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Flora Guerra: acordes al aula

Columna de opinión por Yvaín Eltit
Sábado 3 de julio 2021 11:43 hrs.


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Hablar de Flora Guerra Vial es remontarnos a una mujer que nunca se rindió ante nadie, una dama que con su talento y gracia fue capaz de volver material aquella pasión musical que la embargaba por completo.

El amor por la música lo llevaba en la sangre. Nace el 29 de abril de 1918 en calle Miguel Claro n°248, Santiago. Fue hija del primer violinista del Teatro Municipal de Santiago Julio Guerra García (1876-1932), y la profesora de teoría y solfeo (metodología de entrenamiento para la lectura de partituras) Flora Vial Jones (1886-1954), ambos académicos del Conservatorio Nacional de Música, quienes se habían casado el 21 de mayo de 1907.

Al tiempo tuvo como su maestra nada más ni nada menos que a la pianista Rosita Renard Artigas (1894-1949), siendo no solamente una de sus estudiantes más aventajadas, sino también parte de su grupo de contadas ayudantes.

Con apenas 21 años se presenta en público con las obras “El clavecín bien temperado” de Johann Sebastián Bach (1685-1759), y las “32 sonatas” de Ludwig van Beethoven (1770-1827), ocasión en la que fue felicitada por el pianista Claudio Arrau León (1903-1991).

En 1948 se transforma en la primera mujer latinoamericana en presentarse en medios norteamericanos como la National Broadcasting Company-NBC (Compañía Nacional de Radiodifusión) y la CBS de Nueva York.
Posteriormente llegará a los más afamados medios europeos, entre ellos: BBC de Londres (Inglaterra), Radio y televisión francesa (Francia), Radio Varsovia (Polonia), Radio Moscú (Rusia) y Televisión “La Suisse Romande” (Suiza).

Cinco años más tarde interpretó en el Teatro Municipal de Santiago el “Concierto en Sol” del compositor francés Maurice Ravel (1875-1937), estando bajo la supervisión del maestro ucraniano Igor Markévich (1912-1983). La instancia es celebrada por el compositor, el cual sería el paso final para su consagración a nivel internacional como solista.

En más de medio siglo de su incesante carrera pianística se vinculó con incontables artistas, compositores, directores y músicos. En relación con ello, su hijo y músico Cristóbal Giesen Guerra (1957) relata los más cercanos desde su punto de vista: “Rosita Renard su maestra y gran artista; Igor Markévich quien la dirige en el concierto Ravel; Leonard Bernstein (1918-1990) en Nueva York; Arturo Benedetti Michelangeli (1920-1995) a quien conoce en Varsovia 1955; Claudio Arrau a quien estimaba por sobre todos, como artista y persona. Los directores Natan Grigoryevich Rajlin (1905-1979), Georg Ludwig Jochum (1909-1970), Víctor Tevah (1912-1988) y Agustín Cullel (1928-2017).

Hizo música de cámara en Chile con el Cuarteto Santiago, Elvira Savi (1920-2013), Elisa Alsina (1940)”.

Se casó dos veces, su primer marido fue Pedro Leon Ugalde Levancini (1904-1955), tuvieron dos hijos: Ximena (1939), pianista y docente del Instituto Música de la Universidad Católica, y Pedro (1943), ingeniero; su segundo matrimonio fue con Álvaro Giesen Larrahona (1929-2008), quien la apoyaría en toda su carrera y proyectos, de aquella unión nacería su hijo Cristóbal, violista y productor musical.

Si bien lució como pocos afuera, su compromiso con la música nacional fue parte de sus prioridades.

En 1961 el Instituto de Extensión Musical de la Universidad de Chile le rinde homenaje al académico, compositor, y uno de los fundadores de la Asociación Folklórica Chilena (hoy Sociedad de Folclor Chileno), Domingo Santa Cruz Wilson (1899-1987), ocasión en la que Flora deslumbra como solista con las complejas “Variaciones en tres movimientos para piano y orquesta”. Será la tercera vez que esta obra se repone y tocaba con gran genialidad, la crítica de la época dirá: “la pianista Flora Guerra se desempeñó con gran honestidad y competencia artística, destacándose como una intérprete de primera categoría” .

En sus innumerables giras al exterior a naciones como Argentina, Austria, Brasil, Colombia, Cuba, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Polonia, República Dominicana, Rumania, Rusia, Suiza y Uruguay, estrenó obras de compositores chilenos como Pedro Humberto Allende Sarón (1885-1959), Enrique Soro Barriga (1884-1954), Carlos Botto Vallarino (1923-2004), Alfonso Leng Haygus (1884-1974), Gustavo Becerra Schmidt (1925-2010) y Marcelo Morel Chaigneau (1928-1983). Lo que le valió el reconocimiento honorífico de la Asociación Nacional de Compositores (A.N.C.) por su inacabable labor en 1963.

También interpretó a grandes maestros latinoamericanos como Alberto Ginastera (1916-1983) y Heitor Villa-Lobos (1887-1959), de este último destaca la grabación del vinilo “A prole do bebé” para el sello ruso Melodía.

Siempre estuvo enamorada de su gran compañero: el piano. Sin embargo, no concebía el ejercicio musical sin la enseñanza, teniendo una predisposición inquebrantable. Muestra de aquello fue su vasta labor como académica titular de la cátedra de piano (1954-1976) en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile.

Al respecto sobre el papel de Flora, su hijo Cristóbal comenta: “Absolutamente, su ejemplo como gran artista y maestra me han acompañado siempre. Me decía “jamás deje la música porque es lo mejor que usted tiene”.

Su influencia en la educación musical fue gravitante para los programas de enseñanza de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, y el departamento de música de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

La amplitud de su pensamiento rompió toda frontera posible, viendo a sus estudiantes como sus pares, testimonio de ello fueron los ciclos de recitales y obras, como: “24 preludios del Op. 28” de Frederic Chopin (1810-1849) en 1959, “los 24 preludios del Libro I y II” de Claude Debussy (1862-1918), en 1962; las “32 sonatas” de Ludwig van Beethoven, en 1963; y las “Suites Francesas e Inglesas” de Johann Sebastián Bach, en 1968.

Destacó como observadora, jurado oficial y jurado de honor en las ediciones del Concurso Frederic Chopin realizadas entre 1955 y 1990.

En 1971, el Ministerio de Cultura de Polonia la condecora con la Orden al Mérito por su labor de acercamiento cultural entre Chile y Polonia.

En nuestro país contribuyó con la fundación de la Corporación Arrau (1985). Recibe el Premio del Círculo de Críticos de Chile, a la mejor intérprete en música clásica. Acerca del legado de Flora Guerra, su hijo Cristóbal señala: “Su legado es inmenso en la formación de los pianistas y maestros nacionales que han continuado sus enseñanzas.

Fundó la Sociedad Chopin (1991) reconocida en el mundo de la música, que ha fomentado la carrera de los jóvenes pianistas chilenos”.

En 1993 la Universidad de Chile la nombró profesora emérita por su infinita trayectoria pedagógica y musical.

Flora Guerra Vial partiría al viaje eterno el 23 de octubre de 1993 en Santiago de Chile a los 75 años.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.