A quienes integran la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco Malleco -mejor conocida como Coordinadora Arauco Malleco o CAM- se les ha tildado de terroristas, de grupos paramilitares, de guerrilleros entrenados en el extranjero e incluso de narcotraficantes. Sin embargo, lo cierto es que, hasta ahora, ninguna de estas acusaciones ha sido comprobada ni respaldada por evidencia contundente. En el último tiempo han sido varias las voces – sobre todo desde la derecha política- que, frente a una evidente agudización del conflicto en la Región de La Araucanía, han apuntado sus sospechas hacia la CAM como responsables de lamentables situaciones como la sucedida el pasado 30 de octubre, con el asesinato del carabinero Eugenio Naim (24).
En una declaración dada a conocer al día siguiente de la muerte del uniformado, la Coordinadora Arauco Malleco responsabilizó al Estado de Chile por el hecho. Ante una evidente agudización del conflicto en el Wallmapu, en entrevista exclusiva con Radio Universidad de Chile, el líder y vocero de la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM), Héctor Llaitul, respondió a quienes, para él, “caricaturizan” a la organización atribuyéndoles cualquier hecho de violencia, asegurando que no se considera una organización terrorista.
“En primer lugar quiero aclarar, por la vía de la vocería que yo represento, que ese es un comunicado válido de nuestra organización, a propósito de que hubo algunas voces que cuestionaron que este fuese un comunicado legítimo”.
¿De dónde surge la reflexión que hacen en el comunicado, que termina con la conclusión de que es el Estado de Chile el culpable del carabinero Eugenio Naim?
Es el Estado el que, desde hace un tiempo a la fecha, nos declaró la guerra al pueblo-nación mapuche, cuando empezamos a reclamar respecto de territorio y autonomía; en circunstancias en que esta reclamación o reivindicación de tipo territorial tocaba los intereses del gran empresariado comprometido en esta zona. Por lo tanto, aquí hay un choque contra esos intereses y de alguna manera se planteaba una solución o una nula solución a un conflicto de este tipo, porque chocaba contra prácticamente un muro del gran empresariado. Así el Estado decide desarrollar la lógica de declarar al pueblo-nación mapuche como un enemigo interno y desarrollar lo que se conoce como un “conflicto de baja intensidad”; de ahí viene la militarización de la zona, toda vez que habían conflictos que afectaban los intereses del mundo empresarial, y la represión. Esto ha implicado costos en nuestra gente, asesinatos, prisión política, violaciones a derechos humanos que afectan a nuestras comunidades indistintamente; a ancianos, mujeres o niños.
¿En eso no hay responsabilidad de movimientos como la CAM?
Es el actuar de los agentes del Estado. Se ha generado un cuadro de beligerancia que no lo instalamos nosotros, lo instaló derechamente el Estado al no buscar una solución política a estas reclamaciones o a estas reivindicaciones. Apuesta por una política de tipo policial y militar posteriormente, generando un cuadro que favorece este recrudecimiento de la lucha.
Obviamente que, frente a eso, de forma consecuente y coherente con nuestros planteamientos de recuperar el territorio y la autonomía, nosotros hemos planteado la autodefensa, hemos planteado la resistencia y también hemos planteado estrategias, propuestas, que tienen que ver con acumular la fuerza necesaria para la recuperación de nuestros derechos políticos y territoriales. Y ahí se ha dado esta situación de bajas y de costos que tenemos que asumir en forma bilateral de uno y otro lado. Pero dejamos muy en claro que la responsabilidad es del Estado, toda vez que se mantiene este escenario prácticamente de guerra hacia el pueblo-nación mapuche.
Cuando habla de “bajas”, ¿se refiere a que todas las muertes que han ocurrido en los últimos meses, en este recrudecimiento de la violencia en la zona? ¿Para ti éstas serían una suerte de “daño colateral” de esta guerra que le ha declarado el Estado al pueblo mapuche?
“Exacto, es así. Porque tiene que ver con esta lógica de guerra que establece el Estado, que a nosotros nos da cuenta incluso de la continuidad del andamiaje colonial que existe hacia los mapuches en general. Por lo tanto, militarización que implica blindados, que implica fuerzas de elite, que implica drones, helicópteros, aviones, espías; en fin, es una situación de confrontación tal, que tenemos que tomar una posición al respecto. Y muchas comunidades, muchos del movimiento en lucha, han tomado la posición de la autodefensa y la resistencia para seguir manteniendo nuestras conquistas.
