La historia del movimiento de pobladores ha estado vinculada siempre a la de las luchas populares con la construcción de sus propios barrios que incluso hoy son parte del paisaje urbano de Santiago. A pesar de otros fenómenos contemporáneos como la presencia del microtráfico y del crimen organizado, en diferentes puntos de la ciudad hay calles y casas que nacieron de las tomas de terreno y la posterior organización del territorio por parte de los propios pobladores por ejemplo en La Victoria, La Bandera y otras.
Posteriormente vinieron otros procesos que estuvieron marcados por las políticas de vivienda del gobierno de la Unidad Popular, la posterior dictadura y la implementación de las medidas de la Concertación que llevó a un proceso de profundización del modelo neoliberal al colocar a este derecho, el de tener un techo, como un bien al cual se accedía para ser propietario y para lo cual había que “rascarse con mis propias uñas” como reza el dicho popular.
Toda esa trayectoria queda retratada con especial profundidad en el libro del doctor Edward Murphy, docente de la Michigan State University, trabajo que en 2016 recibió el reconocimiento “Southern Cone Studies Section Social Sciences Book Award” por su versión en inglés.
En conversación desde los Estados Unidos con Radio y Diario Universidad de Chile, Murphy explica algunos aspectos abordados en su investigación y que revelan incluso los intereses que cruzaron las políticas de vivienda en la postdictadura.
¿Cuál es el panorama que enfrentan los pobladores chilenos en la dictadura luego del terremoto de 1985 y que deja al descubierto el grave problema de la vivienda?
En términos de la dictadura, hay varias cosas que estaban pasando. Había una emergencia de vivienda después del terremoto. Pero eso había pasado dentro de un panorama histórico más largo. En primer lugar, la dictadura había hecho las erradicaciones de todos los campamentos, varias poblaciones en las áreas más ricas de la ciudad y de esa manera reestablecieron una ciudad más segregada socio-espacialmente. Y eso era algo gigante.
Por otro lado también, en términos de la movilización de los pobladores antes de la dictadura, eso (el proceso de erradicación), tenía un peso muy importante en términos de romper los lazos de los vecindarios, los lazos de solidaridad que habían tenido esos pobladores. Entonces, eso yo creo que es muy importante enfatizar esto.
Algo interesante que pasó bajo la dictadura y quizás es algo sorprendente, es que la dictadura justamente el ’85, ’86 empezó a gastar más en viviendas sociales y por otro lado intentar como habían dicho, sanear los campamentos, es decir, convertirlos en poblaciones con títulos de propiedad. Y de esa manera -aunque es muy difícil de creerlo ahora- la dictadura era como un modelo para los neoliberales a través de América Latina y realmente a través de todo el mundo, de proveer títulos de propiedad a los pobladores.
Posteriormente viene la Concertación que más o menos mantiene ese proceso y entrega viviendas a través de subsidios…
Cuando asumió la Concertación en 1990, empezaron a gastar más dinero en la vivienda. Y es por eso que empezaron a tener una ciudad de viviendas subsidiadas, de viviendas básicas por todos lados, pero también empezaron a desaparecer los campamentos y fue un proceso bien grande.
Por un lado, es una respuesta a la demanda de la vivienda. Yo había hablado con varias personas del Ministerio de Vivienda y Urbanismo que me dijeron que querían gastar tanto dinero en la vivienda justamente porque no querían el regreso de las tomas de terreno, las tomas de terreno que fueron tan importantes durante la época de Allende, los últimos años de Frei Montalva durante los ’60 y que también habían sido importantes durante las protestas nacionales durante la dictadura.
¿Se usó como una forma de evitar las movilizaciones directamente?
Querían evitar el regreso de esas tomas de terreno, pero lo habían hecho desde una forma técnica: ‘Nosotros vamos a gastar esta cantidad de dinero en las viviendas sociales’. Eso sí es una respuesta a la demanda de una vivienda digna, pero eran viviendas en lugares segregados, eran viviendas también con corrupción, había casos famosos donde todo el mundo sabe que había inundaciones en las viviendas. También establecieron esas viviendas en lugares segregados, donde había un endeudamiento de la ciudadanía, de los pobladores que vivían allá. Entonces, produjeron una situación donde sí contestaron a la demanda de vivienda, pero de una forma muy técnica, muy parcial. Yo creo que es importante destacar que la idea de una vivienda digna era la meta históricamente más importante del movimiento de pobladores. Y recibir viviendas así no era recibir una vivienda digna. Entonces, era como una respuesta a esa demanda, pero una respuesta parcial, técnicamente, no adecuada.
Eran viviendas de mala calidad y en barrios desconectados con el resto de la ciudad…
Establecieron esos barrios y no había locomoción, era muy difícil tener servicios básicos en esas poblaciones entonces había movilización para conseguir esas cosas. Yo creo que también muy importante es el hecho de la creación de una ciudad tan segregada y lugares socio-espaciales tan únicos. Es importante decir que eso pasó después, todo lo que está pasando con el neoliberalismo, con el mercado laboral en el sentido de que la gente de bajos recursos no tenían trabajos estables, sus deudas eran muy grandes. En esos casos era muy difícil establecer un hogar, un hogar digno que realmente era lo que querían.
