Pilar Godoy Cortez, Constanza Urresty Vargas, Carla Sofía Valenzuela Jerez, Belén Goya Diest y Nahikari Begoña Martín son las autoras del libro “Colores del Aconcagua”.
En el texto, que fue lanzado en el Museo Chileno de Arte Precolombino a finales de mayo pasado, se relatan detalles de una investigación que se enfocó en el territorio de la cuenca del río Aconcagua (Región de Valparaíso). Y abarcó cuatro comunas: La Cruz, Quillota, Limache y Olmué. En sus recorridos, a menudo se encontraron con lugares donde los cortes en los cerros, la “construcción” de canteras, el paso de carreteras, la minería y otras intervenciones humanas han dejado al descubierto hermosos colores minerales “listos para sacar”.
Según cuentan en el libro, esto –paradójicamente-, facilita el trabajo. Sin embargo, en esos lugares: “es donde vivenciamos con más claridad las heridas abiertas en la tierra”.
En entrevista con Radio Universidad de Chile, Pilar Godoy recordó que el trabajo se dividió en varias etapas y, una de ellas, fue durante la pandemia. En la primera, se buscaron referencias bibliográficas sobre la relación del uso de pigmentos minerales, que son los colores de la tierra, y las culturas ancestrales o cultores que actualmente trabajan con estos materiales.
“Después para recolectar más de 60 colores, hicimos mapas de referencias sobre yacimientos mineros que ya no están en uso. Esto nos podía indicar algunos lugares de recolección y también se hicieron mapas geológicos donde se preparó la ruta cuando ya habíamos elegido las cuatro comunas” explica.
Las autoras aseguran que se intentó construir un diálogo respetuoso con el territorio y sus habitantes, considerando tomar únicamente lo necesario e intentando minimizar la intervención de cada lugar. Cada sitio fue un lugar para honrar la memoria de la Tierra, para agradecer con una ofrenda, para anhelar la regeneración del territorio y el equilibrio entre los seres.
“Experiencias previas de cada una, con la práctica el ojo se va afinando e íbamos encontrando los colores indicados. A veces en veta, con la práctica de pedir permiso, con una recolección respetuosa, sin destruir…” afirma Godoy.
La recolección se convirtió en un ritual. Belén Goya cuenta que de los colores que se ven en la investigación, algunos fueron ocupados según sus proporciones.
“La de mayor cantidad se usaron en cerámica y arquitectura. Con Constanza Urresty, que es la geóloga, veníamos con esa inquietud desde el principio: no caer en el tema del extractivismo. En la difusión del proyecto había que explicar eso. Sacar solo lo necesario porque siempre se genera un impacto” dice la arquitecta.
¿Cómo, a lo largo de la historia, los colores de la tierra se han relacionado con los oficios y saberes locales, con nuestra forma de habitar? Esto, se puede leer en una de las interrogantes del libro.
Y se distinguen una serie de reflexiones. En la actualidad, nuestra relación con el color es muy diferente, siendo muy poco usual que le demos una significación cultural a los colores que nos rodean y forman parte de nuestra vida cotidiana. En la mayoría de los casos, desconocemos el origen de los colores que utilizamos, siendo gran parte de ellos sintéticos y de manufactura industrial.
El tiempo de la “primera transformación”
Los pigmentos minerales son sustancias colorantes presentes de manera natural en rocas o sedimentos. Entre los pigmentos de origen mineral se identifican diferentes tipos, dependiendo de su composición; los más abundantes y comúnmente utilizados son los pigmentos de tierra, que son mezclas de varios minerales. Esta mezcla generalmente está compuesta por uno o más minerales accesorios que pueden incluir minerales de arcillas, micas, carbonatos, cuarzo y sulfuros metálicos*
Los pigmentos de tierra incluyen aquellos pigmentos comúnmente conocidos como ocres. Su color depende de la composición y de las condiciones en que hayan sido formados; así, es posible encontrar en la naturaleza una gran variedad de ocres (rojos, amarillos, cafés, ocres oscuros y toda la gama de tonos posibles entre ellos). Los ocres rojos, amarillos y cafés están compuestos principalmente por óxidos de hierro, minerales que en esos casos actúan como cromóforos, es decir, le otorgan el color a la mezcla**
El equipo de trabajo califica como la “primera transformación” (molienda y tamizado) cuando, después de la recolección, las diferentes tierras y rocas son procesadas con el fin de obtener pigmentos más puros y aptos para trabajar en las diversas técnicas.
Recuerdan que cada materia recolectada requirió de un tiempo diferente de transformación, dependiendo de su dureza, su granulometría y su composición. “Cuando se trabaja con colores de la tierra y con colores minerales, como nosotras, nos damos cuenta que esa paleta es mucho más restringida pero no es algo malo. Estos colores van cambiando según el territorio” cuenta Pilar Godoy.
Y agrega que están ampliando su investigación dentro del mismo Valle de Aconcagua. “Visitando zonas con Los Andes y Putaendo hemos encontrado otro tipo de colores que son más morados y que no estaban en la paleta de colores del valle más central”.
