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Haití, la tormenta perfecta

Hasta ahora, la forma cómo pudo perpetrarse el asesinato sigue en una nebulosa y sólo las cámaras de seguridad testimonian lo que allí sucedió. En los videos se puede ver cómo unos 30 sujetos -ataviados con chalecos antibala de la DEA, la agencia antidroga de Estados Unidos- salen tranquilamente de la residencia presidencial tras haber ejecutado aparentemente la operación.

Luis Schwaner

  Sábado 10 de julio 2021 11:42 hrs. 
Haití

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Por lo menos 28 atacantes participaron en el magnicidio del presidente de Haití, Jovenel Moise, reveló en conferencia de prensa el director general de la policía de esa nación caribeña, Leon Charles, en Puerto Príncipe. Agregó que 26 de ellos eran sicarios colombianos y dos, aunque de origen haitiano, poseían nacionalidad estadounidenses. “Arrestamos a 15 colombianos y a dos estadounidenses de origen haitiano. Tres colombianos más  murieron y otros ocho huyeron”, agregó Charles, junto con permitir que la prensa internacional accediera a un video -sin sonido- que muestra a los apresados, testimonio gráfico que ha sido ampliamente difundido.

Y en Colombia, el ministro de Defensa, Diego Molano, confirmaba a solicitud  oficial de Interpol, que seis sospechosos son, efectivamente, ciudadanos colombianos, miembros retirados del ejército de ese país.

“Se están haciendo todas las verificaciones en Colombia para enviar un informe completo a las autoridades de Haití”, complementó el general Jorge Luis Vargas, director de la policía nacional de Colombia. “Dos de los seis individuos, sindicados como los presuntos autores del homicidio del presidente Moise, murieron”, agregó el general Vargas sin entregar mayores detalles. Esos dos nombres, según se constató, corresponden a los de dos suboficiales retirados del ejército de Colombia, explicó. Posteriormente las autoridades colombianas recibieron otros cuatro nombres de personas capturadas por la policía haitiana, que corresponderían también a cuatro soldados retirados del ejército, agregó.

En tanto, al día siguiente del crimen, en Puerto Príncipe una turba enfurecida rodeó la comisaría donde supuestamente se mantenía a los sospechosos e intentaron linchar a dos de ellos, ambos colombianos, aunque el hecho no pasó a mayores, según el diario haitiano Le Nouvelliste. Luego, los días en la capital haitiana comenzaron poco a poco a recobrar su actividad y el foco de atención se centró en el elegante barrio de Petion Ville, donde residían Jovenel Mois y su familia.

Hasta ahora, la forma cómo pudo perpetrarse el asesinato sigue en una nebulosa y sólo las cámaras de seguridad testimonian lo que allí sucedió. En los videos se puede ver cómo unos 30 sujetos -ataviados con chalecos antibala de la DEA, la agencia antidroga de Estados Unidos- salen tranquilamente de la residencia presidencial tras haber ejecutado aparentemente la operación. En ese momento, el cadáver de Jovenel Mois permanecía en su cama con 16 disparos, uno de los cuales también habría acanzado a su esposa, quien fue trasladada de urgencia a un hospital de Miami, donde fue intervenida, encontrándose fuera de peligro.

A lo anterior se suma el testimonio del embajador de Haití en Washington, Bocchit Edmon, quien afirmó que, según la información existente, los perpetradores serían  “extranjeros ayudados por cómplices locales”. En los vídeos que circulan en redes sociales sobre lo ocurrido durante la madrugada del asesinato, se escucha a un hombre con acento estadounidense decir en inglés por un megáfono: “Operación de la DEA. Todos deben retirarse. Operación DEA. Todos retrocedan, retírense”.

Por supuesto, y como era de esperar, el Departamento de Estado negó casi de inmediato que los atacantes fuesen agentes estadounidenses y, previo acuerdo con el gobierno interino de Haití, envió presurosamente a Puerto Príncipe a un nutrido grupo de agentes del FBI compuesto por 24 supuestos especialistas que, según lo declarado “oficialmente” por Washington, pretenden colaborar con resolver el caso y ayudar en la intensa cacería humana que está llevando a cabo la policía haitiana.

Una fuente cercana a la presidencia haitiana que prefiere el anonimato por temor a represalias, confirmó al diario “El País”, de España, que “se trató de una operación perfectamente orquestada que requiere de tiempo y dinero para su organización”. ejecutada “por profesionales”, aunque no se sabe quién está detrás, señala.

En este punto hay que recordar que tan sólo el 5 de julio, el presidente asesinado había nombrado al opositor Ariel Henry como primer ministro, intentando así un acercamiento que permitiera recomponer relaciones políticas para llevar a cabo la hoja de ruta de su gobierno, que contemplaba elecciones presidenciales y legislativas, así como un plebiscito para una nueva constitución. Pero Henry, que reclama el puesto como suyo, no llegó a jurar el cargo y Claude Joseph, el primer ministro saliente, dice ahora que no se va, dejando claro quién tiene el poder real con medidas como la implantación del estado de sitio, el cierre de la frontera con Republica Dominicana y decretando la ley marcial en el país. Al mismo tiempo, la Corte Suprema de Justicia, que es la institución encargada de resolver la controversia entre ambos, está disuelta y su presidente murió la semana pasada por Covid. Y tampoco hay Asamblea Nacional, ya que ésta había sido disuelta por Moïse, quien gobernaba por decreto desde hace más de un año. De todo ello se desprende que el presidente haitiano tenía muchos enemigos entre los monopolios empresariales y la clase política, que habrían sentido que perderían privilegios con el plebiscito constituyente al que había convocado Moise.

Ante este panorama la comunidad internacional se muestra inquieta por la nueva crisis que hunde al país y, más allá de las múltiples declaraciones de otros tantos jefes de Estado, así como el llamado del Papa y del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a la calma en la nación caribeña, lo que azuza el temor en el mundo es el recuerdo de la violencia con que han terminado algunas de las revueltas políticas más recientes desde los tiempos de los Duvalier o Aristide en la isla.

No obstante, el verdadero telón de fondo del crimen es la casi irremontable crisis política, social y económica en la que se encuentra inmerso el país más pobre de América Latina. Un país donde el 60% de sus 11 millones de habitantes gana menos de 2 dólares diarios.

Imagen: RFI-AFP Valerie Baeriswyl

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