“La geotermia da una temperatura constante y una grandísima oportunidad para plantar y cosechar los 365 días del año en el sur del país, a través de las Bombas de Calor Geotérmicas (BCG)” destacó el director del Centro de Excelencia en Geotermia de Los Andes (CEGA), Diego Morata, en la primera Escuela de Verano del Instituto Virtual de Desarrollo Eco-Industrial que se realizó entre el 27 de marzo y 2 de abril.
El también académico del Departamento de Geología de la Universidad de Chile estuvo a cargo del curso “Geothermal Energy Field trip day to geothermal projects: Heat generation for greenhouses – pilot projects at Coz Coz and Liquiñe”. “Esperamos que todas estas instancias de transferencia tecnológica la vuelvan cada vez más replicable” agregó en la Universidad Austral de Valdivia, donde se realizó la Escuela de IECO.
El CEGA inició sus operaciones durante el primer semestre de 2011. Está integrado por un equipo de investigadores e investigadoras de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, junto a científicos y científicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile y otras instituciones internacionales. Sus cinco líneas de investigación principales son: Fuentes de Calor; Geoquímica de Fluidos e Isotópica; Interacción Calor-Fluido-Roca; Geología Estructural, Tectónica y Geofísica; y Modelamiento y Arquitectura de Reservorios.
En entrevista con Radio Universidad de Chile, Diego Morata entregó detalles de la actual etapa de observación y evaluación del avance en el conocimiento de esta tecnología, el financiamiento y también los desafíos para el fortalecimiento de los Centro de Excelencia FONDAP.
Si consideramos tres factores: amigable con el medio ambiente, económicamente competitivo y el potencial geotérmico no explotado en Chile. ¿Cómo dialogan estos elementos considerando los desafíos de esta denominada “alternativa sostenible”?
“Primero, hay que recordar que la energía geotérmica se usa, por un lado, para producir electricidad en lo que se llaman los recursos de alta temperatura. Por otro lado, para aprovechar el calor directo de la tierra que sirve, por ejemplo, para calefaccionar casas o ciudades.
Con esas dos dimensiones en mente, el potencial en Chile es increíble. Es un número inagotable entonces es una fuente de energía que tenemos bajo nuestros pies.
De hecho, ya se ha demostrado que para generar electricidad tenemos la primera planta geotérmica de Sudamérica que es Cerro Pabellón donde hay 48 mega watts para generar energía instalada y este año se amplía en 33. El potencial es inmenso.
Cuando hablamos de sustentable, no depende de las oscilaciones climáticas y la energía geotérmica es estable durante 24 horas al día. Y el impacto ambiental que genera una planta es pequeña cuando uno compara las dimensiones equivalentes con otra renovable: es una décima parte de la superficie. Los tres atributos (sustentable, amigable con el medioambiente y renovable) los cumple la geotermia”.
Durante la última década, la misión del Centro de Excelencia en Geotermia de Los Andes (CEGA) ha sido mejorar y aumentar el conocimiento científico sobre esta tecnología. ¿Por qué la etapa actual es decisiva?
“Hay que poner en contexto lo que significan estos centros financiados por la antigua Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt), actual Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID). Son parte del Fondo de Financiamiento de Centros de Investigación en Áreas Prioritarias (Fondap), donde uno postula, consigue ganar un concurso en áreas prioritarias y se hace un convenio de cinco años más otros cinco.
Lo que uno no se imagina, después de 10 u 11 años, que va a llegar un día donde se terminará el financiamiento del ANID y eso es dramático porque cuesta mucho generar un grupo de trabajo, armar equipos, formar gente y ampliar laboratorios.
Toda esa gran apuesta puede verse truncada por falta de continuidad del financiamiento, por parte de la ANID o el Estado. Además, en un momento crítico para el país donde creo que las energías renovables tienen que ser cada día más importantes en la matriz energética y entonces es contradictorio.
Hemos cumplido la misión que tuvimos cuando postulamos, por un lado, con un centro de investigación, mucha formación de Recursos Humanos y mucho trabajo científico. Pero, por otro lado, uno tiene esa sensación de… ¿ahora qué? Aunque eran las reglas del juego”.
CEGA se encuentra con proyectos de usos de geotermia en distintas regiones. ¿Cuáles son los detalles de estas experiencias?
“Cuando hablamos de aprovechar el calor de la tierra, se puede ver con proyectos pilotos en las regiones de Aysén, Araucanía y Los Ríos. Por ejemplo, estamos hablando de generar un invernadero geotérmico en Puerto Aysén . Un lugar donde, claramente, las lechugas no van a crecer por condiciones climáticas, pero hoy funciona con este invernadero. O una mejora de cultivos de tomates en la zona de Panguipulli también con invernadero geotérmico.
O quizás, sea más llamativo para la sociedad entender que se pueden sacar las estufas a leña de las salas de clases. Así lo probamos en el liceo Altos del Mackay en Coyhaique, hoy está calefaccionado con geotermia.
Es decir, son proyectos pequeños- pilotos pero que demuestran la versatilidad de este recurso energético y el gran impacto social porque busca mejorar la calidad de vida de los ciudadanos del país. Antes era imposible cultivar y hoy puedes tener verduras además del derecho a respirar un aire puro. Acá en Santiago nos quejamos si el aire está tóxico, pero cuando uno va a Coyhaique tiene que sufrir ese aire contaminado donde los estudiantes no pueden hacer educación física por la alerta ambiental. Y uno se plantea: ¿realmente es justo?
Esta solución no es nada nuevo, en Europa o Estados Unidos se aplica de manera normal. Nosotros, de a poco y con proyectos regionales, estamos mostrando realmente que Chile puede ser otro.
La sustentabilidad está en nuestras manos, mejor dicho, en nuestros pies”.
Desde el Centro, mencionan que la transición energética que Chile necesita va de la mano también de aspectos legales. Actualmente, la Ley de Geotermia está en proceso de perfeccionamiento. ¿Cómo califican el avance de este trámite legislativo?
“La Ley de Concesiones de Energía Geotérmica se hizo por el año 2000 para responder a una necesidad que ocurrió el año 99, un año dramático por la sequía y el corte de gas desde Argentina. Entonces el Estado tuvo que dar cabida a los privados para el desarrollo de proyectos porque como país no tenemos fuentes de energía.
El problema radica cuando comenzamos a introducir el concepto de uso directo. Legalmente está en un vacío porque si uso el calor de la tierra, ¿tendría que pedir una concesión geotérmica con todo el trámite administrativo? Y legamente la respuesta sería afirmativa y por eso se hizo una propuesta de mejora para sacar el uso directo de la Ley de Explotación y Concesiones.
Como toda la Ley hay puntos que se pueden mejorar, asistí al Congreso en 2019 a hacer mis observaciones ante los diputados porque algunas partes no correspondían con la realidad y no tenían sustento científico. Lo importante es que esa ley salga. Lamentablemente, después del estallido social nos pilló la pandemia y, a pesar de que uno ve que en la página está catalogada con suma urgencia, estamos en abril de 2022 y no pasó nada. No es una buena señal, hay que apurar esas modificaciones.
Aunque sean incompletas, es mejor tener una ley que favorezca el desarrollo del uso directo y que pueda crear un marco legal para los proyectos a mayor escala que podrían implementarse en el país. Es un tema de voluntad política. También se entienden las presiones del país en dos años de pandemia, pero aprobar esta ley no es tan complejo”.