Fallece en el olvido juez Nelson Muñoz, defensor de los Derechos Humanos


En el más completo abandono público, y sin haber tenido nunca un reconocimiento por su aporte a la causa de los Derechos Humanos y la labor que desarrolló y que dio como fruto el hallazgo de la fosa clandestina de Pisagua, murió el juez Nelson Muñoz Morales, en la localidad de Labranza, Temuco, la tierra que lo acogió desde hace casi dos décadas.

El ex magistrado residía en esa localidad junto a su esposa Lucía y una pequeña hija de 9 años Además le sobreviven dos hijas mayores, Lorena e Ignacia, de un matrimonio anterior.

A su deceso, el ex juez de Pozo Almonte tenía 70 años y mucha historia que contar, parte de la que quedó novelada en su libro “El Caballo Bermejo”, de la editorial LOM.  En los últimos años sólo permanecía en su casa, leyendo y escribiendo.

Sus restos serán sepultados en Labranza este domingo 8 de junio, la tierra que lo acogió durante los últimos años de su vida.

Perfil del juez

Nelson Muñoz Morales estudió Ciencias Jurídicas en la Universidad de Concepción titulándose como abogado en 1978. Desde 1982 a 1990 –el año de hallazgo de la Fosa- se desempeñó como juez de Pozo Almonte.

Fue el primer director de la Carrera de Derecho de la Universidad Arturo Prat. Y entre 1997 y 1999, cumplió el mismo cargo en la Universidad de Temuco.

Su vinculación a esta causa de los Derechos Humanos le trajo como consecuencia una amonestación de sus superiores de la Corte de Apelaciones de Iquique y una mala calificación como juez.

En 1991 se retira del Poder Judicial, como una forma de protesta contra  la justicia por su actuar en materia de DDHH y publica junto a otros autores el libro “Pisagua, pasión y muerte”

Valiente historia

Un rol fundamental en los albores de la democracia cumplió el entonces juez de Pozo Almonte, cuando de mutuo propio y teniendo antecedentes que le llegaron al Tribunal, recibió una denuncia de entierros clandestinos de políticos de la Unidad Popular.

El magistrado tenía a su cargo un grupo reducido de colaboradores con el que buscaba los restos de los ejecutados en Pisagua, porque también fue parte de algunas de esas expediciones.

Sin embargo, es el 2 de junio de 1990, ya en democracia, cuando se llegó a un atroz resultado, cuando de las entrañas de la tierra, ensacados, con los ojos vendados e impactos de balas en sus pechos, aparecieron 20 cadáveres de ejecutados políticos.

Aquel 2 de junio de 1990 fue un día tenso. Se temía que los cuerpos fueran sustraídos, como una forma de ocultar el delito, oculto durante tantos años. Pese a ello, los restos llegaron al Servicio Médico legal, esa misma noche, gracias a la acción de Nelson Muñoz y sus colaboradores. Entre ellos, la figura del arquélogo Olaff Olmos, -también fallecido- que con sigilo y sumo respeto dirigió las excavaciones y, con su propia mano, logró que los cuerpos emergieran de la tierra.

Producto del hallazgo de la fosa clandestina, se designa como ministro en visita, al integrante de la Corte de Apelaciones de Iquique Hernán Sánchez Marré, en un intento de apartar al juez Muñoz.

El nuevo ministro en visita debió declararse incompetente, porque había militares involucrados, por lo tanto la causa era competencia de los tribunales castrenses.  De esta forma, nuevamente se amagaron los deseos de verdad y justicia.

Entrevista histórica

En una entrevista exclusiva que le hiciera  el canal de televisión de Iquique, RTC, a propósito de los 40 años del Golpe de Estado, el juez Muñoz accedió a conversar y entregar parte de los antecedentes que rodearon este hecho.

“Me quitaron la causa de manera muy irregular –recuerda en su relato-,  ya que la Corte Suprema habría llamado a Carabineros de Pozo Almonte, para que me comunicaran que dejara de trabajar ahí, que interrumpiera mi actividad hasta que no fuera al lugar un ministro de la Corte”, explicó.

En su ímpetu por la búsqueda de Justicia, el juez Muñoz no había pensado en esa situación, “si era correcto o no, pero ahí estaba encontrando unos cadáveres y no iba a ir a buscar a un ministro para hacer lo mismo que ya estaba haciendo yo”, señaló.

De esta forma, carabineros de Pozo Almonte llevaron la instrucción a Pisagua.  “A un carabinero de jinetas, que me dijo que dejara la causa, pero no le hice caso, seguí haciendo lo que estaba haciendo”.

Por lo demás, aquel convulsionado día, tan esperado por los familiares, hizo que la noticia corriera rápido en los círculos familiares y de derechos humanos. “No hubo forma de impedir que los parientes de los desaparecidos fueran a Pisagua. Cada quien tenía la esperanza y los grandes deseos de encontrar a sus seres queridos”, recordó el juez.

Inclusive, recuerda que al día siguiente, muy temprano, el 3 de junio de 1990, fue el general de Carabineros de la época en Iquique y toda la oficialidad, la plana mayor: “Llegaron diputados, políticos y mucha gente que uería aportar con su granito de arena”. Recuerda entre los presentes al doctor Vlasilav Kuzmicic, que también fue prisioneros en Pisagua, y quien sostuvo un intercambio de palabras con el médico forense titular.

“En ese tenso momento, se produjeron discusiones. Hay que tener en cuenta que ahí, lo que estaba constituido, era el Tribunal: Yo como juez; el secretario del tribunal, Enzo González, y dos actuarios. Es decir, la mayoría del Tribunal estaba en Pisagua, con sus máquinas de escribir, tomando declaraciones”.

“En eso apareció un poco molesto el seremi de justicia, porque yo había pasado a llevar al médico forense titular, y tenía al doctor Eduardo Olguín que venía trabajando con nosotros como grupo interesado, y llevábamos en esto por lo menos unos 6 meses.  El seremi me manifestó su molestia, porque no tenía otra facultad. Y como digo, yo había puesto al doctor Olguín, que venía trabajando en esto mucho tiempo, y que nada me impedía tener como Tribunal uno o dos forenses, entonces en ese caso nombré a Olguín y el forense titular también haría su informe.  Todo esto ocurrió tempranito al día siguiente”.

“Me hice parte del dolor de los afligidos, me reconocieron no como par, pero muy cercano a ellos. Me creyeron que me dolía lo que me pasaba. Me subjetivé y eso empezó a molestar a los otros jueces de Iquique, de un Iquique que brillaba por la Zofri”.

No cabe duda que sin la audacia del juez Nelson Muñoz, quizás nunca se hubiese encontrado la fosa clandestina de Pisagua.

De hecho, una segunda fosa, nunca apareció, porque según la causa que se lleva del caso de los detenidos desaparecidos de Iquique y Pisagua, y según los avances investigativos del abogado defensor, Adil Brcovich, los otros cuerpos habrían sido removidos de esta segunda fosa, tras la operación “retiro de televisores”, realizada por los agentes de la dictadura, para no dejar rastro de sus crímenes. Lo más probable es que los cuerpos hayan sido quemados y luego arrojados al mar.

Por Anyelina Rojas Valdés





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