En el andén número 29, Yang Xiaoyou, de 26 años, está esperando su tren. Viaja de Shanghái a unos cien kilómetros para celebrar el Año Nuevo con su familia. En su teléfono móvil, comprueba la última información sobre coronavirus.
“Estoy siguiendo la situación de cerca porque este problema afecta directamente a la población china. He visto que se han tomado medidas de cuarentena, ¡creo que eso es muy bueno! ¡Nuestro gobierno es muy bueno en la implementación de medidas de protección!”, afirma el joven al micrófono de RFI.
Este período de fiestas en China representa la mayor migración de población anual del planeta. En este contexto, el riesgo de propagación del virus es muy real. Para protegerse, la gran mayoría de los viajeros usan máscaras quirúrgicas.
Yao Lingzhi, de una región al sur de Shanghái, no se la quitó hasta que encontró a sus seres queridos.
“Tengo un poco de miedo de infectarme, así que usar una máscara es lo mejor. Y como me voy a reunir con mi familia, no quisiera contraer el virus y pasárselo a ellos”, explica.
Otros se muestran temerarios. “Algunos cambiaron sus planes, pero yo no pues quiero volver a casa”, dice Fang, un hombre de 28 años, que acaba de salir de Shanghái a bordo de un tren de alta velocidad con destino al epicentro del virus.
Entretanto, el parque de atracciones de Disneyland en Shanghái anunció el viernes, el primer día de las vacaciones del Año Nuevo chino, que permanecerá cerrado hasta nueva orden debido a la propagación del coronavirus.
Esta decisión fue tomada “con fines preventivos y de control de la epidemia y para preservar la salud” de sus clientes y trabajadores, precisó Shanghái Disney en su página web.
En el año viejo de la Rata que comienza el sábado 25 de enero, la situación parece muy delicada de manejar para las autoridades.
Con Angélique Forget, enviada especial de RFI a Shanghái