Fueron apenas unas horas de diferencia. En una noche de agosto, los integrantes del Cuarteto Surkos tuvieron la última sesión de grabación de su nuevo disco, en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Al día siguiente, el mismo lugar recibió a miles de personas que llegaron para manifestarse contra los dichos del fugaz ex ministro de Cultura, Mauricio Rojas, sobre esa institución.
Fue una coincidencia significativa: lo que el ensamble terminó de registrar pocas horas antes fue un álbum dedicado a un compositor que figura entre las miles de víctimas que recuerda el museo: Jorge Peña Hen, director de orquesta y precursor del movimiento de orquestas juveniles e infantiles, asesinado el 16 de octubre de 1973 por la Caravana de la Muerte, en el regimiento Arica de La Serena.
David Núñez, Marcelo Pérez, Mariel Godoy y Francisca Reyes, los integrantes del Cuarteto Surkos, comenzaron a ensayar el repertorio en febrero, pero jamás podrían haber previsto cómo sería esa última sesión. La contingencia les aportó un clima singular. “Fue bien fuerte”, recuerda la chelista. “Estar en el museo y hacer un recordatorio de todos los crímenes que se cometieron en la dictadura, entre ellos el de nuestro compositor, le dio todo un ambiente a estar grabando esa música, en ese lugar”.
Obras para cuarteto de cuerdas es el título del disco, que tiene dos volúmenes: el primero incluye dos fugas y el incompleto Cuarteto para cuerdas No. 3, mientras que el segundo volumen reúne las dos primeras piezas para esa formación instrumental. “Lamentablemente, a veces el horrible acto de su muerte termina por tapar un poco el legado de este gran músico”, afirma el violinista David Núñez, quien fundó el Cuarteto Surkos hace casi diez años.
Según Núñez, las piezas que grabaron dan cuenta de múltiples intereses: “Jorge Peña Hen había integrado influencias europeas como Schubert y Schumann, pero también está muy presente la música popular, especialmente del norte, y lo que se estaba haciendo en ese momento: Stravinsky, sobre todo, pero también compositores estadounidenses, como Bernstein y Copland; y otros latinoamericanos, como Villa-Lobos y Silvestre Revueltas. Son influencias visibles, pero él logra tener una voz propia y es una música con un sentido profundo. Él era un humanista y americanista y eso queda muy claro”.
“Siempre está incluyendo música con raíces folclóricas chilenas. En el segundo cuarteto, por ejemplo, hay un movimiento que se llama ‘Tonada’ y claramente hace alusión al folclor chileno. Ese es su sello”, agrega Francisca Reyes.
Más allá de coincidencias e influencias, la publicación del disco recupera un repertorio que estaba prácticamente desaparecido. Algunas piezas nunca se grabaron formalmente y otras no se tocaban hace décadas, porque Peña Hen las hizo para sus estudiantes.
En el rescate fue crucial la labor de la Asociación Cultural Mismar, que esta misma semana desarrolló un festival de cuatro jornadas en La Serena, con conciertos, talleres y conversaciones. Justamente ahí, el Cuarteto Surkos presentó un adelanto de su disco. “Nosotros creemos que se debe hacer justicia y considerar que Jorge Peña Hen también fue uno de los grandes compositores de la historia de Chile”, asegura Gonzalo Godoy, director administrativo de la entidad, que también conforma el oboísta José Luis Urquieta.
El año pasado la asociación presentó un proyecto de investigación que buscaba visibilizar a Jorge Peña Hen no solo como director y pionero de las orquestas infantiles y juveniles, sino también como creador. Contempló la catalogación de 41 obras, además de la transcripción y edición de algunas de sus partituras.
Así fue como su camino se cruzó con el del Cuarteto Surkos: “Nosotros empezamos a lanzar este material y ellos ya tenían la idea de grabarlo, incluso ya habían tocado el Cuarteto para cuerdas número 1, que es una de las obras más conocidas, pero poco tocada”, dice Gonzalo Godoy. “Obviamente, que un cuarteto tan aclamado tome nuestro trabajo y haga un disco, junto con su propia investigación, nos llena de orgullo y motivación”.
Pero había otras piezas que permanecían a la espera de un rescate. El Cuarteto para cuerdas número 3, por ejemplo, figuraba entre los archivos que la Biblioteca Nacional recibió en 2017, como una donación hecha por la pianista Nella Camarda, viuda de Peña Hen. “Es una obra que está inconclusa, en un cuaderno de composición del maestro”, cuenta Francisca Reyes. “Marcelo Pérez, nuestro segundo violín, fue a la biblioteca e hizo una nueva edición, porque estaba en un borrador, escrito a mano”.
De esta forma, esa música que permanecía en los depósitos de la Biblioteca Nacional hoy puede escucharse no solo en vivo, sino que también en un disco. Es uno de los objetivos fundamentales del Cuarteto Surkos, dice David Núñez: “Muchas veces, incluso los músicos profesionales, tenemos más contacto con la música grabada que con la partitura, que lamentablemente cada vez más se convierte en una letra muerta. El legado de un música pasa mucho por sus grabaciones, por eso es importante dejar un material que sirva para los músicos y para todo el público”.
En vivo y en disco
La presentación de Obras para cuarteto de cuerdas se realizará a fines de noviembre, en un concierto que será anunciado en las próximas semanas. El disco se puede conseguir contactando directamente al Cuarteto Surkos en el correo cuartetosurkos@gmail.com.