El clima de alteración suma y sigue en la antigua Persia o, como se denomina en esa lengua, Qanun-e Asasi. El viernes, la policía detuvo al menos a 57 personas en el sureste del país después que los manifestantes corearan lemas contra el régimen. El domingo comenzó un boicot en escuelas de las provincias kurdas del noroeste, organizado por el mayor sindicato de profesores de Irán. También se manifestó el descontento en la Universidad Sharif, en Teherán, donde los estudiantes derribaron los paneles que separan a hombres y mujeres en el comedor universitario. Además, un grupo anónimo de piratas informáticos logró acceder el fin de semana a datos y correos electrónicos de la Organización de Energía Atómica de Irán (OEAI) -relacionados con central nuclear de Bushehr, situada en el golfo Pérsico- y los publicó en la plataforma Telegram, demandando la liberación de los llamados “presos políticos” detenidos en el marco de la revuelta, según informan las agencias de noticias.
Las actuales demostraciones de disconformidad con las medidas internas impuestas por el severo régimen teocrático están repercutiendo ampliamente en la sociedad, más aún que las manifestaciones de 2009 (luego de la reelección de Mahmud Ahmadineyad) y mucho más extendidas que las de diciembre de 2017 y noviembre de 2019, cuando la gente salió a las calles debido a la crisis económica que sacudía en ese momento al país. De ello da cuenta asimismo el elevado número de víctimas fatales de la represión. Según organizaciones de derechos humanos, en el lapso de más de un mes de continuas protestas ya han muerto más de 240 personas en diferentes ciudades iraníes, donde las fuerzas represoras han atacado sin piedad incluso a los más débiles. Según datos de Amnistía Internacional, entre las víctimas fatales hay al menos 23 menores de edad.
Testigos oculares informaron que las fuerzas de seguridad no se detienen ni ante niños, ni ante personas mayores, y que han visto a agentes pegar “con dureza a personas con un bastón en la cabeza y en el rostro, causándoles, como mínimo, heridas graves”. Mientras a diario las mujeres iraníes salen a las calles para manifestarse contra un Estado que hace cumplir la “moralidad” y la modestia sometiendo públicamente a las mujeres manifestantes a palizas y acoso sexual, los estudiantes se han integrado a esta suerte de levantamiento popular a pesar del violento castigo conque son amedrentados por los estamentos de defensa de la revolución islámica, embestidas que han sido descritas por testigos como “salvajes”.
La característica básica de esta revolución, que la distingue de otros movimientos que tuvieron lugar en Irán durante los últimos cien años, es su naturaleza ideológica e islámica según define la Constitución de 1979, modificada diez años después, a la muerte del Imán o Ayatoláh Ruhollah Musavi Jomeiní, líder político-espiritual supremo que derrocó al último Shá, Mohammad Reza Pahleví. Desde esa perspectiva, la Guardia Revolucionaria, una rama de las Fuerzas Armadas creada con la exclusiva función de proteger al sistema, cuenta con unos 125.000 efectivos militares. Dentro de ella existe la Fuerza Quds, un poderoso brazo paramilitar de élite. Sin embargo, estas fuerzas de defensa de la revolución teocrática no cuentan, evidentemente, con suficientes agentes de represión para enfrentar un levantamiento cívico de la magnitud y extensión del que actualmente está en curso. Por ello, se recluta a jóvenes, casi niños, para conformar grupos de choque y es posible ver en las fotos de estos días a estos menores vistiendo uniforme militar y blandiendo bastones y escudos protectores frente a los manifestantes.
Finalmente, se reporta que el acceso a internet es cada vez más difícil y el combate contra las protestas y los opositores se desarrolla no sólo en las calles, universidades y escuelas, sino también en la red mundial. Para luchar contra los opositores, aunque también con fines de propaganda, existen más de 2.000 activos “ciberbatallones” y al multiplicarse las protestas, unos 10 activistas digitales han sido detenidos. Por ahora, solo se puede acceder a Facebook, Telegram, YouTube, Instagram y WhatsApp a través de VPN pues el gobierno iraní considera a internet como un peligro potencial, a pesar de que tanto desde el actual líder supremo, el ayatolá Jamenei, hasta los más altos funcionarios poseen cuentas en redes sociales y son muy activos en ellas.
(Imagen de portada: Protestas en Teherán, 25 de septiembre de 2022/ RFI-AP. Alastair Grant)