El Sumo Pontífice comenzó a sentir un fuerte dolor en el pecho a última hora de la mañana de este miércoles, al concluir la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro y éstos continuaron cuando ya se encontraba en su romana residencia de la Casa Santa Marta. En ese momento, su médico personal, Massimiliano Strappetti, le aconsejó que por prevención debía acudir al servicio de cardiología para someterse a controles.
Aunque su ingreso a Gemelli fue considerado oficialmente como “no preocupante”, el Papa, visiblemente fatigado, fue sometido a diversos exámenes, entre ellos un TAC (imágenes tridimensionales de tejidos y órganos) y según fuentes hospitalarias horas después se encontraba bajo estricto control médico en su habitación del décimo piso.
Las fuentes adelantaron que la tomografía computarizada del tórax habría dado resultado negativo, lo que supuso un alivio generalizado para el entorno papal, especialmente para Andrea Arcangeli, el director (ministro) de Salud del pequeño Estado Vaticano, quien no ha dejado ni un solo instante de estar al lado del Pontífice. El Papa ya había sido ingresado en la Clínica Gemelli en 2021, pero entonces el comunicado vaticano se refirió a una “operación programada” para extirpar un segmento del colon por una estenosis diverticular, lo que le obligó a una hospitalización de once días.
Con este inconveniente en su salud queda por ahora en puntos suspensivos no sólo su participación en las ceremonias del próximo Domingo de Ramos -así como en la siguientes celebraciones de Semana Santa, el momento más importante del año en la iglesia Católica- sino también en los planes que el Pontífice -de 86 años- esperaba llevar a cabo en un futuro próximo.
El Papa llegado del fin del mundo, quien cumplió 10 años en el trono de San Pedro hace sólo un par de semanas, inició su segunda década de pontificado abierto a revisar el celibato y está consciente de que El Vaticano es profundamente machista, aunque, al mismo tiempo, está también en guardia ante la llamada “ideología de género”. Un punto aparte merece su intención de viajar a Kiev, pero, como lo ha advertido él mismo, sólo si también puede ir a Moscú. Del igual modo, en los planes más mediatos del Papa Bergoglio está también visitar su amada Argentina, el terruño natal que no pisa desde 2013, cuando fue ungido como cabeza de la iglesia Católica, Apostólica y Romana.
No obstante, él siempre está presente en Argentina, por una u otra razón. Este mismo mes ha dado sendas entrevistas a dos importantes medios del país: Infobae y La Nación, en los que pudo extenderse en muchos temas hablando “en argentino”.
A Daniel Hadad, fundador de Infobae, le confesó que el celibato de los religiosos puede revisarse: “El celibato en la iglesia occidental es una prescripción temporal: no sé si se resuelve de un modo o de otro, pero es provisoria en este sentido; no es eterna como la ordenación sacerdotal, que es para siempre, te guste o no te guste”. Del mismo modo, opinó ser partidario del “capitalismo de mercado” y dijo estar en contra del “comunismo despersonalizante”, calificando de “dictadura grosera” al régimen de Daniel Ortega en Nicaragua, al que comparó con la dictadura bolchevique de 1917 o la de Hitler del 1935.
Como respuesta a la dura crítica realizadas en su contra por el papa Francisco, Daniel Ortega no tardó en reaccionar y determinó que el régimen nicaragüense suspendía sus relaciones diplomáticas con el Vaticano, poniendo punto final a más de un siglo de vínculos entre Nicaragua y la Santa Sede. Culminó así la tensión entre ambos Estados luego de una serie de choques del gobierno de Ortega y el clero católico a partir del levantamiento cívico de abril de 2018. Entre otras, la prohibición para las procesiones del Vía Crucis de la próxima Semana y el encarcelamiento del obispo Rolando Álvarez, condenado de modo exprés a 26 años de cárcel y puesto en celda de castigo por haberse negado a subir al avión que trasladó a 222 presos políticos a Estados Unidos.