La llegada de Francia Márquez al centro del poder político colombiano representa que por primera vez la diversidad étnica que existe desde siempre en Colombia estará reconocida y representada ¡y nada menos que en el segundo cargo político del país! Pero también representa la lucha colectiva por la igualdad étnica y de género en un país que ha estado gobernado históricamente por hombres blancos, urbanos y pertenecientes a la clase dominante, a la élite. Pero no es solamente por esto por lo que ambos elegidos son inéditos en la historia política contemporánea del país sudamericano. Ello, porque Petro será el primer presidente de izquierda del país y, además, el primer costeño en llegar a la Casa de Nariño y, por añadidura, acompañado por una afrodescendiente en calidad de primera mujer como vicepresidenta en la historia de Colombia.
Todas estas singularidades aportaron ambos candidatos de la coalición “Pacto Histórico” a las máximas magistraturas de la nación, las que han de servir próximamente tras obtener más de 11,2 millones de votos, una cifra también histórica, y derrotando a los ultraconservadores Rodolfo Hernández y Marelen Castillo, de la derechista “Liga de Gobernantes Anticorrupción”.
Pero su elección es también un cambio en la manera de llegar al poder en un país que ha estado gobernado, como dijimos antes, por la clase alta y étnicamente blanca. Ahora, la mujer afro que llegará a la casa presidencial, representa y encarna la lucha colectiva por la igualdad no solo étnica, sino también de género. Su vida misma es el reflejo de aquello y su lenguaje la retrata de cuerpo entero. Francia Márquez ha dicho que habla y se comporta como la gente de a pie, como la gente que tiene “las manos callosas” de trabajar, porque para esperanza de unos y desconfianza de otros, la vicepresidenta electa representa a una Colombia que habla distinto, que ha crecido lejos de los centros de poder y que ha vivido (y sobrevivido) en carne propia a una terrible guerra que ha durado décadas. O como ella dice: representa a “los nadies y las nadies” del país.
Francia Márquez nació en Yolombó, municipio de Suarez en el departamento del Cauca, región del suroeste colombiano habitada por comunidades afrodescendientes e indígenas. Su mamá es partera, una tradición que aprendió de las abuelas y que, según ha dicho Márquez, le enseñó desde niña a ver su territorio como un espacio de vida. De ahí que la nueva vicepresidenta use frecuentemente la palabra “Ubuntu”, que significa “soy porque somos” algo que representa la lucha colectiva de los pueblos afrodescendientes y forma parte de la filosofía africana.
Esa es la tradición en la que creció Márquez. Su infancia y juventud fue como la de la mayoría de mujeres negras del norte del Cauca. Estudió lo básico en la escuela cercana y ayudó en su casa desde pequeña. Siendo una adolescente de 16 años tuvo su primer hijo y se convirtió en madre soltera. Trabajó como minera artesanal a orillas del río Ovejas en busca de un poco de oro para venderle al mejor postor, atravesó por múltiples experiencias, fue empleada de casa particular en Cali, intentando sacar adelante a su familia. Comenzó entonces una frontal lucha por los derechos medioambientales de su comunidad, llegando en dos casos hasta la Corte Suprema de Justicia, que le dio la razón a ella y al grupo que representaba. Debido a esas acciones, se posicionó como líder ambientalista a nivel local, lo que le valió intimidaciones y un atentado en su contra, debiendo exiliar del país a sus hijos. Pero aquello, precisamente, también le valió ser galardonada con el “Premio Goldman” considerado el Nóbel medioambiental.
Sin embargo, tal vez el mayor logro de Francia Márquez -antes de ganar la Vicepresidencia del país- haya sido titularse de abogada en 2020. En ese propósito, muchas veces debió interrumpir sus estudios, en otras ocasiones no tenía dinero para pagar el semestre, o bien no podía dejar de trabajar para dedicarse a estudiar. Por eso le tomó muchos años concretar su sueño, pero lo logró en la Universidad Santiago de Cali con una tesis laureada sobre racismo estructural.
Sher Herrera, afrofeminista y estudiante de estudios afrocolombianos de la Universidad Javeriana, afirma: “que Francia esté en la vicepresidencia significa un hito histórico para las mujeres que luchan en Colombia. Ella es la cara visible y representa el trabajo colectivo de las comunidades afrocolombianas”, señala.