“El mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre", alerta el Papa

En la nueva encíclica emplea un tono firme y directo, con múltiples y variadas notas al pie de los textos que hacen más referencias a los informes científicos de la ONU y de la NASA que a sus documentos previos o a las mismísimas sagradas escrituras.

En la nueva encíclica emplea un tono firme y directo, con múltiples y variadas notas al pie de los textos que hacen más referencias a los informes científicos de la ONU y de la NASA que a sus documentos previos o a las mismísimas sagradas escrituras.

Francisco lo vuelve a hacer. En su nueva encíclica “Laudate Deum”, el Papa advierte que en los últimos 8 años, la inacción de los políticos ha vuelto la situación del planeta aún más imperiosa, mientras “el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre”, afirma con tono oscuro. El pontífice fustiga asimismo a los negacionistas del cambio climático: “Por más que se pretenda negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes”, afirma desde Ciudad del Vaticano. 

“Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la Tierra, que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos”. Por ello, el Papa lamenta que “para ridiculizar a quienes hablan del calentamiento global, se acuda al hecho de que suelen verificarse fríos también extremos. Se olvidan -afirma- que este y otros síntomas extraordinarios no son más que diversas expresiones alternativas de la misma causa: el desajuste global que provoca el calentamiento del planeta”. 

El pontífice también rechaza la idea de que “reduciendo el uso de combustibles fósiles y desarrollando formas de energía más limpias, se provocará una reducción de los puestos de trabajo”. Por el contrario, señala que “la transición hacia formas renovables de energía, bien gestionadas, así como todos los esfuerzos de adaptación a los daños del cambio climático, son capaces de generar innumerables puestos de trabajo en diferentes sectores”, argumenta, reiterando que “las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global”. Para el Papa, “las soluciones más efectivas vendrán, ante todo, de las grandes decisiones en la política nacional e internacional”, señala.

El obispo argentino de Roma señala así -y desafía- a los líderes mundiales instándolos a comprometerse con objetivos vinculantes para frenar el cambio climático antes de que sea demasiado tarde. En una actualización de su histórica encíclica de 2015 sobre el medio ambiente, el pontífice alerta que “esta creación de Dios”, es un planeta que se calienta cada vez más y está llegando rápidamente a un “punto de no retorno”. De ese modo, el Papa hace sonar las alarmas sobre el daño “irreversible” que ya se ha causado a la población y al planeta, lamentando que -una vez más- sean los pobres y vulnerables quienes estén condenados a pagar el precio más elevado.

“Ya no podemos detener el enorme daño que hemos causado. Solo estamos a tiempo para evitar daños todavía más dramáticos”, advierte en otra parte del documento “Laudate Deum” publicado en consonancia con la festividad de San Francisco de Asís, gran amante de la naturaleza, con el objetivo de animar a los negociadores a comprometerse con objetivos climáticos vinculantes en la próxima ronda de negociaciones de Naciones Unidas en Dubái. Ello, porque para Francisco resulta un imperativo moral que el mundo abandone los combustibles fósiles y adopte energías renovables con medidas que sean “eficientes, obligatorias y fácilmente controlables”. 

Empleando datos científicos precisos, argumentos agudos pero diplomáticos y algo de razonamiento teológico, agrega que “se nos pide nada más que algo de responsabilidad ante la herencia que dejaremos tras nuestro paso por este mundo”, dice, recordando que su encíclica de 2015 fue un punto de inflexión para la Iglesia católica, porque fue la primera vez que un Papa empleaba su documento de mayor peso para plantear el debate climático en términos morales. En ese documento, que ha sido citado por presidentes y líderes políticos -e impulsó un movimiento activista dentro de la Iglesia- Francisco pedía una revolución cultural audaz para corregir un sistema económico “estructuralmente perverso” en el que los ricos explotan a los pobres convirtiendo la Tierra en un “inmenso montón de inmundicia”.

Aunque las encíclicas están pensadas para soportar el paso del tiempo, Francisco dijo que sentía que era necesaria una actualización de la de 2015 porque “con el paso del tiempo advierto que no tenemos reacciones suficientes ante una devastación está ya en marcha”, apuntó, incluso con daños “irreversibles” para la biodiversidad. Citando datos que muestran que el incremento de las emisiones y el correspondiente aumento de la temperatura global se han acelerado desde la Revolución Industrial, pero especialmente en los últimos 50 años, el Papa Bergoglio aseveró:

“Ya no se puede dudar del origen humano del cambio climático”.

Imagen de portada: @pontifex_es




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