El reconocimiento facial divide y Bruselas lanzará el miércoles un gran debate sobre la inteligencia artificial, decidida a prevenir cualquier exceso. Para regular un sector en pleno crecimiento y ampliamente dominado por Estados Unidos y China, la Comisión Europea va a presentar un “libro blanco” con directrices de acción.
Tras consultar a todas las partes implicadas -empresas, sindicatos, sociedad civil y a los gobiernos de los 27 Estados miembros-, espera presentar propuestas legislativas a final de año.
Durante las manifestaciones contra Pekín “la gente recibió un mensaje en su teléfono: ‘sabemos que estás ahí, deberías volver a casa’. No es realmente un apoyo a la libertad de reunirse o expresarse”, lamentó.
Pero por otro lado, el reconocimiento facial ya se utiliza ampliamente en muchos campos, por ejemplo, para desbloquear los teléfonos inteligentes o pasar rápidamente los controles de los aeropuertos.
De hecho, Vestager no tiene en mente pedir su prohibición, lo que necesitaría el apoyo de los Estados miembros, sino que preconiza una amplia reflexión.
La exministra danesa de Finanzas insistió en el hecho de que habría que vigilar que cualquier reglamentación futura no beneficie solo a las grandes empresas en detrimento de las pequeñas y medianas (PME). “Deberíamos encontrar los medios para que las pequeñas empresas que quieren trabajar en este sector puedan realmente hacerlo”, dice.
El carburante de los datos
Las grandes empresas tecnológicas estadounidenses o chinas como Facebook o Tencent son sobre todo conocidas por el gran público que las utilizan diariamente. La ambición para la Unión Europea no es tener un Facebook europeo -una batalla perdida- sino más bien ser líder en la inteligencia artificial para las empresas.
“Si quieres tener cierto control sobre las cosas consideradas arriesgadas, entonces deberías hacerlo tú mismo”, subraya.
“Es aquí que nosotros tenemos nuestras bazas (…) porque no estamos en absoluto atrasados en este momento“, estima la comisaria. Con sus grandes empresas presentes en todos los sectores, Europa posee una ingente base de datos.
Y como lo repite hasta la saciedad su homólogo francés Thierry Breton, comisario europeo de Industria, los datos son “el carburante de la inteligencia artificial”. Ya que gracias a ellos se entrenan los algoritmos, aprenden y determinan una acción.
Otra ventaja de la UE es su apego a ciertos valores éticos como lo ha demostrado con el Reglamento General sobre la Protección de Datos (RGDP). Lanzado en mayo de 2018, prevé derechos reforzados para los internautas e impone a las empresas, en internet o fuera, solicitar el “consentimiento explícito y positivo” para utilizar datos personales recabados o tratados en la UE.
Entre las directrices que la Comisión cuenta presentar el miércoles está un sistema de etiquetado voluntario para las empresas que respeten las reglas y los valores de la UE en materia de inteligencia artificial.
Con el “Pacto Verde” presente, también propondrá una iniciativa para hacer que los centros de datos sean más eficaces sobre el plan energético y convertirlos en emisores cero de carbono para 2030.