"Ampliar la democracia", el manifiesto que busca dotar al pueblo de más poder en la nueva Constitución

El abogado Jorge Arrate y el académico de la Universidad de Chile, Carlos Ruiz Encina, se refirieron a este manifiesto que urge por ampliar las fronteras del poder de cara al proceso constitucional.

El abogado Jorge Arrate y el académico de la Universidad de Chile, Carlos Ruiz Encina, se refirieron a este manifiesto que urge por ampliar las fronteras del poder de cara al proceso constitucional.

En conversación con la primera edición de Radioanálisis, el abogado, economista y exministro, Jorge Arrate, junto al sociólogo, Doctor en Estudios Latinoamericanos, académico de la Universidad de Chile, presidente de la Fundación Nodo XXI y candidato a la convención constitucional, Carlos Ruiz Encina, se refirieron al manifiesto: “Ampliar la democracia. Más poder al pueblo en la nueva Constitución”.

Al respecto, ambos sostuvieron que la nueva Constitución debe ser la puerta para un proceso largo que permita “desmontar el neoliberalismo” y también en la importancia de que los representantes que sean electos para la convención “cedan poder a sus representados”.

Carlos ¿Por qué pensaste que esta iniciativa era necesaria cuando algunas de las ideas que contiene el manifiesto están rondando?

Carlos Ruiz: Bueno, cuando partimos no estaban rondando. Empezó como una preocupación en el comando, mucha gente de la que impulsó inicialmente la candidatura empezó a plantear la preocupación y también nos pasó mucho durante la campaña en la calle respecto de la inquietud por la fragmentación que había de este lado de la vereda de las fuerzas transformadoras, frente a lo que se veía del otro lado con mucha articulación de las fuerzas conservadoras que iban a defender el modelo de sociedad y crecimiento, que no es solo la derecha formal, sino que la captura empresarial se extiende a ciertas élites de la Concertación, entonces se iba a plantear un escenario que era mucho más complejo que el que se tenía inicialmente dibujado como extensión mecánica de las proporciones que se votó el 25 de octubre. Ante esa fragmentación orgánica de una proliferación de listas, por ejemplo en el distrito donde voy yo van más de 70 candidatos al proceso constituyente, del cual más del 80% son de las listas populares, sociales y de izquierda. En Valparaíso pasa algo parecido y que tiene que ver con el hecho de que los partidos, en general, no le dieron todo el espacio suficiente a las distintas fuerzas, coordinadoras, cabildos, que se habían constituido desde octubre y que por primera vez inauguran un proceso donde se inscriben en los procesos electorales, instalando un dato político que no había ocurrido en los últimos 30 años, que tienen que ver con el monopolio de representación que tenían los partidos. El dato ya está instalado, entonces ante eso empezamos a discutir qué hacer y ahí tratamos de incidir, más bien en la perspectiva de que esta fragmentación orgánica se trasladara a una fragmentación posible de contenidos y buscar contenidos articuladores y ahí nos empezamos a concentrar, sobre todo en la idea de que además de los derechos puntuales que cada movimiento tiene, articular una forma de poder vinculante en la Constitución con estatuto institucional que permitiese una participación de las formas de representación de la sociedad civil, en un proceso que nosotros pensamos que para desmontar el neoliberalismo va a ser largo y donde la Constitución será la puerta de apertura de un proceso que será complejo, que no será lineal, con avances y retrocesos, con mucha resistencia de las fuerzas conservadoras y por lo tanto había que construir un principio habilitante de esas fuerzas, con garantías de participación y que se constituyere en un principio de constitución y proyección de esas fuerzas, en el escenario que vemos se proyecta hacia adelante.

¿Te parece que hemos llegado a tener, a pesar de las limitaciones, una mirada más general respecto de lo que representa cada cual o todavía podría haber confusión al respecto?

