Durante la pandemia, los servicios sanitarios de distintas partes del mundo -incluyendo Chile- han atravesado momentos de colapso debido al alza de contagios y a capacidades hospitalarias más o menos restringidas. Este contexto, que ha significado postergar atenciones médicas de rutina y de patologías crónicas, ha provocado además algunos problemas en el goce de la sexualidad, tal como lo demuestra en el primer monitoreo levantado por Corporación Miles sobre acceso a la salud sexual y reproductiva durante la crisis sanitaria.
De acuerdo al informe, que comparó ciertos indicadores relacionados con el acceso a los servicios de salud, durante los meses de enero a junio de 2020 y 2019 las atenciones médicas en salud sexual y reproductiva disminuyeron en un 51 por ciento en el período, mientras que los controles de regulación de la fertilidad sufrieron una caída de un 43 por ciento. Respecto a la entrega de preservativos resistentes con lubricante, la encuesta demostró que ninguna persona pudo conseguir (marcando un 0 por ciento de cumplimiento).
Esta realidad ha afectado principalmente a mujeres y personas gestantes en edad fértil, pero también a aquellas personas afectadas por el VIH y otras infecciones de transmisión sexual. Por esta razón, de acuerdo a la académica de la Escuela de Salud Pública de la U. Chile, Dra. Pamela Eguiguren, se han vulnerado los derechos sexuales y reproductivos de la población. “La crisis sanitaria ha golpeado particularmente a las mujeres, en ese sentido, también el acceso a servicios que son más requeridos por ellas. Creo que ha sido difícil para los servicios el dar una respuesta a situaciones que no debiesen haber ocurrido, como la falla de anticonceptivos distribuidos, y también tendría que haber una respuesta acorde con la responsabilidad frente a las consecuencias que puedan haber tenido para ellas”, sostiene.
Promoción de la salud sexual
En 2016, la Organización Mundial de la Salud (OMS) acordó, en el encuentro de Shanghai, adoptar los Objetivos de Desarrollo Sostenibles, más conocidos como “Agenda 2030”. En dicho documento, los Estados se comprometieron a avanzar en garantías para el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, incorporando la información y la educación, además de la integración de estas estrategias en los programas de salud nacionales. Además, se comprometieron a acabar con la epidemia del SIDA mediante estrategias similares.
Respecto de esta situación en Chile, el académico del Departamento de Atención Primaria y Salud Familiar de la U. Chile, Dr. Carlos Güida, es fundamental que no se sigan postergando dichos compromisos. “No se puede pensar en la promoción de la salud sin promover una vida sexual saludable, en el sentido más amplio e íntegro del término. Esto quiere decir que se incluya el derecho de las personas a tener, justamente, derechos sexuales y derechos reproductivos, como el acceso a una educación sexual integral que les permita reflexionar, estudiar y aprender al respecto”, señala el Dr. Güida.