En términos de la movilización de los pobladores, ¿qué significó este proceso?
Tenían sus viviendas, pero por otra parte algo importante de los primeros años de la Concertación o al menos durante los ’90 hasta el 2006 es que en ese caso recibiendo las viviendas, eso significaba que era más difícil movilizarse para conseguir una vida mejor. Porque bueno, ya tenían sus viviendas, ¿cuál es el problema? Eso era lo que quería hacer la Concertación: bueno, ya hemos resuelto todos los problemas que hay en la ciudad, mira todas las viviendas que hemos construido, mira todo lo que estamos haciendo, tenemos programas participativos donde la gente puede conseguir sus viviendas y todo está bien. Pero ya sabemos que todo no estaba bien y yo creo que la movilización que hemos visto en los últimos años es una respuesta a esos problemas.
¿Para evitar la movilización social?
Los partidos de la izquierda, los ‘socialistas renovados’ y los demás, decidieron al final de la dictadura que no querían una movilización de los pobladores, ni tampoco en general una movilización popular. Era muy importante en términos de la política de la Concertación. Por otro lado, yo creo que lo que querían hacer era dar viviendas a la gran cantidad de las personas, hacer cosas técnicas para resolver sus problemas y hacerlo de una manera muy controlada, es decir ‘nosotros estamos dando todas esas viviendas a las personas’. Yo creo que eso es importante enfatizar que realmente construyeron un montón de viviendas que fue mucho mayor a lo que quería Allende, por ejemplo. Invirtieron mucha plata en esas viviendas, pero lo hicieron de una manera donde intentaron una participación muy estrecha y quizás se puede decir que era regulada por el Estado de manera de controlar el movimiento popular. Yo creo que era un temor del movimiento popular de la dictadura, un movimiento popular durante las protestas nacionales y también el movimiento popular de los últimos años de los ’60 y principios de los ’70.
De esta manera se convierte en un elemento importante del establecimiento del neoliberalismo en Chile…
Chile era un modelo de cómo hacer la vivienda social y eso era cómo se podían producir más propietarios. A Pinochet le gustó decir que ‘nosotros queremos un país de propietarios, no de proletarios’, ¿cierto? Entonces, eso era como ‘mira, nosotros podemos hacer algo en términos de disminuir la pobreza en términos de proveer viviendas a gente de escasos recursos y hacerlo desde una manera liberal, a través de tener propietarios que se puede decir que tienen sus propias casas, que se pueden conseguir solitos, sin movilizaciones’. Yo creo que lo interesante de eso es que es sumamente neoliberal. Por otra parte, hay algo de las políticas de vivienda neoliberales en el sentido de que eso es solamente un subsidio a una cosa muy particular y nada más.
Es decir, no se comprendió el fondo de la movilización de los pobladores…
La cosa que no entendieron es que el intento para conseguir una vivienda, eso tenía que ver con el establecimiento de una vida digna, eso tenía que ver con la movilización colectiva. Yo creo que en términos históricos, los pobladores lucharon por conseguir una vivienda propia, igual como propietarios, pero desde una perspectiva colectiva en el sentido de que ‘vamos a luchar juntos para conseguir nuestro territorio, nuestro lugar. También vamos a luchar juntos para conseguir una vivienda digna’. Yo creo que lo que había pasado con la dictadura y con la Concertación es que pensaban en que debía ser sólo una cuestión individual y no entendían que la lucha para una vivienda también era algo colectivo y también tenía que ver no sólo con conseguir la vivienda, sino con conseguir una vida mejor. Y cuando hicieron todo esto, invirtieron tanto en la vivienda y cambiaron tanto la cara de la ciudad, lo que no entendieron es que estaban produciendo un lugar donde la gente no tenía una vivienda adecuada y tampoco digna. Y con eso, yo creo que el malestar de la gente empezó a surgir y con eso se puede ver lo que pasó con las movilizaciones recientes.
Es también una mirada ideológica que tiene que apuntar a mejorar las condiciones de vida general de las personas…
Yo creo que es muy importante destacar el hecho que históricamente los pobladores han luchado por tener sus propias viviendas, también por ser propietarios. Y para mí algo que era sorprendente fue descubrir que a través de los años, incluso bajo Allende y antes, los pobladores querían sus propias viviendas, querían ser propietarios. Pero esto no significa, como piensan los neoliberales, que solamente querían hacerlo de una manera muy individual ni tampoco con la movilización colectiva. Yo creo que los marxistas a veces olvidan la importancia de la propiedad privada en términos de la subjetividad de las personas. Yo creo que eso ha sido muy importante en la movilización de los sin casa a través de los años. Desde otra perspectiva, lo que no reconocen los neoliberales es que por otro lado ser propietario no significa ser una persona que sólo está encargada de sí mismo, solamente importa lo que está pasando con ellos y nada más. Hay algunas contribuciones ahí que son la base de la ciudadanía, que son la base de la formación de las ciudades, de las viviendas, de la propiedad en general que realmente es una política abierta y expuesta a conflictos.
Ficha técnica:
Autor: Edward Murhpy
Traducción: Pablo Abufom
Editorial: Lom
ISBN: 9789560014634
Nº de Páginas: 398
Formato: 16 x 21 cm
Peso: 596 gramos
Año de publicación: 2021