Este domingo 28 de julio una sola manifestación había sido autorizada. Debía tener lugar en Charter Garden, en el distrito central de Hong Kong, muy cerca del centro político. Las autoridades habían prohibido a los manifestantes marchar y solo había autorizado un encuentro estático.

Pero rápidamente los manifestantes empezaron a dividirse en varios grupos y comenzaron a avanzar hacia la comisaría, el barrio comercial de Causeway Bay y también hacia Sai Ying Pun, el distrito en el que se encuentra la oficina de enlace con Pekín, el símbolo del poder chino en el archipiélago.

Allí, la policía anti disturbios disparó gases lacrimógenos y balas de caucho contra los manifestantes para tratar de dispersarlos. Las autoridades anunciaron que habían llevado a cabo arrestos.

Una semana antes, otra protesta había tenido lugar en frente de la oficina de enlace. Los manifestantes habían degradado el emblema de la República Popular de China lanzando tinta y huevos. Algo que Pekín había tomado como una humillación y había amenazado con desplegar el Ejército de ser necesaria una intervención.

“El artículo 14 de la ley fundamental de Hong Kong establece que para desplegar al Ejército Popular de Liberación en el archipiélago, la gobernadora de Hong Kong debe solicitarlo oficialmente al gobierno central de Pekín”, explicaba a RFI Willy Lam, politólogo de la Universidad china de Hong Kong. “Una decisión como esta la tomará en realidad el presidente chino Xi Jinping en persona, de acuerdo con el buró político del Partido Comunista. Actualmente, no creo que haya decidido tal cosa, pero la situación en Hong Kong puede salirse de control”, afirmaba.

El sábado ya se habían reportado casos de violencia policiaca durante una manifestación ilegal en el distrito de Yuen Long. Once personas habían sido arrestadas y 24 resultaron heridas.