Con un fondo de color rojo, el presidente estadounidense, Donald Trump, -con un tamaño exagerado de su cabeza- camina vestido de negro con una kipá judío y lentes oscuros. De su mano sujeta una cadena que va enganchada a lo que parece ser un perro teckel o salchicha, pero que en realidad lleva el rostro del que hace algunos meses era el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
Esta imagen fue publicada en abril de 2019 en la viñeta de caricaturas políticas de la edición internacional de nada menos que el diario estadounidense, The New York Times. El hecho, es que el pasado lunes 10 de junio, dicho medio de comunicación anunció el final total de la cuestionada viñeta a partir del 1 de julio.
El Comité Judío Americano, en su momento, no aceptó las disculpas otorgadas por The New York Times y acusó de una intensión antisemita al caricaturista responsable. Pero, ¿fue así realmente?
Para el caricaturista de Radio y Diario Universidad de Chile, Luis Henríquez, conocido como Mico, la imagen cuestionada no tiene que ver con una crítica que denuesta a una determinada raza, religión o país, sino más bien se trata de una crítica política.
“No me cabe duda que el lobby pro Israel en Estados Unidos es muy poderoso e influyente en términos económicos. Seguramente, la presión al medio por el lado de los avisadores debe haber sido tremenda. Creo que a ellos no les preocupa que hayan llegado muchos tuits sino la influencia o impacto que produce en sus avisadores”, indicó Henríquez sobre lo que cree, son las razones que llevaron a The New York Times a optar por el cierre de la viñeta.
Para el también autor de Valentina en radio.uchile.cl, el género de la caricatura política es a su vez una forma de hacer periodismo editorial. Así, según Henríquez, es casi imposible que un medio elimine su columna editorial simplemente porque no fue del agrado de un grupo de personas.
Por otro lado, para el caricaturista Guillermo Galindo, conocido como Malaimagen, aunque esta situación atenta contra la libertad de expresión y con un espacio que con los años se ha ganado la historieta política, la medida tomada por The New York Times es señal de la importancia que hoy pueden llegar a tener las imágenes.
“Que pase esto significa que los dibujos están surgiendo efecto y me parece mejor que pasen cosas a que la viñeta sea una cosa decorativa, que esté solamente por adornar o cubrir un espacio. Si esto está generando sensaciones y reacciones, es porque está cumpliendo su objetivo”, señaló Galindo.
Desde el análisis académico de esta situación, el experto en historieta política de la Universidad de Santiago, Jorge Montealegre, también se refirió al tema asegurando que el modo de actuar del diario estadounidense debió ir por el lado de problematizar el propósito de la caricatura y no desde la censura.
En el caso de Chile, por ejemplo, según Montealegre, hasta la época de la dictadura, el Premio Nacional de Periodismo incluía una mención para la historieta política. Renzo Pecchenino, el mítico Lukas, -recordó- fue el último en recibir este galardón.
“Más de una vez he abogado porque Hervi y, a lo mejor, Jimmy Scott, deberían tener desde hace tiempo el Premio Nacional de Periodismo, por trayectoria y por calidad. A Hervi, de La Tercera, recién le dieron el Premio Iberoamericano de Humor Gráfico, que lo da el Estado español. Es un premio de mucho prestigio internacional y es a una persona que hace viñeta editorial en Chile”, comentó el experto.
Según Montealegre, la señal que envía The New York Times a todos los diarios del mundo es clara y negativa. Esto incluso sin referirse exactamente al contenido de la caricatura que detonó esta situación.
El mismo Chappatte, uno de los caricaturistas con los que el diario estadounidense terminó su relación laboral, se ha manifestado al respecto y ha asegurado que, dada la poca atención que hoy existe en el mundo, es más necesario que nunca el rol de las caricaturas políticas. “El mundo necesita de opinión visual y humor”, aseguró el autor suizo.