Jorge Arrate: Yo creo que esa mirada general está constituyéndose, estamos a una semana de las elecciones y no diría yo que está plenamente constituido. ¿Por qué? Porque como se ha señalado en este proceso se produjo una gran participación de personas que no pertenecían a partidos políticos, generalmente independientes, muchos de ellos muy valiosos, el hecho de ser independiente es la característica de la mayoría de los chilenos, pero cuando se participa en política y uno es independiente, tiene que presentar una historia. En general en esta campaña hay listas que se llaman independientes x, cada uno tiene una historia y tiene una historia política. Sería muy deseable que los independientes pusieran una hojita donde estén sus opciones electorales en los últimos 30 años, porque el independiente es independiente, pero tiene un currículo político que acarrea tras de sí y yo creo que ese fenómeno ha hecho más difícil el constituir grandes visiones globales y segundo son las perspectivas legítimas que se identifican con determinadas causas. En Chile han sido muy importantes los esfuerzos hechos por los medioambientalistas, han sido muy importantes aquellos que han puesto el énfasis en el cuidado de la niñez y todo eso estuvo presente, de una u otra forma, en el estallido social y hay otros movimientos que en algún momento nacieron como causas más parciales pero que han adquirido una gran globalidad como el feminismo que hoy representa un aporte clave en lo que es una mirada global. Yo creo que esa mirada se ha perdido un tanto y yo vi en los planteamientos que hacía Carlos un esfuerzo, primero por converger, buscar coincidencias, proyectarlas más allá de las elecciones y segundo, una mirada más global en el sentido de poner énfasis en lo que yo considero es un tema clave de la nueva Constitución. La nueva Constitución no es el fin de una lucha, es el comienzo de un ciclo de luchas y en ese comienzo nosotros tenemos que tener habilitados aquellos mecanismos que permitan impulsar los cambios con una base democrática y eso es lo que ‘Ampliar la democracia’ pretende, poner eso en el centro, no la discusión sobre cómo se relacionan entre sí los poderes establecidos en la Constitución de un régimen de separación de poderes y de una democracia representativa, sino que ir más allá, para que esa democracia se amplíe y se profundice en el sentido de poner término a la sequía democrática después de cada elección. Se hace la elección, se vota y después la mayoría de la ciudadanía queda sin una capacidad de decidir y de incidir en las decisiones más importantes de la sociedad.

Uno de los temas importantes, que con toda seguridad aparecerá luego de las elecciones, es cómo se vinculará la democracia representativa con la participación vinculante. Hay algunos que ven una contradicción infranqueable entre ambas dimensiones. Está instalado el debate sobre los procedimientos y respecto a si la Convención Constitucional debe autónomamente deliberar o puede recurrir a otros mecanismos de participación directa como los plebiscitos. ¿Qué mirada tienen sobre esto?

CR: Yo he discutido y porfiado bastante en los medios, la televisión, incluso por la prensa escrita la medida en que se ignora que este proceso constituyente tiene su origen en una crisis social y una revuelta popular. Eso se ignora completamente y he dicho que lo que se pretende es pasar de un ‘no lo vimos venir’ a un ‘aquí no ha pasado nada’ y por lo tanto volver a concentrar esto en una discusión de readecuación de la esfera de representación política y en eso me parece que incurre mucha izquierda, constitucionalistas a los que le tengo mucho respeto y que con la mejor voluntad concurren ahí, pero me parece que hay una mirada muy escolástico-formalista del problema y lo que hay que habilitar es mucho más en la participación, la capacidad de decisión del poder social, del poder de la sociedad. Hay que habilitar más sociedad porque tiene un divorcio muy grande con la política y la tiende a desbordar, tiene una cantidad de demandas de toda esta nueva geografía social y cultural. Jorge hacía un panorama enorme de elementos que no tienen reconocimiento institucional y que de nuevo van a volver a estallar incluso después del proceso constituyente. Esto puede conducir a una frustración enorme y desmontar el neoliberalismo no será una tarea fácil. Eso también hay que decirlo muy transparentemente, puede tomar toda una década de lucha, entonces, en ese sentido el proyecto o la estrategia con que abordemos la oportunidad constituyente histórica tiene que ser bajo una perspectiva que habilite el proceso de construcción y proyección de esas fuerzas que ya emergieron, no es que estemos inventando algo que no existe, sino que aumente su poder de decisión en un montón de esferas. A todos los movimientos nos podría unir el mismo eje que es un eje de poner el centro en la distribución del poder y la forma tan asimétrica en que está constituida la institucionalidad que da poco espacio de determinación a la sociedad que tiene una democracia representativa que es extremadamente delegativa, en el cual tiene una especie de pueblo ausente, de ciudadano pasivo. Ahí hay que construir una serie de formas y garantías de participación y en eso nos podríamos articular como unidad todos los candidatos constituyentes que vamos en distintas listas y para eso apareció este manifiesto y lo han ido asumiendo muchos candidatos de distintas listas. Quien va a realizar las transformaciones, en términos sustantivos, no es un grupo de iluminados que puedan llegar al proceso de deliberación constituyente, sino que será la sociedad. Por lo tanto, tenemos que desarrollar un principio de habilitación de toda esa participación vinculante a través de distintos consejos que puedan relevar todas las luchas y todos los derechos que han sido negados y que puedan intervenir y confrontar a un poder despótico empresarial que existe y que es tremendo. Esa es la desigualdad de poder y si quieres es el origen, la plataforma, la base, la madre de todas las desigualdades. Entonces, si atacamos ese punto, si concentramos los cartuchos en ese punto, estamos abriendo un proceso, efectivamente, de transformaciones hacia adelante, que no resolverá el proceso constituyente, pero las garantías de que las transformaciones se vayan generando la construirá la propia sociedad.

