Una ley de humo para la Araucanía y mano blanda para Pinochet

Por lo general las personas poderosas, influyentes o bien conectadas en Chile casi siempre se ven favorecidas. Basta con recordar varias “noticias” de la semana recién pasada.

Por lo general las personas poderosas, influyentes o bien conectadas en Chile casi siempre se ven favorecidas. Basta con recordar varias “noticias” de la semana recién pasada.

A estas alturas del gobierno de Bachelet, cualquier iniciativa legislativa emanada de La Moneda es más un saludo a la bandera que un intento serio de construir políticas públicas. Y ese fue el caso con el anuncio de la Ley Araucanía que, sobre el papel, busca apaciguar los ánimos en esa región y hacer algo de justicia en una historia de usurpación de tierras que ya lleva varios siglos.

El problema, claro está, es que tanto el diagnóstico como la receta parten de premisas poco claras. ¿Piensa La Moneda que en la Araucanía efectivamente existe un movimiento terrorista como sostiene la derecha y los grandes empresarios con intereses en la región? O, al contrario, ¿las compañías forestales, sus camioneros y algunos dueños blancos de tierra exageran el conflicto para avanzar sus intereses particulares? ¿Existe o no una represión policial desmedida en contra de las comunidades movilizadas? ¿Es Chile uno de los pocos países en el mundo que aplica leyes antiterroristas a pueblos originarios?

La propuesta de Bachelet y su ministro Nicolás Eyzaguirre no se hace cargo de estas preguntas y busca empatar al proponer una mezcla entre incentivos empresariales y una mejor repartición de la tierra. Esto por no mencionar que muchas organizaciones mapuche han asegurado que ellos jamás fueron consultados por el Gobierno respecto a esta ley. Por ello, el pedido de perdón de la Presidenta por las injusticias cometidas en esa región vienen a ser tardías y tal vez no del todo sinceras. Más aún si se considera el nivel de represión policial que su gobierno ha aplicado a varias comunidades mapuche. Basta con recordar que hace pocas semanas las fuerzas especiales de Carabineros incluso lanzaron bombas lacrimógenas a una pequeña escuela rural.

El anuncio de una ley especial para esa región se produjo casi en paralelo con el anuncio del Vaticano de que el Papa Francisco visitará Chile en enero. Y una de sus tres paradas en el país será precisamente en la Araucanía.

“Es la zona de mayor tensión en Chile, y el Papa ha querido manifestarse y estar cerca de todas las personas que constituyen La Araucanía”, afirmó el obispo auxiliar de Santiago, Fernando Ramos. “Quiere conocer más de cerca y dar una palabra de luz, de apoyo y de cercanía con aquellas personas que están en La Araucanía”.

Qué dirá o con quién se reunirá nadie lo sabe aún. Probablemente los papas sean los únicos jefes de Estado que pueden pasearse por un país con agenda propia. Pero no sería de extrañar que se reúna con familiares del matrimonio Luchsinger-Mackay y con algún mapuche en un afán, parecido al del Gobierno, de “empatar víctimas”. ¿Se referirá a las grandes empresas forestales que no sólo se han apropiado de tierras ancestrales, sino que han convertido gran parte del centro-sur del país en un desierto de pino radiata?

Como sea, por lo general los poderosos, influyentes o bien conectados en Chile casi siempre se ven favorecidos. Y la semana pasada ocurrieron varios hechos que reafirman esta desigualdad. Basta con recordar el fallo de la Corte de Apelaciones que ordenó restituir a la familia Pinochet Hiriart todos los bienes embargados al dictador en el marco del caso Riggs. O que el operador de platas políticas de la Nueva Mayoría y la ex Concertación, Giorgio Martelli, pudiera acceder a un juicio abreviado que, probablemente, lo deje sin penas efectivas, tal como sucedió con el coronel de la UDI Jovino Novoa en su momento. O que la compañía eléctrica CGE, investigada por su responsabilidad en los mega-incendios de este verano, haya logrado que el fiscal a cargo de la indagatoria haya sido sancionado por su superior.

Mientras el poder político y económico continúa su inalterable marcha, las pocas noticias positivas que nos trajo la semana provinieron del exterior. En Rusia, la Roja se instaló en la semifinal de la Copa Confederaciones. Y en la India se lanzó al espacio el primer nano-satélite fabricado por científicos chilenos, pertenecientes al Programa Espacial de la Universidad de Chile: el Suchai (Satélite de la Universidad de Chile para la Investigación Aeroespacial, según sus siglas en inglés). Así, los pocos motivos de orgullo que tuvimos en la semana provinieron del fútbol y la ciencia.





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