El Museo de Arte Contemporáneo (MAC) presenta Palo de brujos. El viaje de Álvaro Guevara al Wallmapu en su sede de Parque Forestal.
La muestra, curada por Amalia Cross, investigadora e historiadora del arte, busca relevar la figura del artista chileno Alvaro Guevara, centrándose en su obra realizada entre 1923 y 1926 en su viaje a la cordillera de Temuco, una instancia que cambió radicalmente su pintura e idea del arte. En este proyecto financiado por el Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, colaboran el artista Ignacio Acosta, la botánica Gloria Rojas y el Museo Nacional de Historia Natural.
Álvaro Guevara (1894-1951) fue un artista de vanguardia que, desde 1910, se radicó en Europa. Sin embargo, después de 12 años, decidió regresar a Chile con el pretexto de pintar imágenes del sur, iniciando un viaje que lo llevaría a explorar la cordillera de Temuco. Allí pintó alrededor de cincuenta cuadros que son el registro de una experiencia etnográfica que transformó profundamente su pintura y su idea del arte. Guevara había vuelto con la intención de buscar sus raíces y, sin esperarlo, encontró el surrealismo.
“Esta exposición es resultado de una larga investigación que realicé sobre la obra de Álvaro Guevara. Se trata de un artista chileno tan fascinante como desconocido. Guevara fue un pintor –también un boxeador y escritor, bohemio y bisexual. Se radicó tempranamente en Europa y solo volvió a Chile en dos ocasiones. Sobre uno de esos viajes decidí centrar la exposición y hacerlo en relación con uno de los capítulos del libro que escribí y que se publicará –justo ahora– por Mundana Ediciones con el título Álvaro Guevara. La tela, el papel y el cuadrilátero”, destaca la curadora Amalia Cross.
Dentro de las obras que se exponen, una pertenece a la Colección MAC. Se trata de un paisaje donde las pinceladas, en diversos tonos de verde, dan forma a dos pequeñas araucarias que crecen en la ladera de un cerro. Guevara observó las costumbres del pueblo mapuche y se interesó por sus ritos, en especial por el culto a los árboles sagrados y la ingesta de alucinógenos que se extraen del palo de brujos (latua pubiflora); una especie que sólo germina en los bosques del sur.
Sin embargo, el paisaje que registró Guevara ya no existe: el ecosistema ha sido dañado por las forestales y el monocultivo. Este hecho se puede ver en la obra fotográfica del artista Ignacio Acosta, de quien Guevara fue tío bisabuelo y quien decidió volver a hacer el viaje del artista, encontrándose solo con plantaciones de pinos, eucaliptos y aserraderos.
Completan la exhibición, 12 láminas del Herbario del Museo Nacional de Historia Natural; algunos documentos de la exposición Flores imaginarias, proyecto surrealista que Guevara montó en París en 1928 y que fue concebido en el sur de Chile bajo los efectos del alucinógeno, anticipándose de manera involuntaria al desarrollo del surrealismo.
La muestra se exhibirá hasta el 26 de enero en el segundo piso de MAC Parque Forestal. La entrada es liberada.