Alberto Mayol: "No podemos renegar que somos una coalición de izquierda"

El precandidato presidencial del Frente Amplio en representación de Nueva Democracia aseguró que no se puede desconocer la ideología que sustenta a la coalición: “tenemos una tradición de izquierda”, dice en respuesta a las voces que prefieren levantarlo como un frente de partidos y movimientos ciudadanos.

El precandidato presidencial del Frente Amplio en representación de Nueva Democracia aseguró que no se puede desconocer la ideología que sustenta a la coalición: “tenemos una tradición de izquierda”, dice en respuesta a las voces que prefieren levantarlo como un frente de partidos y movimientos ciudadanos.

En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, el sociólogo y pre-candidato presidencial del Frente Amplio en representación de Nueva Democracia, Alberto Mayol, se refirió a los desafíos de la coalición en formación, así como a las ideologías que la subyacen.

El académico se define como un candidato de izquierda. “Nuestra disputa son los valores. Tenemos que ser capaces de cambiar a gente que tiene ciertos valores por otros. Eso se hace mostrando la etiqueta, diciendo que somos de izquierda”.

¿Por qué seguir, cuando se ha conocido públicamente que, en general, las organizaciones del Frente Amplio apoyan a Beatriz Sánchez o mantienen una posición de neutralidad respecto a las pre-candidaturas de la coalición?

La gracia del Frente Amplio es que es una coalición que viene a dar una lección de madurez. Para eso tiene que tener candidaturas fuertes, competitivas, que den una demostración que son las otras fuerzas políticas las desgastadas y que nosotros somos una nueva fuerza emergente.

La semana que levanto mi candidatura marco en las encuestas, cosa que los otros candidatos, de otras coaliciones, no habían hecho. Cuando aparece Beatriz marca también en las encuestas, incluso más que yo. Esos son signos que demuestran que el Frente Amplio tiene una oportunidad, la que no se puede desaprovechar creyendo que habiendo una candidatura se tiene que cerrar ahí. Tenemos que demostrar cuáles son las competencias que tenemos cada uno para llegar a la instancia final que es en la primera vuelta y, después, en la segunda.

¿Por qué los electores del Frente Amplio tendrían que votar por Alberto Mayol y no por Beatriz Sánchez? ¿Cuáles son las diferencias entre una candidatura y otra?

Lo primero es que existan propiamente tal los electores del Frente Amplio, más allá de quienes hemos trabajado en la órbita. Tenemos que ser bien claros, nuestra fortaleza va a estar en la modestia que tengamos de entender que el Frente Amplio es una creación nueva, por lo tanto, para muchas personas desconocida. Las personas que estamos en el Frente, y los líderes que llevan mucho tiempo y que vienen derivados hacia acá desde los movimientos sociales, son mucho más conocidos que la coalición, entonces lo primero es que haya coalición y después votantes.

¿Hoy públicamente el Frente Amplio es más una suma de nombres que coalición en sí?

Evidentemente, eso es parte de lo que tenemos que construir. Insisto en la necesidad de ir a todas partes: a regiones, a sectores populares y comentar quiénes somos. Hoy es una coalición donde la gente que está informada sabe que existe, pero no tengo dudas en reconocer que nos falta mucho camino por andar y que tenemos poco tiempo para hacerlo.

En segundo lugar, poniendo como suposición el que la gente sepa que hay una coalición nueva por la que se interesa, entenderemos que estamos en el camino, porque se valida el proyecto y no un nombre.

En ese marco, cada candidatura debe ser representativa del proyecto. Yo me siento muy representativo del Frente Amplio, he transitado su camino. No soy militante partidario, pero he estado siempre en la órbita de los movimientos sociales, vinculado a su formación. No solo hablo de lo estudiantil, también tuve participación en el movimiento de Aysén, aporté a coordinadoras vinculadas a Freirina, ahora he estado bastante vinculado al No+AFP. Hay un camino del que me siento deudor y creo que tener una deuda con el Frente Amplio es una condición relevante para estar en él y ser parte de su proyecto.

¿Cómo se va a definir el candidato presidencial del Frente Amplio? Se habla de primarias, pero sin apellido. Hay quienes plantean que no se llegarían a juntar los requisitos para que sean de carácter legal. En reemplazo se plantea que sea una consulta ciudadana, con mesas donde sea posible y también por internet, la que usted ha denominado “Consulta Starbucks” ¿a qué se refiere con eso?

