Reacciones y especulaciones en torno a la muerte de Prigozhin

Luego de la confirmación de su deceso en un accidente aéreo, las reacciones y especulaciones a nivel internacional no se hicieron esperar. Y todos apuntan al Kremlin.

Luego de la confirmación de su deceso en un accidente aéreo, las reacciones y especulaciones a nivel internacional no se hicieron esperar. Y todos apuntan al Kremlin.

Uno de los primeros en hacer conocer su parecer fue el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, quien afirmó que lo sucedido es algo “bueno para su país” e hizo descargos: “nosotros no tenemos nada que ver con eso, pero sabemos quién fue”, afirmó, en declaraciones aplaudidas por su colega portugués, Rebelo de Sousa, de visita en Kiev con motivo del Día Nacional de ese país. Por su parte, el presidente estadounidense, Joe Biden, no se mostró sorprendido en absoluto y deslizó con mordacidad que “no ocurren muchas cosas en Rusia que no tengan a Putin detrás”. 

Al otro lado del Atlántico, el primer ministro de Polonia, el ultranacionalista y católico Mateusz Morawiecki, advirtió que el Grupo Wagner es ahora “una amenaza mayor” para su país tras la muerte de su líder, ello porque, en su opinión, podrían aumentar las provocaciones de los mercenarios desde territorio bielorruso. A su vez, un portavoz del gobierno británico aseguró que el Reino Unido “observa muy de cerca” las informaciones sobre la muerte de Prigozhin, tras estrellarse el avión privado en el que viajaba. 

Pero, ¿quién era Prigozhin? De 62 años, en 1981, a los 20, Prigozhin fue acusado de robo y agresión, declarado culpable y condenado a 12 años de prisión. Cuando cumplió su sentencia, abrió un restaurante en San Petersburgo a comienzos de la década de 1990, en plena crisis por el término de la Unión Soviética. A ese restaurante solía acudir un joven vicealcalde de la antigua capital imperial rusa. Su nombre era Vladimir Putin.

Prigozhin aprovechó esa conexión para desarrollar un negocio de catering y consiguió lucrativos contratos del gobierno ruso que le valieron el apodo del “chef de Putin”. Más tarde se expandió a otras áreas, incluidos medios de comunicación y, según occidente, una infame “granja de trols” por Internet, buscando interferir de manera anónima en la opinión pública en temas políticos, o en la toma de decisiones de la sociedad a través de la creación y difusión automatizada de noticias falsas o “fake news”, Esto hizo que fuera acusado en Estados Unidos de interferir en las elecciones presidenciales de 2016.

En cuanto al grupo Wagner, éste también fue desplegado en Siria, donde Rusia apoyó al gobierno del presidente Bashar Assad en la larga guerra civil, mientras en Libia luchaba junto a las fuerzas del comandante Jalifa Hifter y también operaba en la República Centroafricana y en Mali. Pero no fue sino hasta septiembre de 2022 que Prigozhin reconoció haber fundado, dirigido y financiado el Grupo Wagner. Para entonces, sus mercenarios, incluidos hombres que había reclutado en prisiones rusas, luchaban y morían en Ucrania, especialmente en la ciudad de Bájmut.

Prigozhin fomentó la reputación de Grupo Wagner de ser despiadado, y sus mercenarios han sido acusados por países occidentales y por expertos de la ONU de abusos contra los derechos humanos en la República Centroafricana, Libia y Mali. Esto despertó indignación pública internacional y peticiones de investigaciones al Kremlin en repetidas ocasiones. Pero sería su papel en la guerra con Ucrania donde el rol del grupo Wagner se haría notorio. Para contar con un potente ejército necesitaba efectivos dispuestos a combatir. Prigozhin recorrió las prisiones rusas para reclutar combatientes, prometiéndoles el indulto si sobrevivían a un periodo de medio año de servicio en primera línea con Wagner. De hecho, en una entrevista en mayo pasado se jactó de haber reclutado 50.000 convictos y afirmó que tenía unos 35.000 hombres en el frente. Sin embargo, con el paso de los días comenzó a quejarse y criticar al ministerio ruso de Defensa por no suministrar a Wagner armas y pertrechos suficientes para capturar Bájmut y amenazó con retirar a sus hombres.

La situación llegó a un límite el 23 de junio, cuando convocó a un levantamiento armado contra el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, el más antiguo de los ministros del país y cercano amigo de Vladíimir Putin. Entonces, Prigozhin decidió dirigirse con sus huestes desde Ucrania hacia Moscú, tomando de paso el control del cuartel general militar de Rostov del Don, en el sur de Rusia cerca de la frontera con Ucrania, y prosiguiendo la que llamó “marcha de la justicia” hasta detenerse a 200 kilómetros de la capital rusa.

El resto de la historia es conocido: Putin tachó a Prigozhin de traidor mientras se desarrollaba la revuelta. Pero el proceso penal contra el jefe de los mercenarios por cargos de rebelión fue desestimado posteriormente. El Kremlin dijo que Putin mantuvo una reunión de tres horas con Prigozhin y los comandantes del Grupo Wagner días después de la rebelión, gracias a la intermediación del presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, y finalmente se optó porque los mercenarios de Wagner y su líder se dirigieran al vecino país. 





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