¿Qué tan preparados estamos para responder a la pandemia respecto a España e Italia? ¿Somos capaces de sortear los números que abruman y saturan a los sistemas de salud europeos?
Italia, que ha sido el foco del brote en Europa durante el mes de marzo, ha alcanzado 74.368 casos de contagios confirmados y 7.503 fallecidos. Un país que se ha visto superado ante la emergencia y el colapso de su sistema de salud.
Las 5.200 camas de cuidados intensivos con las que cuenta el país fueron rápidamente sobrepasadas con pacientes que evidencian problemas respiratorios. En los recintos de Salud, la escasez de insumos y ventiladores mecánicos es dramática, al igual que el deterioro de las energías del personal médico.
Las autoridades y el gobierno liderado por Giuseppe Conte, han optado por radicalizar las políticas de contención. Se ha impuesto la medida de aislamiento a todo el territorio peninsular, considerando el cierre de negocios (a excepción de supermercados y farmacias) y se ha ampliado el estado de alarma nacional hasta el 11 de abril.
España, por tanto, ha vivido sus jornadas más duras en lo que es la ha sido la cruzada contra la pandemia, superando los 64.059 casos de contagios y 4.858 fallecidos. Se posiciona como el segundo país con más víctimas por coronavirus en el mundo, dejando atrás a China con 3.287 casos.
El crecimiento exponencial de la mortalidad en el país, ha llevado a la adopción de medidas extraordinarias. En Madrid se ha dispuesto de las instalaciones del Palacio de Hielo para albergar de forma temporal a los cuerpos de los muertos por COVID-19. El centro deportivo reuniría las condiciones necesarias para el mantenimiento de los cadáveres.
Cristóbal Cuadrado, académico de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, atribuye estas altas tasas de mortalidad a la tardía implementación de estrategias para prevenir la propagación que acrecentó el número de casos.
“Otro de los elementos fundamentales que explican una alta mortalidad en esos países es que han tenido una cantidad de casos que han superado con creces la capacidad de respuesta del sistema de salud. Tienen sus UCIs completamente llenas, lo que hace que incluso pacientes que eventualmente podrían sobrevivir en otras circunstancias, no tengan acceso a los cuidados intensivos necesarios”, explicó el profesional.
“Por otro lado hay un aspecto de una población más envejecida en relación con los países asiáticos. Sabemos que el virus es mucho más letal a medida que aumenta la edad de las personas y tanto España como Italia, y en general los países europeos, tienen una población más envejecida. En ese sentido Chile está más cerca a una población envejecida, un poco más parecida a la realidad de Europa en comparación a los países asiáticos”.
La toxicóloga y académica del Departamento de Anatomía y Medicina Legal de la Universidad de Chile, Laura Borgel, considera que la rápida diseminación del virus es también producto de la falta de compromiso por parte de la población, principalmente el segmento joven, hacia las recomendaciones de autocuidado y restricción de movimiento.
“Esto coincide con los flujos vacacionales en Europa, en los cuales se encontraba una serie de actividades que fomentaban el intercambio y movimiento de turistas, que iban a Europa y entraban por España, se movían hacia Portugal, hacia Bélgica, hacia Italia y también hacia la zona norte del continente como Alemania y otros países de la zona. Si bien se dieron muchas instrucciones desde el inicio de las infecciones virales, muchos no asumieron completamente el tema. Lo tomaron como vacaciones donde podían seguirse juntando a pesar de tener restricciones, principalmente individuos jóvenes y adultos jóvenes que no respetaron estas indicaciones”, aseguró.
La especialista asegura que a pesar que es este rango etario el que presenta cuadros banales y de muy corta duración de COVID-19, se convierten en los principales vínculos de contagio a causa de la falta de compromiso hacia las medidas de prevención.
Viene el lobo… y esta vez es de verdad
Así lo señaló el periodista titulado de la Universidad de Chile y gestor de proyectos del Instituto de Investigación del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, Gonzalo Mazuela, vaticinando el desarrollo del brote en Chile.
La rápida proliferación de la pandemia preocupa por las potenciales repercusiones en nuestro país, en circunstancias que existen hasta el momento 1.306 casos confirmados de COVID-19 y cuatro víctimas letales en manos del virus, la última un individuo de 80 años con insuficiencia renal y Parkinson como enfermedad de base, de la región del Biobío.
“El coronavirus no solo puede golpear de la misma forma a Chile respeto a España, sino que puede golpear incluso peor. Chile parece ser un país rico, pero no considera la sanidad como una inversión de Estado. En España la sanidad es considerara la joya de la corona, el acceso no es entendido como un gasto, sino como una inversión, porque cuanto más rápido se recupera paciente enfermo, más rápido vuelve a su puesto de trabajo. Por eso, la realidad sociocultural, socioeconómica es tan diferente en ambos países que difícilmente se puede aventurar que Chile corra mejor suerte que España. Más bien todo lo contrario”, aseveró Mazuela.
El investigador reparó además en las diferencias culturales y sociológicas que mantienen ambos países, en circunstancias que Chile es más individualista que España, donde se han tejido redes y voluntariados de jóvenes que acuden a la ayuda de los adultos mayores, realizando sus compras y evitando que se expongan innecesariamente.
“La población debe cumplir y acatar las leyes que ordenan el confinamiento salvo para compras y trabajos de primera necesidad (…) Hay que proteger y dotar de equipos de protección individual a todos quienes vayan a ponerse al frente de la atención de pacientes con coronavirus, en los hospitales y en las clínicas privadas. El Gobierno debe hacer un esfuerzo en garantizar la equidad en el ingreso al sistema sanitario por igual a toda la población, dotar de recursos económicos a los centros y a los hospitales de combate. No hay que escatimar recursos en este sentido”, recomendó el investigador.
En esa misma línea, las medidas para aplanar la curva de contagios y lograr sortear las cifras que preocupan a los países europeos, deben orientarse a detectar todos los casos y aislarlos de manera efectiva, aseguró Cuadrado, insertando modalidades de testeo a domicilio, generando cuarentenas de pacientes con coronavirus en residencias sanitarias supervisadas y empleando las estrategias necesarias para garantizar el aislamiento de la ciudad.
“Nosotros todavía no hemos implementado medidas de distanciamiento social suficientemente estrictas como lo han implementado la mayoría de los casos asiáticos. Tenemos una altísima circulación de personas que siguen yendo a caminar, ocupando el transporte público y en eso las recomendaciones han sido muy claras hace muchos días: hay que cerrar la ciudad de Santiago y eso implica hacer un cordón sanitario en que nadie pueda entrar ni nadie pueda salir. Hay que reducir a las actividades estrictamente esenciales para el funcionamiento de la ciudad, dejando a todo el resto de las personas en sus domicilio, eso es algo extremadamente urgente para la Región Metropolitana”, recalcó.
El profesional hizo hincapié además en la importancia de mejorar la capacidad de respuesta del sistema de salud, vigorizando las capacidades hospitalarias ante el pronóstico del COVID-19. Esto implicaría habilitar pabellones en camas de UCI y reducir la actividad ambulatoria de los hospitales para responder a la gran cantidad de pacientes con coronavirus que llegarán a los centros de atención de salud en las próximas semanas.
Según las últimas declaraciones del Minsal, la disponibilidad de camas intensivas en todo el territorio nacional es de 38 mil (27 mil en la red pública y 11 mil en la privada), además de un plan de extensión de 4 mil camas adicionales que considera la habilitación de hospitales modulares, nuevos recintos hospitalarios y dependencias de Fuerzas Armadas.