Fue el 10 de diciembre de 2019 que la vida de la entonces estudiante Geraldine Alvarado cambió para siempre. En medio de las protestas del denominado estallido social, en el sector de Plaza Baquedano la joven de apenas 15 años recibió el impacto de una lacrimógena en su cabeza que la dejó en coma por cinco días y casi al borde de la muerte.
Ese día a las 21:24 horas fue ingresada de urgencia a la Ex Posta Central con un diagnóstico de traumatismo encéfalo craneal grave con riesgo vital, por lo que las expectativas en torno a un buen pronóstico eran inciertas.
Poco después, el Instituto Nacional de Derechos Humanos presentó una querella por homicidio frustrado ante el Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago, quedando actualmente a cargo del caso la fiscal de Alta Complejidad, Ximena Chong. Mientras la abogada de la Fundación PIDEE, Alejandra Arriaza- cuyo organismo también es patrocinador de la acción judicial- tomó la defensa de la familia de Geraldine.
Sin embargo, a más de dos años de ocurridos los hechos los avances en la investigación han sido pocos y las heridas psicológicas, físicas y materiales son profundas. Esto, porque desde entonces tiene que rehabilitarse en la Fundación Teletón, debido a las secuelas neurológicas que le dejó el proyectil.
Es justo después de estos tratamientos que podemos hablar con ella.
Con ya 18 años cumplidos, Geraldine comentó que la palabra con la que describiría este último tiempo es “rabia y pena”. “Nada se ha hecho al respecto, nadie se ha hecho cargo”, señaló.
Asimismo, mencionó que “el accidente me dejó demasiadas secuelas. Me costó mucho recuperar la movilidad, la motricidad, la memoria, la escritura, el habla. Últimamente, la memoria no me ha estado fallando tanto, pero cuando pasó todo esto no recordaba caras, nombres, calles, nada y todo me ha costado tiempo y dedicación para retomar mi vida”.
“Al volver al colegio no me sentía con las mismas capacidades de estudio que tenía antes del incidente, pero ahí igual en el liceo los profes me apoyaron, me ayudaron, si necesitaba que me explicaran un problema dos, tres veces lo hacían sin problemas”, indicó.
El día del incidente, Geraldine contó que “solo recuerdo que caí al piso, sentí el impacto en la cabeza, me intenté parar y llegaron los de Cruz Roja creo a prestarme ayuda. Me subieron a la camilla y en la ambulancia en que iba había otro muchacho más, pero él era más grande. Lo último que recuerdo es que el sujeto se iba yendo y yo traté de animarlo porque no iba a dejar que él estuviera ahí casi yéndose para el otro lado, solo. Cuando desperté mi papá me dijo que el cabro se acordaba de que yo lo estaba como despertando y fue súper chocante”.
A raíz de esta situación también afirmó que cambiaron sus dinámicas familiares, particularmente con su padre, con quien vive en la comuna de Lo Espejo. “Ahora no me deja salir, o sea sí, pero con restricciones. Por ejemplo, hoy día me deja salir a las cuatro de la tarde, antes de las diez de la noche tengo que estar en la casa. Yo respeto esos horarios porque son los que me impone. Igual con mi papi siempre hemos tenido entrecomillas buena relación. Siempre hemos estado como súper conectados porque somos los dos solos y nos tenemos el uno al otro no más”.
También expresó que cambió su manera de pensar. “Antes era súper abierta a conversar con cualquier persona. Ahora no, porque no cualquier persona me cae bien o no cualquiera encaja con mi personalidad”.
Sin embargo, lo que está claro para Geraldine es que se haga justicia y se dé con los responsables del hecho. “Que reciban lo que tienen que recibir, pagar por lo que hicieron porque fue una vulneración a los Derechos Humanos en sí. Muchos perdieron ojos, familiares ahí entre las marchas. Vi a mucha gente llorando porque sobre la misma marcha habían matado a los hijos, a los sobrinos. Me tocó ver hartas cosas que no salen en la tele”.
“Que se hagan responsables de los daños que hicieron porque hasta donde yo sé Gustavo (Gatica) no ha recibido nada, la Fabiola (Campillai) tampoco. En ese tiempo yo iba a las marchas, ahora mi abuela va a cumplir 92 años. Ella trabaja desde los 12 años, tiene una pensión de $120.000 pesos, lo encuentro sumamente miserable para una persona que trabajó toda su vida”, cuestionó.
Asimismo, acusó que funcionarios de Carabineros no han querido proporcionar información sobre lo que ocurrió ese día, en el que también estuvo presente en las manifestaciones el ex teniente coronel Claudio Crespo, acusado por Fiscalía por dejar ciego a Gustavo Gatica. “No han entregado nombres, nóminas, nada. El teléfono que andaba trayendo para esa fecha todavía no me lo entregan y supuestamente todavía siguen periciándolo, pero ya dos años lo encuentro demasiado”, apuntó.
“Vi tantos cabros heridos, con perdigones en los ojos, por todo el cuerpo y cabros yo creo de mi edad, un poquito más de mi edad, pero vi mucha violencia en las marchas. Supuestamente Chile tiene libertad de expresión, pero para esos tiempos nunca la hicieron valer porque si había revuelta era porque Carabineros atentaba contra los manifestantes. Encuentro que es súper idiota que la gente tenga a los pacos en un altar como que nos protegen. Son monigotes del Estado, ojalá que con Boric no sea lo mismo”, señaló.
Geraldine dijo no tener miedo tras lo ocurrido, sino más bien impotencia. En ese sentido, sostuvo que “Gustavo tiene cero rencores con la cuestión de los pacos, pero yo tengo mucha rabia. Es fome que ni tu propio país te protege”.
De todos modos, dijo tener esperanzas “de que todo vuelva a estar bien, como estaba antes, que la policía civil no trate así a los ciudadanos porque no debería cuando somos un país libre y en democracia”.
En cuanto a su proceso de rehabilitación, la joven comenta que está en terapia ocupacional y que está en proceso de buscar un empleo. “Me ofrecieron un trabajo de guardia, pero me dijeron que no en la noche porque tomo medicamentos y si no consigo ese trabajo ahí mismo en la Teletón me iban a ver otro para desenvolverme en algo porque estoy aburrida en la casa”, expresó.
También menciona que quiere entrar a la carrera de Veterinaria, puesto que desde chica siempre ha tenido muchos animales, eso sí puntualiza que “este año lo quiero dedicar solo a trabajar y el próximo estudiar, porque como le digo, soy sola con mi papá y él no se va a poder los gastos de la universidad, del preuniversitario, de lo que sea. Esa es mi base, para ayudar a mi papá a pagar mis gastos porque al fin y al cabo son mis estudios”.
“Que siga la lucha y que no dejen de perseguir sus sueños porque en algún momento se van a cumplir con paciencia y dedicación”, es el llamado que hace Geraldine.
A más de dos años de este hecho, siguen sin haber formalizados.