Porque ya desde hace un tiempo a la fecha, se ha empezado un proceso de acumulación de fuerzas en aras de recuperar el territorio y recuperar nuestra libertad como pueblo. Ese es el punto que no hemos transado y, más allá de que se establezcan estos efectos y estas consecuencias de la posición del Estado, es también el desarrollo de nuestra lucha. Sin embargo, aquí la responsabilidad última tiene que ver con la posición del Estado”.
¿De alguna manera la CAM se hace cargo de estas “bajas”? Por ejemplo de la muerte del carabinero en Padre Las Casas, la del joven asesinado en Cañete o el trabajador forestal de Collipulli…
“Bueno nosotros, en estricto rigor, como expresión orgánica no tenemos nada que ver con esos hechos. De hecho, por lo mismo, nosotros planteamos dentro de nuestra propuesta una estrategia bien clara. Desde los inicios de la CAM establecimos nuestra propuesta de la resistencia mapuche que, de forma muy amplia, tiene que ver con distintas expresiones que se opongan o que de alguna manera disputen la territorialidad del enemigo y antepongan nuestras formas propiamente mapuche. En el ámbito social y político hay expresiones; pero en el ámbito material o militar también hay sus expresiones, por eso existen los Órganos de Resistencia Territorial (ORT), que son expresiones de lucha que llevan adelante acciones directas. Éstas son reivindicadas y son claramente delineadas en quiénes son sus enemigos, el campo de acción; incluso hay una moral detrás, una ética de la acción política, claramente definida: que no se ataca a agricultores pobres, que no se busca el efecto colateral, que no se buscan bajas y que la idea de fondo es el sabotaje a los insumos y al método del sistema capitalista, con el objetivo de que se replieguen para nosotros así lograr la recuperación de esos espacios territoriales.
En ese marco, hablamos de la profesionalización de la lucha en ese terreno, que lo llevan adelante ORT que operan incluso en distintas zonas: lafkenche, williche, en fin. Es decir, hay una responsabilidad política en el ámbito de las reivindicaciones, se dejan carteles, se dejan establecidos los fines y viene después un comunicado; todo bien claro.
Hay otras expresiones que, bueno, tendrán que dar cuenta ellos de cómo lo llevan adelante este ámbito de lucha. Pero con los casos que usted comenta, nosotros no tenemos participación orgánica directa. Sin embargo, si nosotros nos involucramos en una concepción de lucha general de la resistencia mapuche, obviamente hay un compromiso, que tiene que ver con cómo se viene desarrollando la lucha. Y ahí nosotros tampoco vamos a desconocer que ese cuadro existe. Pero esto es porque el Estado lleva adelante una política de genocidio, de Estado criminal, que lleva a gran parte del movimiento mapuche a reaccionar de formas que muchas veces no pueden estar bajo el control de sus propias expresiones”.
Es decir, ¿las “bajas” o la muerte de una persona no están dentro de los lineamientos éticos del accionar de la CAM?
“No, para nada, nosotros reivindicamos acciones en contra de faenas forestales, en contra del gran capital que opera nuestra territorialidad y en zonas de conflicto, es decir, en el Wallmapu ancestral mapuche que queremos reivindicar.
En ese contexto de sabotaje no buscamos bajas de parte del enemigo o efectos colaterales que tengan que ver con muertes, porque nosotros luchamos por la vida. Tenemos un sentido de entender la vida mapuche como prioridad, pero también de reconstrucción del itrofill mogen (todos sin excepción), de los espacios, de la naturaleza, la defensa de la mapu. Somos amantes de la vida y entraríamos en contradicción si nos enfrascáramos en una lucha fratricida en que podamos tener costos en nuestras vidas o en las de la contraparte. Por eso se ha instalado la lógica del sabotaje con una ética de acción política muy definida y muy clara”.
Se ha dicho, principalmente desde la derecha, que la CAM es un grupo terrorista, incluso narcotraficante, financiado por la guerrilla colombiana o los gobiernos de Venezuela y Cuba. ¿Cómo toman estas acusaciones?
“La derecha de la zona es una muy enquistada en la cultura occidental y racista del poder. Por lo tanto, se entiende en la defensa irrestricta de sus patrones, en este caso el ámbito del empresariado comprometido en zonas de conflicto. Esa defensa también tiene que ver con los medios de comunicación que son cajas de resonancia y que empiezan a hablar cada caricatura en relación a lo que es la CAM.
