Guillermo Holzmann por crisis en Guatemala: "Hay muchos sectores interesados en que esto no tenga solución"

Según al analista político la situación de Guatemala es particularmente delicada y enfrenta "todos los visos de una crisis política basada en la ingobernabilidad, la falta de confianza en las autoridades políticas y la falta de credibilidad en la manera que se maneja el poder y los recursos".

Según al analista político la situación de Guatemala es particularmente delicada y enfrenta "todos los visos de una crisis política basada en la ingobernabilidad, la falta de confianza en las autoridades políticas y la falta de credibilidad en la manera que se maneja el poder y los recursos".

Este sábado, cientos de manifestantes burlaron la seguridad del Congreso de Guatemala y le prendieron fuego a varias oficinas hasta ser desalojados por fuerzas de seguridad y cuerpos de bomberos, que apagaron el incendio. Los siniestros no generaron daños en las personas, dado que el edificio se encontraba desocupado por no ser un día habitual de sesiones.

La toma y daños en el inmueble estatal se dieron en el contexto de una manifestación convocada por artistas, colectivos y docenas de organizaciones sociales y su objetivo era el rechazar el presupuesto del Estado para 2021, presentado por el gobierno de Alejandro Giammattei y aprobado por el Parlamento, en su mayoría oficialista. La proyección de gastos involucra una importante disminución a las áreas de salud, educación y políticas de ayuda social, mientras que aumentaba los dineros destinados a obras públicas.

Para entender el contexto e implicancias nacionales y regionales de esta nueva crisis política en el país centro americano, es que nuestro medio conversó con Guillermo Holzmann, Analista Político y  Magister en Ciencia Política por la Universidad de Chile.

Partamos por la coyuntura. ¿A qué se debe esta movilización social en Guatemala?

Los problemas comenzaron en el primer trimestre de este año con desavenencias entre el presidente y el vicepresidente en términos que no logran generar credibilidad respecto de la gestión que están haciendo. Las críticas no solo tienen que ver con la manera que han enfrentado la pandemia, el presidente Giammattei es un médico de 64 años y sin embargo ha quedado sumido en las asesorías cercanas a él y que en definitiva lo llevaron a plantear inicialmente un confinamiento total, meses después, hace 6 semanas atrás, se baja ese confinamiento y los contagios se disparan. Sumado a lo anterior está la llegada de dos huracanes que bajan por Guatemala y dejan un daño importante, más allá de lo que la pandemia había provocado en la economía de ese país, que es bastante débil ya que depende de su exportación agrícola, que está muy asociada a la economía estadounidense y al comercio centroamericano.

Así es que las protestas van aumentando, porque se discute cómo se utilizarán los recursos obtenidos de los préstamos internacionales solicitados para combatir la pandemia: de más de 3 mil millones de dólares pedidos, solo se ha ejecutado un 15 por ciento. En Guatemala hay un foco de pobreza importante que va creciendo, aumentan también las acusaciones de corrupción, específicamente de robo de dineros a través de obras públicas yes este ultimo punto el que desata la protesta mayor de este sábado ya que el miércoles anterior el Congreso aprobó en horas avanzadas de la noche, un presupuesto 2021 con un importante aumento, a 12 mil millones de dólares, pero que baja los montos disponibles para educación, de salud, de ayudas sociales, particularmente en lo que es nutrición infantil, cuidados de párvulos y jóvenes y aumenta el presupuesto en infraestructura. Eso llevó al llamado a movilización masiva que fue muy pacífica el día sábado, pero, tal como ha sucedido en otros países, con grupos  de encapuchados que pusieron la cuota de violencia en estas demandas que buscan la renuncia del presidente y vicepresidente, cuestión que el propio vicepresidente le habría propuesto al presidente en orden a facilitar una suerte de gobierno de transición. Sin embargo, esto no ataca el tema de fondo que es la corrupción y la forma cómo la plata no se usa en beneficio de los ciudadanos. No se percibe que eso vaya a cambiar por un cambio de gobierno.

Holzmann

Guillermo Holzmann

La historia reciente de Guatemala tiene una componente importante de violaciones a los derechos humanos. ¿Cuánto de esto está presente en las actuales movilizaciones sociales?

Efectivamente los asuntos relativos a los derechos humanos y a la reforma policial han sido abordados en años anteriores, pero sin que ello afecte la manera en que se distribuye el poder en ese país, ni tampoco resultados positivos perceptibles por la ciudadanía en materia de políticas públicas eficientes o, en general, cuestiones que sean acordes a las necesidades de la población.

Hoy, el tema de DD.HH. en Guatemala está muy bien instalado y las organizaciones ven que todo ello se está deteriorando por la forma en que  se está gobernando y la manera en que se están distribuyendo los dineros que el país pide al extranjero. Consideremos que está sosteniendo su presupuesto 2021 casi en un 30 por ciento de  endeudamiento internacional, sobre el que ya tenía. En ese entendido, Guatemala enfrenta todos los visos de una crisis política basada en la ingobernabilidad, la falta de confianza en las autoridades políticas y la falta de credibilidad en la manera que se maneja el poder y los recursos.

Guatemala ve anualmente cómo gran cantidad de sus nacionales prefieren emigrar hacia Estados Unidos. ¿Cómo se proyecta la relación entre ambos países en un nuevo gobierno demócrata con Joe Biden a la cabeza?