Belén Goya, arquitecta, se refiere a la reacción del público en general. “Porque no es solo el café sino que hay una diversidad de colores en nuestro entorno y no hemos sido educados para eso”.
Y las autoras del libro “Colores Minerales – Identidad Cultural de Nuestro Territorio” Investigación de pigmentos de tierra en el valle del Aconcagua también reflexionan sobre el cuidado con los materiales.
“Estamos con un segundo proyecto con más materialidad. Otros elementos que han sido parte de los oficios como el agua, sobre todo, cuando en este valle es un tema no menor. No solo por la crisis climática sino también por diferentes factores extractivistas que no le ayudan a seguir su curso” menciona Pilar.
A experimentar: inspiración regenerativa
Luego pedir permiso y agradecer, tomamos un poco de las tierras y rocas que más tarde se convirtieron en pigmentos, pastas cerámicas y otras mezclas para experimentar y crear. Lo anterior, se relaciona con la etapa experimental.
Pilar tenía un conocimiento previo con el área textil. “Hicimos cartas de colores, no alcanzamos a crear. Sin esas cartas no podemos darnos cuenta de las variables” comenta. Y explica una de las interrogantes: ¿Cómo se fijan los colores? “Diferentes elementos pueden perdurar. Óxido de hierro que es la característica que más utilizamos nosotras”.
Experimentación textil con colores minerales:
-Pintura natural a base de pigmentos minerales sobre tela de algodón (crea cruda de procedencia industrial). Utilizaron como aglutinantes leche de garbanzos y baba (mucílago) de tuna fermentada.
-Teñido con tierras de colores sobre fibra de lana.
-Teñido con mezcla de barro y tinte vegetal rico en taninos.
“Comparar esta experiencia actual con los primeros ceramistas del valle del Aconcagua, trabajamos con una arqueóloga…Todas las tierras que nosotras trabajábamos , al momento de ser quemadas en baja temperatura, en horno a gas llegábamos al mismo tono. La técnica que ellos desarrollaron fue muy prolija” destaca Belén Goya. Y probaron “con un punto de partida con distintos tipos de quema, nos sorprendimos –dice Belén- de la capacidad de la tierra por sí sola, sin mezclarlas…”.
Y afirma que “ese color es muy identitario desde los orígenes hasta hoy en la cerámica local” por eso “es todo un mundo y seguimos investigando”.
Experimentación cerámica con materiales locales:
Elección de las tierras: del total de tierras recolectadas escogimos 13 colores de tierra cruda
Elaboración de pastas
Cocción: realizamos tres tipos de cocción para probar la modificación del color sobre las pastas y su resistencia al calor.
Horno a gas a baja temperatura (980° C)
Horno a gas a alta temperatura (1240° C)
Quema primitiva a leña
Belén Goya recuerda que “venían hace mucho tiempo revisando los colores de tierra cruda” y se buscaba “cumplir el sueño de recolectar más allá del entorno inmediato: ampliar la gama de colores”.
Experimentación de técnicas aplicadas a la arquitectura:
Desarrollaron algunas técnicas de reconocimiento de suelos (pruebas de sedimentación y de craquelado o fisura), técnicas constructivas (adobes, tapia) y técnicas en terminaciones finas (estucos y pinturas), buscando indagar respecto de las propiedades físicas de la materia y acercándonos a la comprensión de sus aplicaciones en la construcción.
Nos parece maravilloso compartir algo tan sencillo y accesible como salir a buscar tierra, molerla, mezclarla con un poco de agua y pintar. Así, explican otro capítulo de la etapa de experimentación. En primer lugar, “comenzamos con un estudio de color sobre papel, donde fuimos ordenando cromáticamente los colores recolectados, conociéndolos y observando si existen colores predominantes en el territorio”.
Hicieron diversas pruebas con varios aglutinantes sobre el papel. Recurrieron a la baba de tuna, el huevo y otras posibilidades, bajo la premisa de que fueran materiales fácilmente accesibles.
La experimentación consideró técnicas, soportes y preparaciones diversas. Se consideraron pruebas de pigmentación de papel reciclado, artesanal y pruebas de elaboración de materiales pictóricos como pasteles, acuarelas, pintura al óleo, tizas y crayones.
Belén relata que eran cinco personas en la primera etapa y ahora el grupo está compuesto por ocho. Y destacan también la labor desde la Colectiva AÚNA TIERRA DIVERSA. https://www.instagram.com/auna.tierradiversa/
“Ha sido maravilloso entrar en una red, como creas…Son oficios regenerativos y eso nos inspira” concluye.
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* Siddall, R. 2018. Mineral Pigments in Archaeolog: Their Analysis and the Range of Available Materials. Minerals 8, 201
** Faivre, D.(ed) 2016. Iron Oxides: From nature to applications. Weinheim: Wiley-VCH.
- CRÉDITOS FOTOGRAFÍAS: Cinco autoras del libro y Valentina Bulnes