría que haber dicho es qué va a ofrecer en derechos humanos, en educación, en salud, en vivienda, en la solución de las tierras’”, recuerda Almada.
Además de la deuda con los atropellos cometidos durante la dictadura cívico-militar chilena, el docente apunta a los problemas sobre el lucro que se hace en Chile con derechos básicos.
En esta materia sostiene que este “es el único país del mundo donde el suelo, el subsuelo y el agua es propiedad de la empresa privada. Y yo esperaba de Bachelet que dijera que eso se iba a revertir. El suelo, el subsuelo y el agua, eso es de la comunidad, es del bien común, es de todos, es de Chile, es del pueblo de Chile y no de las empresas privadas”.
Ese fue el momento de su “decepción con Bachelet”, la que se profundizó cuando “después vine acá a visitar Tres y Cuatro Álamos. Visité el lugar donde ella estuvo recluida con la madre y ahí supe que ella no movió un dedo para esclarecer la muerte de su padre y el castigo a un militar constitucionalista. Porque hubo militares constitucionalistas que sufrieron, entre ellos el padre. Y eso me extrañó, que ella haya estado ahí, sufrido y que se haya olvidado muy pronto. Parece que la Presidenta Bachelet sufre problemas de memoria”.
De todas formas, Almada tiene esperanza en que “esta Presidenta revierta esa gran indiferencia con respecto a los derechos humanos”.