Carta de AMLO al rey de España, ¿se puede juzgar la Conquista con los parámetros de hoy?

Luego de que se diera a conocer el envío de una misiva por parte del presidente mexicano hacia la corona española, en la cual insta al Rey a disculparse por el genocidio de los aborígenes de su país en la Conquista, surge la interrogante acerca de la pertinencia de la solicitud.

Luego de que se diera a conocer el envío de una misiva por parte del presidente mexicano hacia la corona española, en la cual insta al Rey a disculparse por el genocidio de los aborígenes de su país en la Conquista, surge la interrogante acerca de la pertinencia de la solicitud.

A casi 500 años de la caída de Tenochtitlan, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, anunció el envío de una carta al Rey Felipe VI, en la cual le instaba a pedir perdón por el genocidio de sus pueblos originarios en el periodo de conquista.

De forma casi inmediata, la negativa por parte de la corona española fue tajante. Desde el viejo continente, aseguran que “la llegada de los españoles a las actuales tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas”.

No obstante, esta petición de disculpas por uno de los periodos más oscuros de nuestro continente, abre otra controversia, que deja absolutamente fuera a España.

En la actualidad, los pueblos originarios de América Latina sufren a diario vejámenes que, a pesar de tener su origen en la conquista, son de exclusiva responsabilidad de los nuevos estados naciones. Al menos así lo sostiene el historiador mapuche, Fernando Pairicán, quien señala que hoy son nuestros países los que tienen una deuda con la población indígena.

“Esta petición es válida, en la medida en que también las repúblicas reparan los daños que se han producido bajo su conformación. Hoy día el estado de pobreza de los pueblos originarios está claro que no responde absolutamente a España, sino a las políticas de segregación que han llevado adelante las repúblicas”.

Para Pairicán, cualquier perdón desde España no es más que un acto simbólico que poco ayudaría a la realidad de nuestros aborígenes.

“Hay que hacer políticas reparativas, creo que el tiempo de simbolismos nos tiene bastante cansados. Lo que nuestra gente necesita es salir de la pobreza, que ya no se les militarice en los territorios. Y esto no pasa solo en México, también pasa en Nicaragua, en Colombia y también en Chile. Ahora, las monarquías fueron importante en la construcción de un pensamiento genocida o colonial en la mentalidad de la élite criolla, quienes traspasaron este pensamiento a las siguientes generaciones”.

Pedro-sánchez

Desde el gobierno español rechazaron de plano la petición de López Obrador, justificando que la llegada de los españoles a México “no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas”.

De acuerdo a datos del Banco Mundial, los pueblos indígenas, a pesar de representar solo el ocho por ciento de la población latinoamericana, constituyen el 17 por ciento de la pobreza de la región.

Estas cifras, para el también historiador, Sergio Grez, dejan fuera a los partidos políticos de cualquier disculpa de España hacia los pueblos originarios, ya que serían las mismas “clases dominantes”, las que continuaron con el modelo impuesto desde la colonia.

“Las oligarquías y las clases dominantes latinoamericanas son herederas de los colonialistas. Son parte de la misma clase o sector social, que prescinden, en un momento de la historia, de las metrópolis coloniales. Por lo tanto, también existe una responsabilidad por parte de estos sectores sociales criollos respecto de los pueblos originarios y de los sectores populares oprimidos. Por lo tanto, no son las élites políticas y económicas quienes están mejor situadas y quienes tienen la mayor autoridad moral para pretender pedir responsabilidad o disculpas a terceros”.

Reivindicación pública

Durante las últimas décadas, distintos líderes del continente han propuesto la eliminación de monumentos y el retiro de nombres relacionados a la conquista española, de sus espacios públicos, esto como medida de reivindicación hacia los pueblos originarios.

Entre este grupo destacan Hugo Chávez, Evo Morales y Cristina Fernández, quienes, en reiteradas oportunidades, aludieron al genocidio para tomar estas decisiones.

“Cristóbal Colón fue el jefe de una invasión que produjo no una matanza sino un genocidio”, señaló Chávez al exigir el retiro de una estatua, ubicada en Caracas, del descubridor de América.

Este ejemplo fue tomado por Morales en sus políticas y discursos, en el cual afirma que “siento que hay que revisar parte de nuestra historia, la geografía y recuperar los nombres”.

No obstante, para el sociólogo Jorge Larraín, este tipo de medidas invisibiliza lo que fue la conquista española, más allá del genocidio.

“De alguna manera forma parte de nuestra historia, no muy bonita, pero hay que hay otras cosas que quedan, como un modo de vida, costumbres de las que todos hemos participado. Uno no puede reducir la conquista española a un genocidio. La conquista fue más que eso también. De ella se montaron tipos de sociedades de las que nosotros dependemos”.

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Monumento a Cristóbal Colón ubicado en Valparaíso

Al mismo tiempo, agrega que, a pesar de que estos monumentos representan mucho de lo negativo de nuestra historia, es necesario que estos se mantengan para preservar el pasado, mas no así su glorificación.

“Lo que somos hoy día tenemos que decidirlo hoy. No somos necesariamente aquello que hicieron nuestros antepasados. Yo no sé si estaría tan llano a desmantelar monumentos históricos, nombres de calles, cosas que aluden a ese pasado. Son opciones, pero personalmente, me gusta que los monumentos me hablen de cosas que no fueron tan buenas, lo que no significa que los debamos ensalzar. De todas formas, no deberíamos borrar nuestro propio pasado”.

Para los expertos consultados en este artículo, la reivindicación pendiente de los pueblos originarios en América Latina no pasa por peticiones de disculpa por parte de España, ni necesariamente, por borrar su legado de nuestro continente. La verdadera reivindicación, concluyen, no proviene de simbolismos, sino del fin de una segregación que continúa 500 años después.

 





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