“El concepto de mentorías no es nuevo, sin embargo, es algo de lo que se habla poco en Chile”, afirma la profesora Ingrid Boerr, experta en educación con más de 20 años de trayectoria en diseño e implementación de programas de mentorías para docentes nóveles. Entre los años 2006 y 2009, la profesora Boerr trabajó en el Ministerio de Educación, liderando el desarrollo de modelos de formación de mentorías: “En CPEIP estuve a cargo de la Red Maestros de Maestros, donde en 2007 generamos el primer plan piloto de formación de mentores en Chile, creando una malla curricular concreta para la formación de mentorías”.
Después de desempeñarse varios años en la Organización de Estados Iberoamericanos, donde tuvo ocasión de continuar con la línea de mentorías docentes, la profesora Boerr fue invitada a formar parte del Centro de Estudios Saberes Docentes de la Facultad de Filosofía y Humanidades, donde actualmente lidera el núcleo académico a cargo de la creación de programas para la formación de mentores.
Esta iniciativa se encuentra siendo coordinada por el Programa Transversal de Educación (PTE), programa que vincula y articula a las distintas unidades académicas de la Universidad de Chile que imparten formación pedagógica. “Para el Programa Transversal de Educación, la formación de mentores es clave, considerando no solo la Ley 20.903, que impulsa dicha formación, sino que por sobre todo por el compromiso de la universidad con los y las profesoras nóveles, quienes en sus primeros años de servicio requieren de un acompañamiento pertinente y adecuado para enfrentar las complejas labores que deben asumir ante las aulas del siglo 21”, señala el profesor Iván Páez, coordinador del PTE.
En el marco del desafío que implica la sistematización de la formación de mentores, el profesor Páez destaca el rol fundamental que ha asumido el Centro Saberes Docentes: “Es evidente que las tareas deben estar abordadas por las unidades académicas más pertinentes a las temáticas respectivas. En el caso de las mentorías, el Centro Saberes Docentes dispone no solo de la experiencia, capacidad y trayectoria, sino que también de un enfoque y perspectiva pedagógica relevante para asumir un liderazgo institucional en la materia, sumando a ello las capacidades de otras unidades relevantes y significativas de la universidad”.
La profesora Ingrid Boerr complementa lo anterior y explica: “El Centro Saberes Docentes enfoca sus líneas de trabajo en la formación continua y el desarrollo profesional docente. Ahora bien, ya que la ley nº 20.903 reconoce el ingreso a la profesión docente como parte de la formación continua del magisterio, el centro ha estado desarrollando, desde 2018, un gran trabajo en torno al ingreso a la profesión docente y la formación de docentes que puedan ejercer el rol de mentores”.
Las mentorías
Ahora bien, ¿en qué consisten concretamente las mentorías para docentes nóveles? ¿Cuál es su importancia en el marco del proceso educativo de niños, niñas y jóvenes? ¿Qué rol cumple un mentor al interior de una comunidad educativa? ¿Por qué hoy nuestro país necesita contar con más mentores?
En líneas generales, se puede señalar que las mentorías consisten en procesos de acompañamiento entre pares, donde un docente con más trayectoria profesional acompaña y apoya a otro que se encuentra insertándose en el sistema escolar. Este proceso de acompañamiento se caracteriza por poner el foco en la reflexión y análisis sistematizado de la praxis del docente novel, a través de una dinámica horizontal, colaborativa, dialógica. Entre otras cosas, se busca fomentar en el docente novel su autonomía, su independencia y la confianza en sus propias capacidades para sortear los desafíos propios del ingreso al sistema escolar.
A partir de una relación basada en la confianza y la escucha activa, el mentor estimula procesos reflexivos y de análisis crítico en el docente novel, para que este último logre encontrar respuestas y soluciones ante los desafíos que enfrenta en su praxis cotidiana, en pos de una mejora continua. Ello no solo busca facilitar el proceso de ingreso al sistema escolar y brindar apoyo para una inserción satisfactoria en la respectiva comunidad educativa, sino que además apunta a lograr un mejoramiento en los aprendizajes de los estudiantes.
