París cuenta con uno de los centros de arte moderno más importantes del mundo. El centro Georges Pompidou, al que muchos llaman de manera familiar “Beaubourg” se encuentra en el 4° distrito, en el corazón de la capital francesa. Cualquiera que pase por el barrio lo remarcará de inmediato pues se trata de un edificio de seis pisos que rompe completamente con el estilo arquitectónico de la ciudad: una inmensa estructura rectangular compuesta de vigas metálicas y vidrio, rodeada de tubos y conductos de colores, así como una larga escalera mecánica en forma de oruga transparente que atraviesa su fachada principal.
Fue uno de los primeros edificio de la arquitectura high-tech en París diseñado por Renzo Piano, Gianfranco Franchini y Richard Rogers, por pedido del entonces presidente francés, Georges Pompidou quien quería dotar a París de un centro multidisciplinario dedicado al arte de nuestro tiempo.
Pompidou murió en 1974 así que fue su sucesor Valéry Giscard d’Estaing quien inauguró, en 1977, este Centro Nacional de Arte y Cultura ultra moderno que no fue del agrado de todos. Al contrario, el Centro Pompidou desató críticas incendiarias que lo consideraban una “refinería monstruosa” en el centro de París.
Sin embargo, hoy, 40 años después de inauguración, su peculiar aspecto forma parte del paisaje parisino y es de hecho uno de los monumentos más emblemáticos y populares de Francia, con más de 3.300.000 de visitantes en 2016, a pesar de la situación de emergencia tras los atentados terroristas perpetrados en el país. Este éxito se explica no sólo por su arquitectura, sino por la cantidad y calidad de las obras que allí se resguardan y la diversidad de actividades propuestas al público. En efecto, el “Beaubourg” comprende el museo de arte moderno y contemporáneo más grande de Europa. Pero también el centro de investigación musical y acústica, IRCAM, creado por el fallecido compositor Pierre Boulez, y la Biblioteca Pública de Información (BPI).
En este conjunto, el museo constituye por supuesto la institución más prestigiosa y conocida. Sus 120.000 obras en exposición o en sus reservas atraen a parisinos y franceses, pero también a cientos de miles de turistas que vienen a visitar sus salas, en las que se encuentran representadas todas las tendencias artísticas del siglo XX y XXI.
Una de las colecciones más vastas del mundo
El Pompidou es sin duda, uno de los museos de arte contemporáneo más completos del mundo, tan solo comparable al MOMA de Nueva York.
“Las colecciones del museo comienzan con el fauvismo, a principios del siglo XX hasta la creación contemporánea, es decir, que los fondos siguen agrandándose gracias al presupuesto del Estado, y numerosas donaciones y mecenazgos”, explica Brigitte Léal, directora adjunta del Museo de arte moderno del Centro Pompidou de París.
La incomparable colección del Pompidou abarca todos los períodos de la aventura modernista y sus máximos representantes: Matisse, Braque, Dalí, Delaunay, Léger, Munch, Kandinsky, Giacometti, Breton o Rotko. En sus cien mil metros cuadrados se conservan obras como obras “Ten Lizes” de Andy Warhol, la famosa “Fontaine” de Marcel Duchamp y el “Arlequín” de Pablo Picasso, por nombrar algunas de las piezas más prestigiosas.
El gran logro, sin embargo, ha sido mantenerse a la vanguardia con la adquisición de piezas recientes. En 2012, el Pompidou sorprendía al público con “Coup de tête”, una estatua monumental de cinco metros de alto, del Adel Abdessemed, inspirado en el cabezazo de Zidane contra Materazzi en la final del Mundial de Fútbol Alemania 2006. Pero ese es apenas un ejemplo entre muchos del dinamismo y la apertura del Centro Pompidou ofrecidos al público.
En los últimos años, el Centro Pompidou ha logrado afianzar su popularidad gracias no sólo a sus colecciones permanentes, sino también a ambiciosas exposiciones temporales dedicadas a grandes artistas internacionales, que han contado con préstamos excepcionales de otros museos y coleccionistas privados. La más concurrida fue la retrospectiva dedicada a Salvador Dalí entre 2012 y 2013 que atrajo a casi 800 mil personas. En la lista de récords también se cuentan las muestras sobre Matisse, Kandinsky, Koons, Munch o más recientemente la exposición sobre René Magritte que fue todo un éxito.
Para los artistas formar parte de las colecciones del museo es un honor y una consagración. Es el caso de numerosos de los grandes artistas latinoamericanos como los mexicanos Frida Kahlo, Diego Rivera o los cinéticos como el ya fallecido Jesús Soto, cuya familia hizo una donación excepcional al museo en 2013, o el argentino Julio Le Parc. El venezolano, Carlos Cruz Diez, de 94 años, otro de los artistas clave del movimiento cinético, está presente en el museo con varias obras.
“Tengo una relación muy especial, sentimental y profesional, con el Centro Pompidou. Primeramente, porque lo vi nacer y transformar por completo el lugar. Pero también porque es un museo magnífico. Estar en sus colecciones es un privilegio. Para un artista, es una ocasión única de entrar en contacto con el público y transmitir el fruto de nuestras reflexiones. Un museo es la memoria de la creación humana y el Pompidou es testigo de lo que ha sucedido y sucede en nuestro tiempo”; declaró Cruz Diez desde su taller de Panamá.
El centro también debe su fama a su gigantesca biblioteca pública de información, a la que acuden cuatro mil personas por día. La BPI es la biblioteca pública más grande de París, en la que se pueden consultar fondos muy diversos y de forma gratuita.
El Centro Pompidou celebrará sus 40 años con exposiciones en 40 ciudades francesas para una fiesta de la creación artística que durará todo el año. En París, el centro abrirá para un “Fin de semana de cumpleaños”, el 4 y 5 de febrero.