El Presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, advirtió hoy al Reino Unido que no habrá conversaciones sobre el futuro comercial entre ambas partes hasta que las islas no paguen las deudas que acumulan con la Unión Europea y aseguren la protección de millones de ciudadanos europeos que viven en Gran Bretaña.
Tusk, que preside uno de los órganos políticos más altos de la unión, y en una conferencia de prensa realizada en Malta incluso dijo que las negociaciones en torno al llamado Brexit podrían volverse “confrontacionales”.
“Nuestro deber es minimizar la incertidumbre y la disrupción que el Brexit causa para millones de ciudadanos, empresas y Estados miembros”, escribió después en su cuenta de Twitter. “Se trata de control de daños”.
La dureza que han mostrado algunos líderes de la Unión Europea hacia el Reino Unido no es nueva. Desde que se votara el Brexit en junio del año pasado, las autoridades en Bruselas han insistido que no habrán negociaciones en torno al comercio hasta no tener claro los términos del divorcio.
El jueves la canciller Angela Merkel le contestó en la misma línea a la Primera Ministra británica Theresa May, quien le había enviado una carta pidiendo que las conversaciones en torno al retiro de la Unión Europea se condujeran en tándem con las negociaciones en torno al futuro de sus relaciones económicas.
“Las negociaciones primero tienen que clarificar como desenredamos una relación tan interconectada”, afirmó Merkel, que representa al país económicamente más poderoso de Europa. “Sólo cuando hayamos resuelto eso, podemos, ojalá pronto, comenzar a hablar de nuestra relación futura”.
El Reino Unido fue durante 44 años miembro de la Unión Europea y sus organizaciones antecesoras, aunque a diferencia de los 27 miembros actuales, nunca adoptó el euro como moneda oficial. El Brexit no sólo ha impacto con fuerza en el equilibrio político y económico de Europa continental, sino que también ha tenido repercusiones en las islas.
Según consigna el semanario alemán Der Spiegel, el gobierno de Escocia le envió una carta a Londres para pedir un nuevo plebiscito sobre su independencia del Reino Unido.