La Dra. Mónica Manhey, académica del Departamento de Educación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, quien también contribuyó desde el núcleo académico respectivo a la formación de mentores, comenta que: “En el caso de la educación parvularia, el campo laboral de las y los educadores de párvulos es diverso, pudiendo trabajar en el sistema no convencional o alternativo, o bien, en el sistema tradicional, como salas cunas o jardines infantiles de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI), Fundación Integra, establecimientos con administración directa o vía transferencia de fondos (VTF) y convenios de administración delegada (CAD), teniendo cada una de estas instituciones o modalidades sus propias complejidades y culturas diferentes. En torno a ello debieran ser acompañadas las educadoras nóveles”.
En este sentido, el mentor debe ser capaz de atender las singularidades y particularidades del contexto educativo donde el docente novel se desempeña, “favoreciendo un proceso de enseñanza situado, alejándose de prácticas homogeneizantes”, agrega la profesora Manhey. Asimismo, debe atender a las necesidades de aprendizaje profesional que el docente novel manifieste. “El mentor trabaja no solo con el profesor nuevo, sino que también actúa como puente entre él y su comunidad educativa, tomando experiencias de esta última para traspasarlas al profesor novato”, comenta la profesora Boerr.
El profesor Pablo González, sub-director del Centro Saberes Docentes e integrante del equipo que trabaja en el diseño de los programas de mentoría, explica: “Es posible comprender la mentoría como un proceso de influencia y aprendizaje recíprocos, en el que el docente novel y el mentor que lo acompaña tienen la posibilidad de desarrollarse como sujetos profesionales que reflexionan sistemáticamente respecto de sus prácticas y respecto del entorno y la contingencia en los que ellas ocurren”.
“Mediante el proceso de reflexión”, agrega la profesora Manhey, “el profesor o educador es capaz de analizar en forma permanente la enseñanza, estrategias didácticas, lo que ha planificado, su interacción con los estudiantes, el clima de aula, los espacios de participación, la tensión entre teoría y práctica, en fin, el desarrollo curricular, y no sólo si aprenden o no los estudiantes”.
Si bien en otros países se han realizado numerosas investigaciones respecto al ingreso a la profesión docente, ello no ha ocurrido en Chile. “En nuestro país destaca un estudio realizado por Juan Pablo Valenzuela, investigador del CIAE, del año 2013, cuyos hallazgos son alarmantes: cerca del 40 por ciento de los docentes se retira del sistema escolar antes de cumplir 5 años de ejercicio profesional”, advierte la profesora Boerr. Luego agrega que “mucho se debe a que llegan a contextos difíciles y sobre todo en esos casos, es vital el acompañamiento en los primeros años. Sin aquello y teniendo que desenvolverse en contextos educativos complejos, el resultado es irse, abandonar la profesión. La responsabilidad no es solo del profesor, sino también de la escuela y el sistema como un todo”.
“Cada año cerca de cinco mil profesores ingresan al sistema escolar chileno. Muchos de ellos lo hacen en regiones del país donde no existen mentores. Muchos de ellos se desempeñan en localidades aisladas, extremas, donde en varios casos se trata de escuelas unidocentes. Estos profesionales no tienen la oportunidad de acceder a una mentoría presencial, por ello es fundamental que trabajemos más con la virtualidad, desarrollar programas de formación que puedan brindarse a distancia”, reflexiona la profesora Boerr.
El Centro Saberes Docentes, con el apoyo del Programa Transversal de Educación, se encuentra trabajando en el diseño de programas para la formación de mentores, desde el año 2018. “Nuestro trabajo se ha desarrollado en base a una mirada completa de la trayectoria docente, desde la formación inicial hasta la formación continua, porque el problema no se soluciona poniendo el foco exclusivamente en la formación inicial. Se debe vincular y articular la formación inicial docente, el ingreso a la profesión y la formación continua”, explica la profesora Boerr.
“En cuanto a nuestro sello distintivo, el programa que estamos desarrollando se encuentra alineado con los principios y valores de la Universidad de Chile. Para nosotros como equipo es importante contemplar un enfoque basado en la equidad de género, la interculturalidad, el pluralismo, la diversidad y otros criterios que son fundamentales para revitalizar la educación pública en Chile de cara al siglo XXI”, concluye la experta.
Con respecto a las proyecciones del programa, la profesora Boerr es enfática: “las potencialidades son muchísimas. Debemos incorporar más virtualidad, debemos formar a mentores capacitados para formar virtualmente. Desarrollar comunidades virtuales para los docentes nóveles que están siendo formados, para que puedan compartir experiencias y aprendizajes entre sí. Hoy en día contamos con mucha tecnología disponible para estar cerca, a pesar de estar lejos”.