Vivimos en un país donde el poder está extraordinariamente concentrado y la pandemia lo ha demostrado. Puede llegar a suceder el hecho antinatural de que se cae el avión pero hay un par de pasajeros que terminan mejor. Eso tiene que ver con la concentración del poder. Estos esfuerzos por fomentar la participación efectiva en la toma de decisiones son también una manera de redistribuir el poder. ¿Qué podrían decir al respecto?

JA: Nuestro país se ha caracterizado por una tremenda concentración del poder económico y también del poder político, en la medida en que tenemos un régimen hiperpresidencial y democrático representativo prácticamente en un 100 por ciento. Qué quiero decir, que es un régimen en que la representación que se produce a través de los procesos electorales democráticos es total. Se le da la representación a una persona por un periodo largo de tiempo y luego con ello se cede toda posibilidad de incidir directamente en las resoluciones que se tomen en distintas materias que interesan a la ciudadanía. Eso es lo que hay que romper porque no solo hay cortes económicos sociales en nuestra sociedad, segmentaciones económico-sociales generadas en esta tremenda desigualdad, sino que también existen una distribución del poder entre los que son una élite, un grupo pequeño, en el que nos incluimos los dirigentes o fuimos dirigentes políticos, y la gran mayoría de la ciudadanía, los menos y los más. Entonces, hay que redistribuir el poder entre esos menos y esos más. Para decirlo en un lenguaje más crudo: los representantes tienen que ceder poder a sus representados y hay quienes sostienen que hay mecanismos establecidos para lograr este objetivo como son los plebiscitos, la revocatoria del mandato, la iniciativa popular de ley que surge de la ciudadanía, pero estos en realidad son buenos mecanismos, pero mecanismos correctivos de la situación de falta de incidencia, de falta de derecho a decidir de la ciudadanía. No son mecanismos que resuelvan esta carencia que tiene nuestro sistema hoy día, que solo se resuelve en la medida que exista redistribución del poder entre representantes y representados. Esto existe en países tan distintos a nosotros como Suiza. En Suiza hay un sistema muy antiguo de participación directa, no solo el plebiscito. Ahora qué tenemos que ver con Suiza, bueno somos distintos entonces tenemos que buscar las fórmulas y estas fórmulas están planteadas en lo que Carlos ha dicho en su campaña que es por la vía de los consejos, formulas que permitan la participación ciudadana para los más, para que la voluntad de los más siga viva, para que no tengamos elecciones que en realidad lo que hacen es resucitar, por un momento fugaz, la voluntad popular y luego apagar esa voluntad popular. Este es el gran desafío de la nueva Constitución.





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