Lo que se espera del gobierno de Biden es que genere una situación de tranquilidad interna de Estados Unidos, ello significa generar condiciones para legalizar a quienes se encuentran residiendo allá. Lo otro importante es lograr la reunión de las familias, porque uno de los legado de Trump es la separación de niños con sus padres al ingresar a Estados Unidos. Lo que no va a cambiar mayormente son las restricciones de la inmigración: las marchas de hasta 5 mil personas que caminan hacia las fronteras estadounidenses. Eso se ha detenido bajo la lógica Trump que es por la vía de las sanciones o por la de la exigencia que México o Guatemala no dejen pasar a estos migrantes. Biden probablemente generará ayudas económicas a Guatemala a través de las agencias federales que Estados Unidos tiene desplegadas en Centroamérica de modo de cooperar a aliviar un poco la explosión social y económica de ese país, pero no va estar por la vía de abrir puertas a una emigración masiva de guatemaltecos a Estados Unidos, porque ya hay una cantidad importante de centroamericanos residiendo allá y se estima que un 60 por ciento está indocumentado, aunque lleven varios años e incluso tengan hijos estadounidenses. Entonces Biden va a optar por generar una mayor cooperación económica y social, va a involucrar a los organismos centroamericanos| para generar y focalizar las ayudas. La cuestión es si tales ayudas efectivamente van a llegar a la población guatemalteca, que es lo que se cuestiona por parte de los habitantes de Guatemala o se va a quedar enredada en la corrupción del Estado del país centroamericano.

Varios de los manifestantes señalaron a los medios de prensa que este nivel de violencia no se veía desde que Otto Pérez Molina saliera de la presidencia. Eso ocurrió solo hace 5 años, ¿por qué Guatemala no ha podido resolver o apaciguar sus conflictos internos?

Guatemala tiene acceso al Pacífico como al Caribe y los países centroamericanos han tenido una inestabilidad política que para América del sur ha pasado desapercibida. Pese a lo anterior, Guatemala era uno de los países con mayor expectativa de estabilidad, pero eso se ha ido perdiendo y lo que pasó el sábado genera una crisis que preocupa no solo al mismo país, sino también a los otros países de Centro América como Costa Rica, Honduras, El Salvado y para qué decir, Nicaragua. En consecuencia hay un escenario en que, dado que Guatemala no ha logrado consolidar su democracia ni ha dado una lucha eficiente contra la corrupción, se ve mermada la fortaleza de la democracia. Lo que se proyecta hoy con las movilizaciones masivas es que se van a mantener en orden a aumentar la presión por la renuncia del presidente y vicepresidente. Por eso se augura una semana bastante difícil en ese país, pero a la vez, hay que estar pendiente de lo que pasa en el resto de Centro América y Estados Unidos tiene mucho que decir respecto de la cooperación para normalizar las relaciones de poder, dejando de lado la corrupción.

 

Las soluciones no se ven fáciles porque hay muchos sectores interesados en que esto no tenga solución, como el crimen organizado, los débiles partidos políticos que no logran establecer un consenso mínimo para asegurar la estabilidad que ese país necesita.

En América en los últimos 18 meses varios países han visto importantes movilizaciones sociales: Ecuador, Chile, Perú y ahora Guatemala. ¿Estamos ante un movimiento social continental de la ciudadanía contra la corrupción y el poder?

Gran parte de la movilización social que hay en distintos países de toda América Latina, desde México a Chile, tiene que ver con que hay un elemento motivador que dinamiza a personas que no necesariamente mantienen una posición ideológica. Ese elemento es que la corrupción nos afecta directamente, por lo tanto ello genera una capacidad de movilización tendiente a modificar los comportamientos políticos, porque ahora la sociedad exige resultados. En América Latina a eso hay que sumar factores ideológicos muy asociados a un deja vu del siglo XX, a una crítica permanente del neoliberalismo y la manera  que se gestionan sus políticas y también hay un ciudadano que se siente abandonado por el Estado porque cuando las personas pide su ayuda, resulta que el Estado está al servicio de otros intereses que no son de la sociedad, ni siquiera son ideológicos sino netamente económicos asociados a la corrupción.

¿Es ese un caldo de cultivo ideal para el surgimiento de líderes populistas?

Indudablemente. El populismo se está basando en las propias incoherencias de un proceso que quienes detentan el poder del Estado y la élite que rodea ese establishment no han querido enfrentar o no saben cómo hacerlo. Hay una carencia de liderazgo, de capacidad y de entender que la sociedad de la única forma que puede avanzar es neutralizando, persiguiendo y condenando la corrupción, pero eso requiere una hora de ruta muy marcada hacia el desarrollo de la sociedad.

Si surge un populismo de siglo XXI, será uno que prometerá resultados y luchar contra la corrupción, entregando muchos beneficios a los ciudadanos pero que seguramente terminará enredado en las mismas redes de poder que funcionan ahora. La corrupción, en términos simples, es un cáncer de la democracia y hoy la ciudanía quiere que tenga solución y si no la tiene, el populismo está a la vuelta de la esquina con el precipicio que se asocia a él; En consecuencia, está instalada la incertidumbre, la indignación social y eso genera una crisis de la que no se puede salir sin un liderazgo marcado y con una hoja de ruta clara.

Volviendo a Guatemala. De producirse la renuncia del Presidente y Vicepresidente, ¿en qué situación política queda ese país?

El Congreso deberá definir cuál es el mecanismo para cubrir la vacancia. Puede ser que ellos mismos nombren un gobierno de transición apoyado por el Poder Judicial y hacer un llamado a  elecciones en el menor plazo posible. Todo eso en el contexto de la pandemia, en un años de huracanes que dejaron pérdidas millonarias y con muchísimas pérdidas de vidas, por lo tanto, la situación es bastante compleja así que veremos si la clase política tiene la voluntad de ponerse de acuerdo y lograr una salida de consenso. Sin eso, la situación en Guatemala y, por extensión, en Centro América se va a complicar mucho más.

 

Foto @Archivo Getty Images.




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