“La soberanía del país no se negocia”, recalcan una y otra vez las autoridades nacionales ad portas del fallo de La Haya en torno a la demanda de Bolivia para que Chile se vea obligado a negociar una salida al mar. Y los medios divulgan rápidamente.
“La soberanía de Chile no se negocia”, se repite, pero el concepto es amplio y podría usarse con la misma vehemencia respecto a la firma de tratados de libre comercio, donde se cede soberanía política, o respecto al Acuerdo de Escazú, donde la soberanía ciudadana parece ser menos importante que la inversión. Pero no ocurre.
Mediáticamente, el nacionalismo se realza a la hora de enfrentarse a Bolivia. Así al menos lo demuestra la prensa nacional, los matinales, las declaraciones políticas e, incluso, militares, como las hechas por el ex comandante en jefe de la Armada, Edmundo González, al amenazar con la fuerza al país vecino.
Desde el periodismo no hay mayores cuestionamientos a la postura oficial del Estado de Chile en cuanto a la demanda boliviana, basta con ver los noticieros para encontrar solo una voz, aquella que defiende “nuestra soberanía”, y aún más, aquella que desdeña a las autoridades del país vecino.
Para Margarita Pastene, presidenta del Colegio de Periodistas, el trabajo de los comunicadores debe ser todo lo contrario a lo que hoy se hace, pues, debe propiciar el diálogo y el entendimiento con el pueblo boliviano y no exacerbar los ánimos.
“Yo Creo que aquí se debe hacer una reflexión profunda desde el periodismo, sobre cuál es el rol que nosotros tenemos ante conflictos de este tipo, porque jugamos un rol decisivo en entregar a la audiencia elementos claves para comprender estas situaciones, por lo tanto, nosotros tenemos que ayudar a interpretar, valorar e, incluso, a persuadir a las audiencias a que no se exacerben con estos sentimientos de nacionalismos ni de patriotismos mal entendidos”.
La dirigenta criticó la falta de pluralidad a la hora de cubrir los hechos en torno al conflicto con Bolivia, pues las fuentes sobran a la hora de apoyar la postura oficial, sin embargo, fuentes para contrastar aquella –principio fundamental del periodismo universal- brillan por su ausencia.
“No se trata de negar los conflictos ni que los medios eliminen los conflictos de sus espacios, se trata de que los encaucen hacia vías de diálogo y participación para eliminar las tensiones, por lo tanto, aquí el trabajo periodístico tiene que ser también buscando la verdad, buscando las fuentes, colocando las distintas perspectivas en diálogo, buscando, desde un punto de vista ético de nuestra profesión, la permanente búsqueda de la verdad, aunque nos cueste llegar a ella y, por lo tanto, tenemos que recurrir a distintas fuentes informativas”.
Para el académico Eduardo Santa Cruz, quien imparte la asignatura de Prensa e Historia en Chile en la Universidad de Chile, el discurso de los medios, y más aún, de la industria cultural, está permeado por la manera en que se ha enseñado la historia en nuestro país, y como es precisamente la industria cultural quien reproduce el discurso, los chilenos vivimos en aquel imaginario de que somos los justos ganadores de una guerra que terminó por fracturar la región.
“Hay una conjunción de liberales, de conservadores, de todos, de construir la idea de que la Guerra del Pacífico fue una guerra justa, de que Chile era el país agredido y que, por lo tanto, eso tiene que tener un premio, una recompensa, y la recompensa fueron las provincias conquistadas que se agregaron al territorio nacional, entonces, ese discurso se ha mantenido en el tiempo a través de muchos mecanismos, por ejemplo, la industria cultural ha jugado un rol muy importante, la radio, el cine, la televisión, etcétera.”
El experto en comunicación social cuestionó el concepto de soberanía que tratan de inculcar las autoridades y los medios de comunicación, pues a su juicio, Chile ha estado perdiendo soberanía hace mucho tiempo, sobre todo en el ámbito económico, donde el Estado tiene cada vez menos control sobre los recursos naturales en territorio nacional.
“El tema de la transnacionalización de la economía, la penetración y el control de importantes sectores de la economía por parte de empresas foráneas, la discusión que hay sobre el litio por ejemplo, la desnacionalización del cobre, entonces es muy curioso, ¿de qué hablamos cuando hablamos de soberanía? Porque soberanía significa independencia, autonomía, capacidad de decidir sobre sí mismo, entonces todo esto resulta muy paradójico”.
Eduardo Santa Cruz, además, cuestionó la postura del Estado chileno en el sentido de no ceder ni un milímetro de soberanía territorial, pues basta con ver a Europa para darse cuenta de que los territorios de un determinado Estado están en constante modificación.
En este sentido, el académico aseguró que la política oficial de Chile está destinada al fracaso, pues la tendencia regional será cada vez mayor hacia la integración latinoamericana, y Chile, y su prensa, no pueden quedar aislado de tal.