Frente a esas acusaciones, algunas parecieran un poquito más serias pero igual se cae por sí mismo esto de mostrarnos como una organización criminal, en circunstancias en que nosotros no somos terroristas ni criminales. Nuestra lucha es muy clara y muy definida como propuesta política, estamos bajo un denominador común que es la lucha por el territorio y la autonomía. Por lo tanto, gran parte de nuestra expresión tiene que ver con la lucha de tipo territorial y política en ese sentido. No hacemos otras prácticas, entonces no nos declaramos terroristas”.
Pero eso es lo que más se escucha ¿Por qué dice que no se sienten terroristas?
“Porque nosotros luchamos por la reconstrucción del mundo mapuche, que es un tipo de sociedad muy sana, muy justa, que tiene que ver con nuestra relación hombre-tierra; ése es el punto. Y dentro de ese cuadro, nosotros podemos reivindicar hechos políticos muy sustanciales. Por ejemplo, la lucha en la zona lafkenche, desde Cañete a Tirúa, que es una cara de la cordillera de Nahuelbuta y bastión histórico de la causa mapuche. Hoy día no existe la industria forestal, desde casi una década que no existen las políticas extractivistas en demasía, de carácter depredatorio como se conocían antaño, y eso se debe al movimiento mapuche autonomista, en donde la CAM ha incidido muy fuertemente. Es decir, hay una concatenación de esfuerzos de distintas comunidades y distintas expresiones, pero la política de la CAM fue la base de esa lucha. De modo que podemos hablar, y con mucho orgullo, de que tenemos una zona prácticamente liberada de nuestro enemigo principal, que es la reproducción del poder de dominación colonial de un Estado capitalista centralizante que destruía el Wallmapu. Ese hecho político a nosotros nos da a entender que nuestra lucha es eminentemente política, de carácter humanitario, para la reconstrucción de la sociedad mapuche. Al evitar la reproducción del capital estamos reconstruyendo un mundo mucho y absolutamente mejor del que existía.
El lago Lleulleu ha sido definido como uno de los lagos más limpios de América, esto fue y es obra del movimiento mapuche autonomista, que lo empezó a defender desde el momento de la irrupción del capital y del mundo winka. Es decir, hoy día el sistema winka y el sistema extractivista prácticamente no operan en torno al lago. Por lo mismo, ese lago mantiene esa condición de ser un lago limpio y muy sano desde nuestra concepción mapuche. Ese logro no lo obtiene el pueblo mapuche porque nosotros seamos hippies o ecologistas, se logró porque hemos reconstruido el mundo mapuche, el mapuche kimun, el mapuche rakiduam, el feyentun y el newen mapuche, que nos liga a esa concepción del agua y la tierra como parte de nuestro mundo.
Eso da cuenta de que nosotros no tenemos una visión terrorista, no tenemos una concepción de generar el terror. Todo lo contrario, estamos por la reconstrucción del tejido social, político e ideológico para tener una sociedad como la que nos heredaron nuestros fütakeche, nuestros antiguos, una sociedad de mundo mapuche donde puedan, incluso, ser parte algunos no-mapuche que respeten nuestro mundo, nuestra cultura, nuestra cosmovisión. Ese es el fin de nuestra lucha”.
En ese escenario, ¿la CAM se ha fortalecido en el último tiempo con la adhesión al movimiento mapuche autonomista?
“Como CAM sentimos que estamos más fortalecidos que antes, porque no solamente somos una orgánica muy compacta, sino que somos una expresión muy válida y legítima que se ha instalado en el cuadro de lucha en general -por lo mismo también hay un reconocimiento de parte de la sociedad no mapuche al irrumpir el estallido social-, y que tiene que ver con levantar aquellas banderas que son de lucha, de resistencia. No la de los otros movimientos más de reacción, sino que una lucha de propuesta política, que es una propuesta de transformación.
El movimiento mapuche se ha tornado cada vez más anticapitalista, el movimiento mapuche autonomista está más fuerte que nunca y la CAM ha contribuido a eso. Es decir, nosotros no nos sentimos fuertes por ser una organización grande, nosotros nos sentimos fuertes porque nuestras ideas se diseminaron y se instalaron en el conjunto del movimiento”.
Foto en portada: Dragomir Yankovic / Aton Chile.