"Veni. Creator": el documental sobre la trastienda del histórico concierto chileno de la "Octava Sinfonía" de Mahler

Dirigido por Iván Tziboulka y producido por Pablo Rosenblatt, el largometraje recoge todo el proceso de la FOJI para poner en marcha la gran composición de Gustav Mahler. Esto, bajo la dirección del destacado director de orquesta Paolo Bortolameolli.

Dirigido por Iván Tziboulka y producido por Pablo Rosenblatt, el largometraje recoge todo el proceso de la FOJI para poner en marcha la gran composición de Gustav Mahler. Esto, bajo la dirección del destacado director de orquesta Paolo Bortolameolli.

La “Octava Sinfonía” de Gustav Mahler, uno de los compositores más trascendentales de la música docta, representa un verdadero desafío para cualquier orquesta. No solo por su dimensión técnica, que requiere coordinar a un equipo conformado por coros y cientos de músicos sobre el escenario, sino también por la tremenda emotividad que transmite.

En Chile, la hazaña nunca había sido puesta en marcha. Eso, hasta que el 2022 el director ejecutivo de la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles (FOJI) Miguel Farías y el director de orquestas Paolo Bortolameolli decidieron que esa sería la pieza con la cual celebrarían los 30 años de vida de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil.

Así fue como arrancó una extensa preparación que culminó en enero del 2023 con la histórica presentación de los músicos en el Teatro Caupolicán. Todo el proceso detrás de este hito quedó registrado en un documental dirigido por Iván Tziboulka, cuyo estreno está fechado para el jueves 11 de abril en la Cineteca Nacional bajo el nombre de “Veni. Creator”.

En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, el director recordó la génesis del largometraje, que surgió tras una decisiva reunión con el productor ejecutivo Pablo Rosenblatt y el destacado periodista y crítico musical Gonzalo Saavedra.

“Hacia fines del 2022 me llama Pablo, con quien trabajamos muchos años en distintos proyectos, tanto documentales como series de televisión. Era para citarme a un café en La Reina, para vernos con Gonzalo, un excelente periodista que trabaja en la Radio Bethoveen. Yo simplemente estaba sorprendido. Ahí nos contó que su amigo, Paolo Bortolameolli, que entonces estaba viajando por el mundo haciendo su trabajo de director de orquesta, se había involucrado con Miguel Farías, de la FOJI, para que pongan en escena la ‘Octava Sinfonía’ de Mahler, la mítica ‘sinfonía de los mil’, que es la más compleja y la más difícil”, compartió Tziboulka.

“Les quedaba muy poco tiempo por lo gigantesco de la tarea. Gonzalo, el periodista, le había preguntado a Paolo si acaso él tenía un equipo para hacer el registro audiovisual. Y él había respondido que no. Por eso nos citó con Pablo. Y estábamos muy intrigados, pensábamos que nuestra tarea iba a consistir en hacer un making-of o una grabación, un registro audiovisual de todo el proceso de la preparación”, confesó el director sobre su primera impresión, que muy pronto daría un giro de 180 grados.

Mucho más que un making-of

El equipo convocado por Bortolameolli se tradujo en cerca de 600 personas de entre siete y nueve años sobre el escenario. Desde el primer ensayo, el equipo audiovisual comandado por Tziboulka y Rosenblatt pudo notar que lo que había detrás de este registro sería una historia mucho más potente.

“Los primeros ensayos que grabamos eran los sábados y domingos en la Católica”, afirmó el realizador. “Estos coros venían de Valparaíso, de Rancagua, de varias otras regiones y alrededores de Santiago. Y toda esta gente pagaba su propia locomoción, su propia comida un sábado y domingo…”.

“Estábamos saliendo de la pandemia y me llamó mucho la atención que ocupaban su tiempo para ensayar este gigantesco proyecto. Toda esta fuerza interna de estas personas que, saliendo de la burbuja, del aislamiento de la pandemia, querían participar. Y no en cualquier proyecto, sino que en este gran reto. Ahí me di cuenta de que lo que estábamos haciendo iba a ser más que un registro“, agregó.

Por todo lo anterior, Tziboulka reflexionó sobre la contingencia que toma una obra como la de Mahler, cuyo sentido se relaciona profundamente con el diálogo y la comunión en un tiempo donde los desacuerdos son la regla.

“El día del concierto fue apoteósico. De verdad fue indescriptible. Nuestra tarea era observar eso y traspasarlo después al montaje y al documental. Toda esta energía y estas cosas tan potentes, en una época tan conflictiva para el mundo, de guerras, desunión, conflictos, Chile incluido, se convirtió en un gran ejemplo de unidad, de trabajo mancomunado. De ponerse de acuerdo y respetar las diversas voces. Este acto musical se convirtió en una gran metáfora de nuestra sociedad, que todos los problemas se pueden solucionar poniéndose de acuerdo y respetando todas las voces”, aseguró el director.

Bortolameolli, un tsunami musical

Para Tziboulka, el protagonista indiscutible de esta historia es Bortolameolli. Su figura, mítica y cercana al mismo tiempo, fue el punto que unió el relato en torno al trabajo realizado por los músicos de la FOJI.

El director comenta que, al menos durante las primeras grabaciones, “Paolo Bortolameolli estaba en el extranjero, todavía no llegaba. Y se hablaba de que él viene, que va a venir, y hay una cuenta regresiva hasta que llega Paolo”.

“Los directores de orquesta y también de coros se estaban preparando para que él diera el último toque artístico. Que uniera todas las voces. Y nosotros nos estábamos dando cuenta que estaba pasando algo muy potente entre la misma gente. Hasta que llegó Paolo y fue impresionante su llegada, porque él es una persona muy joven que ya se ha hecho famoso por su trabajo, por su genialidad musical. Y también organizativa, porque en el fondo es una persona que entra y no deja a nadie indiferente”, contó Tziboulka.

“Tiene una energía tremenda. Era un tsunami. Y él enamoró a absolutamente a todos los coros en la primera instancia. Nosotros resguardamos en imagen y sonido eso. Enamoró e inyectó a todas las personas con su energía“, aseguró el realizador.

A la hora de describirlo, el director de “Veni. Creator” utiliza las siguientes palabras: “No sé de dónde saca esta energía creativa que tiene, porque dejaba a todo el mundo exhausto, pero muy motivado. Estaba entregándose completo. Estábamos con la boca abierta observando su energía y su sensibilidad musical, porque algo de música entiendo. Gonzalo Saavedra también entiende mucho de música, y todos nosotros estábamos maravillados con Paolo y su forma de ser, un tsunami musical”.

“Pero también enamora a la gente. Es muy sensible. Considera a todas las personas con su susceptibilidad, para no herir a nadie. Se veía en cómo guiaba a los niños, también. Con mucho cariño. Su hijo chico, de siete años, estaba participando en el coro y él lo estaba dirigiendo también. Pero sin hacer diferencias. A los otros niños los trataba con el mismo cariño. Y era una magia. Él, para todos nosotros, se convirtió en un gran ejemplo de alguien no solo talentoso, sino muy motivado y muy buen psicólogo. Psicólogo innato, le llamo, en el mejor sentido de un buen guía. Ojalá nuestra sociedad completa tuviera siempre guías tan talentosos y tan sensibles para guiar nuestros destinos colectivos”, concluyó.

 





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