Comentario de J.P.Cárdenas: “La crisis terminal del Gobierno”


Reproducimos a continuación el último comentario radial Juan Pablo Cárdenas:

“El fantasma que recorre a la Nueva Mayoría  y al oficialismo en general es la sensación de que el gobierno de  Michelle Bachelet ya llegó a su final. Qué la Presidenta solo empata el tiempo para irse ojalá que con el menor descrédito posible. Que ya no hay proyectos fundamentales que vayan a consolidarse y que, en esta actitud de tedio y falta de liderazgo de la Jefa de Estado, todos sus partidos son los que van a pagar los platos rotos de un posible descalabro electoral. Conversando ayer con algunos observadores de la política se me comentaba que la Presidenta no muestra interés en repuntar, el lucirse con algunas iniciativas que le significarían recuperar tanto su imagen como la de su conglomerado político.

Una Presidenta que cuando parece más grata o relajada es en el extranjero, viajando de un lado para otro, mientras que en Chile sus desplazamientos se han hecho cada vez más ingratos con las miles de demandas que se le hacen en todas partes, cercada por sus servicios de seguridad y teniendo que saludar y reunirse con políticos, empresarios o dirigentes sociales que ostensiblemente la fastidian y de los cuales percibe mucho cinismo y lisonjas poco sinceras y, a veces, hasta descomedidas. A ella, se dice, solo le gusta estar con su conocido círculo de amigas, cuando incluso algunos de sus ministros le resultan desagradables. Alguien me dice –además- que con cada encuesta la Presidenta demuda, por más que diga que sigue recibiendo el cariño de la gente en las calles.

Se anota el hecho de que es una gobernante que parece no tener posiciones ni voluntad de expresarlas. Que ante los despropósitos de su ministro de Justicia, por ejemplo, no atina a destituirlo de forma ejemplar y, con ello, llenarse de verdadera gloria. Que tampoco resolvió destituir a su secretario de Economía ante la bochornosa actitud que asumiera cuando le regalaran una muñeca erótica tan ofensiva para la dignidad de las mujeres. Que todavía no toma posición alguna, tampoco,  frente a la demanda por un nuevo sistema previsional y que todo lo resuelve con comisiones y mesas de trabajo que lo que más hacen es dilatar las soluciones y desencantar a los millones de trabajadores y pensionados que esperan sueldos y pensiones dignas.

Una Presidenta, estimados auditores, que viaja tardíamente a la Araucanía, cuando ya no es posible visualizar que durante su gobierno pueda alcanzarse una solución a un conflicto cada día más fuera de control. Cuando la represión de Carabineros ya se ha descontrolado y los mapuches ya no tienen mayor voluntad de volver marcha atrás. Cada  vez más convencidos de que el epílogo de este ancestral conflicto con el Estado chileno puede ser su completa autonomía y autogobierno, la soberana recuperación de sus territorios. Que ya está pasando la hora de una armoniosa y justa convivencia bajo los dictados de la Constitución y las leyes actuales que ni siquiera la nación chilena considera legítimas.

Muchos piensan que la Presidenta jamás debió repostularse. Que en Nueva York se le ofrecía una  brillante carrera internacional y no el valle de lágrimas de este segundo gobierno. Es vox populi decir que el caso Caval y la acción de su nuera e hijo la devastaron. Que sus parientes más cercanos le han hecho más daño a su imagen que toda la oposición o las negligencias o desafecciones de quienes la ungieron como candidata hace tres años, movidos nada más que por su propia conveniencia. Por la necesidad de volver a La Moneda en sus ancas. Nada más que por la empatía que solo ella mantenía con la población y que, ya se ve, hoy no gozan los ex mandatarios empeñados en repetirse también el plato.

Lo peor de todo es que ya no tendremos nueva Constitución ni, menos, Asamblea Constituyente. Que queda en evidencia su nula voluntad de consolidar una genuina democracia, mientras arrecia la corrupción de la política y la clase empresarial, que todos los días nos ofrecen más y más casos de colusiones en desmedro de los consumidores del país,  cohechos y sobornos. Y un desencanto social que, hasta aquí, solo promete seguir elevando las cifras de abstención ciudadana.

Todo esto en un país descalabrado por la rabia, la delincuencia común y el paulatino desquiciamiento de las propias fuerzas del orden, también penetradas por la corrupción y, de nuevo, favorecidas por la impunidad. Mientras la propia Presidenta parece incapaz de emitir siquiera un juicio sobre el enorme lobby de sectores de las FFAA y de la propia Iglesia empeñados en que el país se compadezca de los más feroces criminales recluidos en una cárcel de lujo, sin siquiera estos hayan reconocido sus crímenes terroristas y de lesa humanidad, cuanto colaborar con la justicia que todavía no sabe del paradero de miles de detenidos desaparecidos. Mientras empiezan a morirse sus familiares y otras víctimas de sus sistemáticas torturas físicas y psicológicas y que, por cierto, no han recibido justa reparación.

Lo peor, sin embargo, estimados auditores, es la amenaza que se cierne sobre su administración empinada a convertirse en el gobierno que más víctimas haya cobrado de la confrontación policial contra nuestro pueblo originario; con esos comuneros asesinados y baleados por la espalda;  por la oprobiosa forma en que se maltrató a una mujer mapuche que diera  a luz en un hospital público. Por la forma en que algunos fiscales pagan por testimonios falsos a fin de imputar a nuestra etnia principal. Fiscales y jueces influidos y presionados, también,  por los poderosos empresarios forestales y ganaderos de esta zona que el Estado Chileno, en los albores de la República,  reconoció como propia de los araucanos, de una nación con la cual debíamos lindar y no ocupar militar y criminalmente.

Todo esto sin contar el baldón que deberá cargar la administración actual de haber permitido que bajo instituciones del estado se le haya dado tortura, cometido abusos sexuales y muerte a esos centenares de niños del Sename. Cuando también aquí la Presidenta de la República  desahució la oportunidad histórica de intervenir con fuerza en este escándalo y consentir con los cambios y recursos que el propio Congreso Nacional le sugirió para hacer frente a este horror. Solo comparable y, hasta peor, que los más graves crímenes cometidos por la Dictadura de Pinochet.

Una presidenta que llegó a La Moneda por segunda vez como una abanderada socialista y de izquierda, después que sus antecesores hayan caído rendidos ante en modelo neoliberal, las adulaciones empresariales y las bravatas de nuestros “valientes soldados”, colmados de privilegios infamantes enfrente dela realidad de la población civil. Para caer, posteriormente, ella misma en el encantamiento con los más poderosos.

Ni qué decir que su propia reforma emblemática, la educacional, ya no tiene el más mínimos respaldo social. Cuando los estudiantes ya rompieran toda forma de diálogo con las autoridades; cuando los profesores destituyeran de sus cargos directivos a aquellos dirigentes coludidos con La Moneda; cuando los rectores están cada día más decepcionados y el ministerio del ramo sufre todos los avatares de la improvisación y la inconsistencia. Cuando los únicos ganadores, hasta aquí, son los que patrocinan la educación elitista y lucrativa.

En el Día de los Inocentes, ¡vaya qué inocente actitud es la que manifiestan los millones de chilenos que aún no se desencantan y  rebelan ante la figura de una gobernante completamente abatida! “. A la que parece quedarle ”como poncho” el cargo que todavía ostenta.





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