Hillary Hiner por avance de la ultraderecha: "Cuando hay fragmentación se termina abriendo un flanco muy grande"

La académica abordó las particularidades de esta irrupcíón política en nuestro país. Abordando el escenario en la oposición, indicó que la centroderecha en Chile no existe propiamente tal, puesto que ha cedido espacio ante el Partido Republicano.

La académica abordó las particularidades de esta irrupcíón política en nuestro país. Abordando el escenario en la oposición, indicó que la centroderecha en Chile no existe propiamente tal, puesto que ha cedido espacio ante el Partido Republicano.

Los resultados de las últimas elecciones legislativas en Francia, donde las fuerzas progresistas lograron contener el avance de la extrema derecha que lidera Marine Le Pen, dieron un respiro a la izquierda latinoamericana que sigue de cerca el fenómeno. Sin embargo, diagnósticos transversales proyectan que este avance no se ha detenido. 

En Chile, conocido es el rápido ascenso del Partido Republicano que, en las próximas elecciones municipales y parlamentarias, tras dos procesos constitucionales fallidos, apuesta por consagrar su hegemonía.

Quién ha estudiado su surgimiento y raíces históricas y conversó sobre esto en Radio y Diario Universidad de Chile es la doctora en Historia, miembro de la red de historiadoras feministas, cercana al Frente Amplio, y académica de la Facultad de Ciencias Sociales de nuestra casa de estudios, Hillary Hiner.

Hay quienes señalan que el clivaje no es entre extrema derecha e izquierdas, sino entre extrema derecha y democracia ¿Dónde lo situaría usted? 

Hay diferentes formas de pensar este clivaje político. También nos remonta a lo que pasaba en los años 30′ y a la formación de muchos frentes populares en diferentes países, incluyendo Chile, que se vinculan con ver el fascismo como una amenaza muy profunda a la democracia y a nuestros derechos como ciudadanos y ciudadanas. En ese sentido sí, absolutamente se puede pensar en ese clivaje en términos de valores y políticas que son democráticos o antidemocráticos.

El caso de Chile es bien interesante porque mucho de lo que identificamos como “ultraderecha” en realidad viene de la vieja derecha, de una derecha pinochetista. Surge de una cierta fragmentación por parte del partido más de derecha, que es la UDI, y desde ahí posiciones donde, por ejemplo, en vez de reconocer que hubo violación de derechos humanos durante la dictadura o que es algo que debemos estar corrigiendo, al contrario, tratan de rescatar ese legado y ver la dictadura como algo que benefició al país. Esto luego de que parte de la centroderecha, al pensar críticas respecto a los derechos humanos, había llegado a una cierta perspectiva consensuada de que efectivamente sí se violaron y eso estaba mal.

En la conmemoración de los 30 o de los 40 años del golpe de Estado, ese consenso estaba bien firme, por lo menos, entre el centro y la centroderecha. Y ahora con los 50 años, surgieron muchas voces diciendo lo contrario. De hecho, Luis Silva dijo que Pinochet había sido un estadista. Entonces, hay un cierto tipo de ruptura o clivaje respecto a cómo había ido avanzando ese tema hasta los años más recientes, pero rescatando también que la derecha pinochetista tiene sus raíces muy profundas en Chile. Su forma, por ejemplo, de pensar temas como las mujeres o las disidencias sexo genéricas, en general los temas valóricos, nada de eso precisamente es muy nuevo. La parte más nueva son las formas comunicacionales: tener granjas de bots o de trolls para ocuparlas en Youtube, Twitter o Facebook, así como difundir noticias falsas en pos de establecer tu agenda.

¿Son recurrentes los discursos de odio y noticias falsas en este sector? 

Hay una temática de discursos de odio que efectivamente existe en nuestro país. Por ejemplo, tener posiciones negacionistas respecto a ciertos hitos o a procesos históricos que son innegables. Hay muchos ejemplos que se han dado también en la Alemania post régimen nazi, país que sigue teniendo un problema de ultraderecha a pesar de las proscripciones. O sea, no por prohibir ese tipo de discursos necesariamente se logra extinguir esa corriente política, pero prácticamente todos los países del mundo están tratando de enfrentar y lidiar con estos nuevos contextos comunicacionales que van empeorando con el avance de la Inteligencia Artificial (IA) y los deepfakes. Todo esto nos va contaminando en términos de nuestro acceso a información verídica, al punto que se ha vuelto muy difícil para ciertos segmentos de la población diferenciar cosas que son artificiales y que creen que son reales.

¿Cuál es la responsabilidad de la izquierda en este debate? 

Es muy importante la unidad de la izquierda, de la centroizquierda y del centro antifascista en términos de establecer ciertos tipos de cordones sanitarios, republicanos y democráticos. Resguardos respecto a la necesidad de proteger nuestra democracia, porque en Chile debemos tener claro que solo muy recientemente y a partir de 1988 logramos recuperarla. Tenemos que trabajar mancomunadamente para no solamente resguardarla, también para ir profundizando y corriendo horizontes de modo de alcanzar mayores niveles de democracia para todos los ciudadanos.

Lo que quiere hacer la ultraderecha lo podemos observar en nuestro país vecino, donde Javier Milei eliminó el Ministerio de la Mujer y está tratando de retroceder en los avances para las mujeres y las diversidades sexo genéricas. Tenemos que mirar bien ese caso, aprender y ojalá avanzar de la mejor manera con nuestras coaliciones y fortalezas políticas de dialogar.

¿Cuál es el rol que juega la centroderecha? En Chile se ha plegado al Partido Republicano. 

Chile tiene un problema grave respecto a cómo la derecha fue profundamente moldeada por la dictadura y, en ese sentido,  solo muy recientemente han surgido partidos que aunque pequeños, como Evópoli, tratan de romper con la herencia pinochetista. El problema es que son partidos que han cedido totalmente hacia la derecha y la ultra derecha.

No han sido capaces de pensar como en el caso de Francia, donde incluso pactaron en distritos con la centroizquierda y la izquierda. Y lo hicieron justamente como parte de ese cordón sanitario en contra del fascismo. Lamentablemente en Chile hasta ahora eso no ha ocurrido, o sea, la fuerza de la centroderecha es muy débil.

Este sector generalmente se expresa en derechos como paridad, la participación de las mujeres en política o respecto al matrimonio igualitario pero, cuando hemos llegado a momentos de mayor tensión, siempre han optado por el otro lado. El ejemplo más claro fue la segunda vuelta presidencial cuando pactaron con el candidato republicano José Antonio Kast, que es a todas luces de extrema derecha y que ha sido reconocido junto a otros políticos como Milei y Bolsonaro. Entonces, la centroderecha propiamente tal no existe.

¿Están las condiciones para que la extrema derecha se transforme en mayoría electoral en Chile? 

Depende mucho también de la astucia, la estrategia y la inteligencia de la izquierda, la centro izquierda y el centro, así como de nuestra capacidad de diálogo. Yo diría, por ejemplo, que lo que vimos en la decisión de apoyar a Claudio Orrego para gobernador es un muy buen indicador de que hay pretensiones políticas para trabajar en conjunto y prevenir un escenario de ese tipo. No obstante, cuando hay fragmentación y peleas se termina abriendo un flanco muy grande.





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