De 3 millones 300 mil en 1939, a sólo 380 mil en 1945

Así de brutal fue la disminución de la comunidad judía en Polonia debido al masivo exterminio perpetrado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de ellos fueron asesinados en ghetos y en los seis campos de la muerte que los alemanes hicieron funcionar a toda máquina y contra reloj en tierras polacas para cumplir con la locura de Hitler, el “Anschluss” o “la solución final”. Hoy, sin embargo, la reforma legislativa del gobierno polaco que establece en sólo 30 años el período retroactivo para reclamar la restitución de propiedades incautadas por los alemanes o durante el período comunista, ha llevado las relaciones entre Tel Aviv y Varsovia a una crisis grave y sin precedentes.

Así de brutal fue la disminución de la comunidad judía en Polonia debido al masivo exterminio perpetrado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de ellos fueron asesinados en ghetos y en los seis campos de la muerte que los alemanes hicieron funcionar a toda máquina y contra reloj en tierras polacas para cumplir con la locura de Hitler, el “Anschluss” o “la solución final”. Hoy, sin embargo, la reforma legislativa del gobierno polaco que establece en sólo 30 años el período retroactivo para reclamar la restitución de propiedades incautadas por los alemanes o durante el período comunista, ha llevado las relaciones entre Tel Aviv y Varsovia a una crisis grave y sin precedentes.

La decisión del presidente polaco Andrzej Duda de firmar la ley este reciente fin de semana restringe significativamente los derechos para recuperar propiedades confiscadas y afecta los intereses de los supervivientes judíos del Holocausto y sus descendientes en un país que, bajo la ocupación nazi, se convirtió en un enorme cementerio para el pueblo judío. No obstante, la ley -que entrará en vigencia en 30 días más- fue aprobada por el Parlamento, polaco en uso de sus facultades soberanas como nación y está basada en una sentencia del Tribunal Constitucional del 2015.

Pero desde Israel no se han hecho esperar voces airadas. El primer ministro Naftali Bennett, afirmó que la decisión del presidente Duda es “un vergonzoso desprecio por la memoria del Holocausto”. “Israel ve con la mayor seriedad la aprobación de la ley que impide que los judíos reciban una compensación por la propiedad que les fue robada durante el Holocausto”, clamó.

Por su parte el ministro de Relaciones Exteriores, Yair Lapid, aseguró que la ley aprobada es antisemita y no ética. “Polonia se ha convertido en un país antidemocrático, que no respeta la mayor tragedia en la historia de la humanidad. El mundo no puede callar. Israel y el pueblo judío no se callarán”, dijo.

Y uniendo la palabra a la acción, Lapid ordenó el regreso inmediato de su representante en Varsovia, Tal Ben Ari, y congelar la salida a Polonia del nuevo embajador Yacov Livne. Además, aconsejó al embajador polaco en Israel, Marek Magierowski, que “aproveche el tiempo para explicar a los polacos cuál es el significado de la Shoá para los ciudadanos israelíes y que les transmita que no toleraremos el desprecio a la memoria de las víctimas y de la Shoá. Esto no se quedará aquí”, dijo casi colérico.

En la otra mano, Varsovia aclara que no es una ley dirigida contra los judíos y que su objetivo es poner fin al caos jurídico, burocrático e inmobiliario que existía desde hace muchos años en torno a las exigencias y requisitos para poder restituir propiedades, así como la incertidumbre en la que se debaten al respecto muchos propietarios. La reforma legislativa, que establece como límite temporal de restitución los últimos 30 año, está basada, por lo demás, en una sentencia del Tribunal Constitucional del 2015, se defiende Polonia.

No obstante, el presidente de la Organización Mundial de Restitución Judía, Gideon Taylor, reconoció que la nueva ley “es igualmente injusta, tanto para judíos como para no judíos”, advirtió.

Así las cosas, para Yair Lapid se trata también de una cuestión personal porque, más allá de haberse convertido en la voz más significativa en todo lo referido al respeto que se debe a la memoria de la Shoá, muchos de sus familiares fueron asesinados durante el Holocausto. Uno de los que sobrevivió fue su padre, Thomas Lapid, un periodista que llegó a ser  ministro de Justicia de Israel y que, más tarde, presidió el Museo Yad Vashem en Jerusalén, que honra la memoria de los seis millones de judíos exterminados por los nazis y sus aliados.

El líder político centrista y posible próximo primer ministro cuenta esta vez con el apoyo de su colega estadounidense Antony Blinken, también claramente opuesto a la ley polaca. A pesar de que, como jefe de la oposición al ex premier ultra conservador  Benjamin Netanyahu, Lapid había criticado duramente la ley que sancionaba a historiadores que investigan y recuerdan el papel cómplice de muchos polacos en los crímenes nazis, junto al rol que jugaron aquellos que sí ayudaron a los judíos.

Habrá que esperar, pues por ahora no hay visos de negociación entre el Estado judío y el Estado que alguna vez albergó más judíos en Europa.

(Imagen: http://auschwitz.org/)





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