Roberto Viciano es reconocido por su trayectoria como docente, investigador y autor de varios libros sobre derecho constitucional. En esa condición, desempeña la docencia en la Universidad de Valencia y dirige el doctorado en Derecho de la Universidad Andina Simón Bolívar de Ecuador.
De visita en Chile, Viciano conversó con el director de Radio Universidad de Chile, Patricio López, con quien abordó los aspectos centrales del proceso constituyente que vive nuestro país luego del estallido social de octubre de 2019.
Al respecto, el especialista subrayó que nunca un cambio constitucional parte del poder constituido que es más bien reticente a hacer modificaciones al status quo.
“Evidentemente los poderes constituidos pretenden mantener el sistema en el que viven, solamente cuando hay una presión desde afuera del sistema constitucional, desde la calle es cuando se produce esa apertura de un proceso de cambio”, comentó.
Respecto de las particularidades del proceso chileno, Viciano comentó que en el caso de Colombia en 1991 también se estableció una Convención Constituyente luego de las movilizaciones estudiantiles. Pero a diferencia de lo que ocurrió en Chile, una vez instalada la convención colombiana se declaró plenamente constituyente y no aceptó las limitaciones establecidas por el Estado.
“Al contrario de lo que ocurrió aquí, la Constituyente cuando se instaló se declaró constituyente y desconoció todos los límites que le había fijado el poder constituido y apoyados en la legitimidad histórica por haber sido provocados por una rebelión ciudadana que encabezaron los estudiantes como saben en el caso colombiano, pues entonces se libró, se declaró constituyente plena y se libró de todos los posibles controles establecidos. Esto aquí no ha ocurrido, la constituyente ha aceptado los controles que estaban fijados en el mecanismo de convocatoria de la Convención Constitucional”, indicó el docente.
Por otro lado, cuestionó la implementación del quórum de 2/3, el que dijo sólo se dio en proceso de cambios constitucionales donde una minoría busca mantener un poder de veto a lo que plantea la mayoría.
“En el caso boliviano también se colocó por los poderes constituidos un límite para las mayorías de 2/3 que viene bastante identificado de que en verdad no es un objetivo de conseguir un amplio consenso, sino de tener una minoría de bloqueo para poder interrumpir o impedir que se tomen determinados acuerdos que determinados grupos no quieren que se tomen. En realidad, aparentemente la mayoría de 2/3 dan la apariencia de que se da en un proceso de amplias mayorías, pero en realidad son mecanismos para que 1/3 pueda bloquear las decisiones de las mayorías”, subrayó.
Consultado sobre cuál es el guarismo que debería aplicarse, Viciano precisó que “el 50 por ciento más uno, esto es lo que se ha hecho en todos los procesos constituyentes desde que el mundo es mundo, salvo en algunos, como por ejemplo en Sudáfrica en donde la minoría blanca impuso el sistema de los 2/3 para garantizar que si había una mayoría negra muy grande y les imponían algunas medidas que no querían aceptar pudieran bloquear el proceso y también ocurrió lo mismo en Bolivia donde también en este caso hubo un componente racial, del miedo de la llegada de un gobierno indigenista mayoritario, pero que no había tenido nunca el poder, también los que habían detentado el poder tradicionalmente quisieron reservarse la posibilidad de poder frenar la aprobación de un texto constitucional si les parecía inadecuado”.
Sobre la orientación que deben dar las constituciones modernas a la forma del Estado, Viciano fue enfático al señalar que no pueden impulsar una organización fragmentada, ya que los desafíos que tienen los países son complejos y tienen que ver con grandes transnacionales y amenazas globales como el terrorismo y el narcotráfico.
“Hoy en día necesitamos precisamente estados muy fuertes que puedan luchar contra los grandes poderes transnacionales, contra los grandes poderes tecnológicos y para eso no solamente hacen falta estados fuertes, sino que hacen falta uniones de estados. Es decir, en el caso europeo se ve muy claramente: quién se atreve a poner una multa a Google o a Microsoft, la Unión Europea, porque ninguno de los países miembros se siente tan fuerte como para enfrentarse a un coloso que tiene tres veces el presupuesto nacional del país que pretende sancionarlo”, señaló.
De todas formas, estimó que “hay que ver los problemas específicos que puedan tener determinadas comunidades por un maltrato histórico que hayan tenido, pero yo creo que eso no hay que confundirlo con el fraccionamiento excesivo del Estado. Yo soy siempre muy contrario a la idea de la ruptura de la igualdad de la ley ante todos los ciudadanos. Por lo tanto soy partidario que haya un parlamento que establezca las leyes para todos los ciudadanos y luego unos gobiernos con funciones administrativas que concreten esa ley a los problemas territoriales diferentes que tiene cada una de las partes del territorio con lo cual yo creo que se consigue de una buena manera una mezcla entre una identidad colectiva, unos intereses generales, pero también la defensa de los problemas particulares que dentro de cada colectividad existen”.
Por último, Viciano comentó que “lo que me parece muy importante es que las reformas constitucionales deben ser aprobadas por los ciudadanos, en que efectivamente estemos todos claros y cuente con la legitimidad popular, que la gente quiere ese texto constitucional. Igualmente yo creo que hay que garantizar siempre que todas las reformas constitucionales deben ser aprobadas por la ciudadanía, porque es la garantía que las reformas respondan a los intereses de la gente y no los intereses de una elite que pueden pactar una reforma que a veces no sea la más querida por la ciudadanía”.
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