Lo de “Starbucks” dice relación con el hecho de que esta conocida cafetería a nivel mundial tiene clientes muy específicos: jóvenes, profesionales, que buscan en un ambiente grato, con música de fondo y con un precio no del todo económico, poder estar en un lugar cómodo. En ese sentido, creo que si nosotros insistimos en el camino de consultar únicamente por Internet, estamos priorizando a una población que se parece mucho más al cliente de Starbucks que al chileno.  Entonces, tenemos que ser capaces de decir que la política está hecha a partir de la ciudadanía, la que -a su vez- está construida de manera tal que tiene que tener la misma posibilidad de ir a votar alguien de bajos ingresos, como alguien de altos ingresos.

Por ejemplo, en las elecciones municipales pasadas, las comunas donde más se votó, fue en comunas rurales. Nosotros, con una consulta con mesas en las principales ciudades del país solamente, y con Internet, no le vamos a dar posibilidad a la gente donde más votó, van a tener una probabilidad muy baja de participar, y de conocer al Frente Amplio. Eso es una injusticia, un problema ético.

Ahora, sobre lo que dijo Octavio González, el presidente del Partido Humanista acá: por qué decir antes de que se cumpla el plazo que no se logró la meta. Todavía hay tiempo, más cuando basta que haya un solo partido que cumpla con los requisitos para que se pueda hacer la primaria legal del sector. RD también tiene un buen desempeño de firmas en este último tiempo, entonces, podríamos acercarnos a la posibilidad de que haya dos partidos que den todo el resto de la instrumentalidad a los otros integrantes del Frente.

¿Está sugiriendo que no existe la voluntad política de hacer primarias legales?

Me pregunto y les pregunto si está la voluntad política. El otro día, en la cena de Fernando Atria, Giorgio Jackson me dijo que no solo está la voluntad política, sino que ése es el “plan A”. Entonces pregunté por qué comunicacionalmente se había comunicado el “plan B”, me explicó que había habido una confusión, pero que la primera opción son las primarias legales.

Lo que no entiendo es por qué se comunica antes de que los hechos estén consumados, en circunstancias de que todavía hay tiempo. También por qué se fija una consulta y se nos resta un mes a quienes estamos de campaña en el Frente Amplio y se define una fecha para el 28 de mayo. Me parece que estamos perdiendo la posibilidad de dar a conocer el proyecto en todo Chile, desplegados todos los posibles candidatos del Frente.

Hubo una declaración que causó mucho revuelo. Fue la que dieron para Radio y Diario Universidad de Chile, el actual presidente de RD, Sebastián Depolo y Karina Oliva, de Poder Ciudadano, quienes dijeron que el Frente Amplio, más que coalición de izquierda, es una coalición ciudadana. ¿Qué es para usted el Frente Amplio?

Yo reivindico una dimensión ideológica para el Frente Amplio, dimensión que está en su raíz y en la raíz de los liderazgos que vienen históricamente de los grupos que la componen, por ejemplo, de Cristián Cuevas, Giorgio Jackson. No podemos desentendernos de la evidencia: yo soy candidato de una coalición de izquierda, donde hay algunos partidos que son más “temáticos” y el Partido Liberal que tiene una serie de diferencias importantes respecto del camino último, es decir dónde queremos llegar como sociedad, pero que en el camino intermedio está completamente de acuerdo con nosotros. Pero ellos tienen que entender que son partidos satélites dentro de una coalición que es de izquierda. Aquí no podemos tratar de mirar esto con una lógica de captura ingenua del centro: nosotros somos una coalición que viene de una tradición de izquierda, que reivindica esa tradición, que la transforma en la medida que hay una transformación en las izquierdas del mundo, pero que encuentra similitudes con otras tradiciones que en el mundo están vinculadas a la izquierda. Desconocer eso me parece incompresible.

La justificación que ellos hacen es lógica. Dicen que al definirse de izquierda quedan atados a un nicho, cuando es necesario crecer…

No, porque eso significa que estamos tratando de administrar etiquetas y no valores. Nuestra disputa son los valores. Tenemos que ser capaces de cambiar a gente que tiene ciertos valores por otros. Eso se hace mostrando la etiqueta, diciendo que somos de izquierda.

