Son trabajadores de control administrativo, bodegueros y horquilleros. El día 2 de enero del 2019 asistieron con normalidad a su centro de labores en Lampa, tenían vacaciones y jornadas extraordinarias programadas y firmadas hasta marzo de este año. Sin embargo, poco antes del mediodía, la noticia les cayó de golpe: la multinacional de origen británico-holandesa, Unilever, los había despedido.
Se trata de 160 miembros del sindicato del sector industrial más antiguo de Chile -poco más de la mitad considerando que son 300 en total- según indicó su presidente, Claudio Urrutia, a Radio y Diario Universidad de Chile. En el 2005, recuerda el dirigente, se presentó una situación similar que afectó a casi 300 trabajadores por el cierre de tres plantas de la multinacional. Esa vez, fueron 200 los despedidos después de una negociación de casi diez meses, en la que incluso intervino el gobierno a través del exministro del trabajo, Ricardo Solari.
A la fecha, los trabajadores recientemente afectados se aferran a un acuerdo firmado por Unilever ante la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), en donde la empresa se comprometió a no realizar una reestructuración sin un aviso previo de mínimo seis meses.
“Hicimos una asamblea y paralizamos la faena de forma ilegal porque los trabajadores lo solicitaron. Queremos visibilizar este problema y solicitarle a los parlamentarios, al gobierno, a los consumidores y a la sociedad civil, que se hagan parte de este problema”, afirmó Urrutia sobre las primeras acciones del sindicato que lucha contra una empresa con aproximadamente 400 marcas en todo el mundo.
Según Economía y Negocios, la magnitud de Unilever en Chile es tal, que al menos el 50 por ciento de los carros de los supermercados tiene un producto de la marca. Pese a este desarrollo, el dirigente sindical aseguró no haber mantenido aún ninguna negociación con la empresa, pero que ya se está insinuando un modelo de externalización para los mismos trabajadores. Algo muy similar al régimen de los portuarios protagonistas del último paro en Valparaíso.
En diciembre del 2018, el CEO de Unilever en Chile, Hans Ebens, aseguró a Economía y Negocios que Chile se estaba convirtiendo “en un país tremendamente caro para producir” y que los trabajadores debían estar preparados para cambios. Hoy, las razones que presentó la empresa para sustentar el despido -según indicó Urrutia- no tienen que ver con pérdidas monetarias, sino con no haber cumplido sus “metas propuestas”.
Además, para concretar el proceso de externalización, luego de 60 años de haber mantenido el control de la distribución de sus propios productos, la multinacional desea encargar este proceso a “expertos” y por eso ofreció a los trabajadores -a espaldas del sindicato- una capacitación en Inacap y un bono de seis meses de sueldo.
“Utilizaron una estrategia maquiavélica: primer día del año, 40 por ciento de los trabajadores de vacaciones, el parlamento funciona hasta fin de mes, el poder judicial igual; por tanto Unilever va a parchar estos problemas hasta donde más pueda y los trabajadores sin sueldo”, sentenció Urrutia sobre el accionar de la empresa.
Para este lunes 7 de enero, el sindicato tiene acordado una reunión con la Comisión del Trabajo del Congreso para exigir una mesa de negociación con Unilever, así como el respeto al pacto acordado ante la OCDE, organización a la que Chile pertenece desde el año 2010.