Voluntarios señalan “hacer la pega” del Estado en Valparaíso e Iquique

Tanto en Iquique como en Valparaíso han sido las organizaciones comunitarias y juntas vecinales las primeras en solidarizar con los damnificados, esto ante la demora del Estado de responder a las catástrofes. Cientos de voluntarios, entre ellos estudiantes, pobladores y trabajadores, han acudido en ayuda del pueblo porteño y la autogestión ha sido el eje que sostiene la incipiente reconstrucción.

Tanto en Iquique como en Valparaíso han sido las organizaciones comunitarias y juntas vecinales las primeras en solidarizar con los damnificados, esto ante la demora del Estado de responder a las catástrofes. Cientos de voluntarios, entre ellos estudiantes, pobladores y trabajadores, han acudido en ayuda del pueblo porteño y la autogestión ha sido el eje que sostiene la incipiente reconstrucción.

Mientras el Gobierno inicia el catastro oficial de albergados en Valparaíso, a fin de dar solución habitacional a las miles de personas que quedaron sin hogar, diferentes organizaciones sociales han dejado sus labores tradicionales y han convertido sus espacios en albergues y centros de acopio.

Federaciones de estudiantes, sindicatos, juntas de vecinos y clubes sociales de todo tipo han levantado campañas para reunir fondos. En distintas partes del país se recolectan alimentos y remedios, como también libros y cuadernos. A lo largo del país, se realizan tocatas y eventos a beneficio, tanto de deportistas como artistas que solidarizan con el pueblo porteño.

En base a donaciones y manos voluntarias, las organizaciones coordinan cuadrillas para llevar artículos de primera necesidad y materiales para la remoción de escombros. Son largas caminatas para llegar hasta las últimas poblaciones, perdidas entre los cerros de la periferia, lugares donde las instituciones del Estado no llegan.

Una de esos espacios convertidos es el Centro Cultural Trafón, que ubicado en Avenida Francia se ha convertido en un lugar estratégico para coordinar el apoyo.

Pía Gajardo, miembro del equipo explica que “Valparaíso es una ciudad sin lucas”, para sostener que en la ciudad porteña la acción ciudadana es la que organiza la ayuda y que el Estado se suma a esos esfuerzos.

“En el centro de acopio estamos organizando cuadrillas de voluntarios que suben a los cerros, a los lugares marginados donde no ha llegado la ayuda del Estado. Hay un montón de familias que no han recibido nada”, dice.

Para Benjamín Briones, gestor cultural del Patio Volantín, “los voluntarios son imprescindibles para levantar la dignidad de las personas”. El además integrante de la Junta de Vecinos del Cerro Panteón indica que hay muchas organizaciones que se coordinan para distribuir ayuda y focalizar esfuerzos.

“Las organizaciones comunitarias hemos hecho la pega, sería sensato que se asuma que no hay abasto para la catástrofe que significa este incendio, que arrasó con todo. No hubo sistema político que soporte el desastre que significa todo esto”, señala.

Nelson Aramburu, comunicador y dirigente social, explica que la sensación en las zonas afectadas es de mucha impotencia y que poco a poco se manifiesta la rabia.

Para Aramburu la presencia de fuerzas militares ha vuelto tensa la relación con los pobladores, quienes reclaman por la ausencia de las autoridades locales.

Son múltiples las reuniones de comités, colectivos y agrupaciones de todo tipo las que se gestan en estos días, quienes ya analizan la forma en que se opondrán a cualquier oportunidad de negocio que se aproveche de la reconstrucción.

Desde las organizaciones de base adelantan que la próxima semana pedirían la renuncia del alcalde Jorge Castro, figura que el gobierno ha puesto en primera línea.

 





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