Una persona de derecha puede votar por una coalición de izquierda porque su malestar social es muy grande, porque se dio cuenta que la lucha se da dentro de estas coaliciones. No nos tenemos que ahorrar, la política se construye como un iceberg: hay una parte que se ve, los candidatos, la vía electoral; y hay una dimensión profunda que son las ideologías, las doctrinas, los valores de mundo, los principios que nos fundan. Si pretendemos ahorrarnos lo de abajo, esto no va a perdurar. Tenemos que ser más maduros. Yo creo que hubo en las declaraciones un error táctico, pero no podemos perdernos ahí. Tenemos que obtener votos que antes votaron por Piñera, recibir a quienes ayer votaron por Lagos. Hay que ampliar la mirada con ciertas perspectivas, pero ser claros con nuestras definiciones en otros sentidos.

Se ha definido como candidato de izquierda, pero hay gente de ese sector a la que le molestó que en una entrevista dijera que Cuba era una dictadura y que el proceso venezolano no había cuajado bien, ¿Cómo se hace cargo de esas molestias?

Lo de Venezuela es muy simple, lo he explicado muchas veces: es un proceso geopolítico, que requería del concurso del resto del continente, era un requerimiento, porque su única viabilidad era hacer contra-hegemonía regional contra Estados Unidos. Dado que hubo muchos países, ente ellos Chile, que traicionaron toda oportunidad de aquello, y dado que Brasil -un país muy importante en el proceso- comenzó a trabajar en un plan distinto, más con los Brics que con la región, el proceso venezolano se vio sin espalda política y, después, sin espalda económica. Por lo tanto, no termina de cuajar ese proyecto y se traduce en conflictividad interna, pero con un origen previo en una alternativa que era muy atractiva para el continente, que no cuajó, pero que -eventualmente- si otros países lo consideran interesante, podría revitalizarse. Si China o Rusia entran al proceso venezolano puede revitalizarse significativamente.

¿En un eventual gobierno del Frente Amplio, Chile debería contribuir a ese propósito?

Chile debería contribuir a todo el proceso de unidad de Latinoamérica. No puedo creer que a Michelle Bachelet la haya llamado Donald Trump dos semanas antes de una gran inestabilidad en Venezuela, para decirle que él estaba muy preocupado por ese país. Resulta que Michelle Bachelet no es capaz de contestarle que nosotros, como Chile, estamos muy preocupados por el trato que está recibiendo México y del trato que, a través de México, está recibiendo toda Latinoamérica, por parte de Estados Unidos.

En segundo lugar está el tema de Cuba. He dicho en muchas partes que la Revolución Cubana, efectivamente, termina en una dictadura que es de sectores populares, y que ese proceso político es un proceso indispensable en la lógica de la resistencia. Es el único caso en la historia en la que un país de ínfimas proporciones es capaz de tener una agenda global, de oponer resistencia real y efectiva a un imperio que está a solo kilómetros de sus costas, y que es capaz de sobrevivir a eso, logrando negociar de igual a igual con Estados Unidos: Cuba es un país con un desarrollo político tremendo, un punto de referencia para las luchas anticoloniales, para las luchas contra-hegemónicas. Yo soy un gran admirador de Fidel Castro, pero no voy a esconder que el único camino que tuvo que ocupar, redunda políticamente, no socialmente, en una lógica de partido único, sin poliarquía, lo que en sociología es considerado democrático.

Socialmente no tengo ninguna duda de que está entre los países más democráticos del continente, con un desarrollo social increíble y que hace palidecer de envidia, porque con su pobreza y escaso desarrollo económico, tiene la esperanza de vida de Chile, de Estados Unidos. Tengamos claridad y leamos completo el asunto.

Entonces una cosa no quita lo demás, suma como parte de un análisis global que hay que hacer respecto de Cuba, que es mucho más relevante y más amplio e histórico. Por ejemplo, las comparaciones entre Fidel y Pinochet son deleznables, porque en vez de quitar el 7 por ciento de los jubilados, es un país que construye proyectos de protección social de altísimo nivel con el poco dinero que se tiene.





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