El conversatorio, “Día mundial de la tierra, mirada global: vínculos entre salud, medioambiente y economía”, se desarrolló el martes 25 de abril en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, como la última actividad del mes , asociada al año de celebración del octogésimo aniversario de la Escuela de Salud Pública (ESP). Organizada por los programas de Salud Global y Salud Ambiental.
Ricardo Rozzi, filósofo, biólogo, investigador y director del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC) fue el invitado para exponer sobre el tema y dar paso a una interesante conversación guiada por Alejandra Figueroa, bióloga y directora de la Corporación Capital Biodiversidad y Mauricio Canals, académico del programa Salud Ambiental de la ESP.
Óscar Arteaga, director de la Escuela de Salud Pública realizó un saludo inaugural donde destacó la importancia de este tipo de actividades y su relevancia en el quehacer de la extensión y reflexión que necesita el quehacer académico sobre todo en temas que no son de la propia expertise de esta institución.
“Cuando la Escuela se fundó en el año 1943, se hizo por personas que después tuvieron una participación muy activa en la organización de la respuesta del país a los problemas de salud, a través por ejemplo de la conformación del sistema nacional del Servicio Nacional de Salud, el antiguo SNS; lo que constituye parte de esta vocación fundacional de la escuela que es estar vinculados a los problemas de la población y responder en términos de la formación de recursos humanos para hacerse cargo de estos problemas, para responder de modo más efectivo y para el desarrollo de nuevos conocimientos a través de la investigación con pertinencia a estos problemas”.
Y agregó “hoy enfrentamos, después de 80 años, el desafío de mirar a los problemas que la población tiene, respecto a los cuales la historia en la salud pública nos ha enseñado que está muy descondicionado, determinado por factores que van más allá de lo que una vez fue sólo biológico. Y en ese sentido, la preocupación que se ha generado a nivel global por lo que podríamos decir -la salud de nuestro planeta- y que ha llevado a incubar incluso el concepto de salud planetaria hoy en día, ha sido muy importante, por eso compartir hoy con el doctor Rozzi nos pone muy contentos”.
Con un video grabado en el Parque Etnobotánico Omora, ubicado en Punta Arenas, Ricardo Rozzi introdujo su ponencia, explicando que el concepto cohabitantes hace referencia a compartir un hábitat. “Estamos en los bosques más australes del mundo, donde un liquen como ´barbita de viejo´ sobre este tronco van generando el suelo que permite que crezcan estos árboles, que regula los flujos hídricos; nos da aire y nosotros al comprender eso, asumimos también una responsabilidad ética del cuidado en que queremos que le vaya bien a los árboles y nos va ir bien a nosotros”, expresó.
Para ampliar lo que se entiende por “Una Salud” y relacionar el bienestar del conjunto de seres vivos con el de las personas, el filósofo manifestó que “la salud de los árboles, del ecosistema es la salud de la sociedad humana. Ese sentido de cohabitar, si queremos decirlo más claramente, en una democracia de especies, hay un derecho a vivir de los árboles, líquenes, los pájaros, los seres humanos, conlleva, al final un bienestar material y un bienestar espiritual”.
De esta manera, el doctor explicó que la bioética es la disciplina que aglutina la biología, la medicina, la ecología y los valores humanos, dimensiones que en conjunto permitirían a los humanos sobrevivir a las amenazas ambientales del progreso técnico. También, reforzó la idea de que la realidad de las personas está atravesada, ineludiblemente, por el estado de la naturaleza que las rodea y que, por lo tanto, la bioética no debía limitarse a la relación médico-paciente en una consulta.
Luego, mencionó la urgencia de integrar los ámbitos sociopolíticos y económicos a la relación de la especie humana y el medioambiente: “Yo siempre hablo de que existe un problema entre algunos seres humanos, algunas instituciones, algunos hábitos y el medioambiente”, dijo y continuó explicando su planteamiento de las “3Hs” de la ética biocultural donde combina la filosofía con la biología: “la propuesta que he venido haciendo es esta tríada de los hábitos de vida de los cohabitantes, en hábitats compartidos con ellos”, precisó.
Posteriormente, el experto destacó cuatro obstáculos que habría que sortear para transformar la que llama homogenización biocultural en conservación biocultural; cuestiones estructurales que han generado exclusiones de poblaciones locales, saberes, hábitats y disciplinas; chovinismo, que acarrea opresión a la diversidad biológica y cultural; sesgos geográficos en la cobertura de investigaciones y el desequilibrio entre la teoría y la práctica de la conservación.
Esto, para ilustrar las consecuencias negativas del avance acelerado de la tecnología, que, a propósito y sin miramientos, se ha impulsado a costa del sufrimiento de la humanidad y la tierra. “Lo que ha pasado no es casualidad, es parte de una agenda programática y criticarla es fundamental para corregir la orientación que llevamos”, sentenció Rozzi y lamentó: “los hábitats pierden a sus custodios humanos ancestrales”.
Según el biólogo, la ética biocultural, entonces, “propone una deconstrucción y una re-construcción de la gran narrativa de progreso económico acelerado con ajustes dolorosos que ha impulsado la gran aceleración”, así como también, la defensa de las instituciones sociales antiguas y los saberes ancestrales.