El proyecto realizado por académicos e investigadores de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile (CFCN) busca establecer el daño generado y partir de ello, proponer pautas para restaurar los bosques afectados por los incendios forestales, así como sugerir labores preventivas. La iniciativa es parte del Fondo de Investigación del Bosque Nativo de la CONAF.
El estudio abarcó nueve áreas de muestreo: dos predios en la Región de Valparaíso, dos en la Región Metropolitana, dos en la Región de O’Higgins y tres en la Región del Maule, todos bosques nativos de la zona costera que fueron dañados por los incendios de fines del año 2016 y comienzos del 2017.
“De estas nueves áreas recolectamos datos para cuantificar la escala de daño y, con ello, proponer las mejores pautas de restauración. Por ejemplo, en algunos casos el bosque se recuperó totalmente sin ninguna necesidad de intervención, pero en otros casos tenemos que proponer algunas pautas de trabajo para recuperar el bosque en sus funciones de producción y de conservación”, sostuvo Miguel Castillo, académico de CFCN e investigador del Laboratorio de Incendios Forestales de la Universidad de Chile.
El estudio se basó en una metodología de campo, en la que diversas cuadrillas de investigadores, conformadas por académicos, investigadores y memorantes, recorrieron las cuatro regiones en búsqueda de predios que cumplieran con elementos representativos del bosque esclerófilo, que hubieran sido afectados por los incendios y que tuvieran un tamaño importante, entre 60 a 80 hectáreas.
“Recorrimos varios predios y una vez detectado alguno se gestionaba la posibilidad de un convenio con los dueños para que nos permitieran realizar el estudio. Fue una etapa difícil, muchas veces nos dijeron que no estaban interesados. Finalmente logramos contar con los nueve predios. El trabajo en terreno nos permitió consignar aspectos relevantes, tales como la pendiente, la exposición, las especies, la presencia de hojarasca, el estado del suelo, la severidad e intensidad del incendio, datos con los que generamos los informes que dieron pie a los diversos estudios”, explicó el profesor Roberto Garfias, quién estuvo a cargo de todos los operativos del proyecto.
Una restauración que considera el impacto del fuego
El trabajo en terreno permitió elaborar una línea base de los daños existentes post-fuego del bosque esclerófilo de estas cuatro regiones. Esta línea base se construyó sobre dos conceptos claves: intensidad y severidad.
La intensidad se refiere al monto de energía calórica que se libera en el proceso de combustión, y que depende esencialmente de la carga de combustible disponible, del poder calorífico del material vegetal y del potencial de propagación del fuego, dependiendo del tipo de vegetación afectada.
La severidad en tanto, corresponde a los daños y efectos ocasionados por el paso de fuego, factibles de medir y ser observados a escala local y de paisaje.
“Los conceptos de intensidad y severidad fueron apoyados numéricamente mediante expresiones propuestas y validadas por el Simulador de Incendios Forestales del Sistema KITRAL, sustentado en la cartografía actualizada de modelos de combustibles forestales que dispone el Laboratorio de Incendios Forestales de la Universidad de Chile”, explicó Guillermo Julio, académico de CFCN e investigador de la iniciativa.
Posteriormente se elaboró una propuesta de las actividades de restauración, generando pautas precisas de recuperación de bosques, la restauración de su medio natural y el seguimiento permanente para controlar la variable de peligro asociada al comportamiento potencial del fuego.
La particularidad de este proyecto es que se incorporó como variable el comportamiento del fuego. Es decir, cómo el fuego afectó el bosque, pudiéndose así cuantificar y cualificar a partir de los componentes de intensidad y severidad del incendio, por lo que las pautas de restauración están ajustadas a escalas precisas de daño.
En relación a las pautas de restauración uno de los profesores claves en esta área, es Antonio Vitta, especialista en silvicultura de la Facultad de CFCN de la Universidad de Chile.
“Hay una recuperación principalmente de la vegetación leñosa, de los árboles nativos de la zona, de las especies esclerófilas como el Espino, el Boldo, el Quillay, el Litre, etc. Estas especies tienen la capacidad de recuperase mediante rebrote de cepa, es como si se cortara el ejemplar y volviera a brotar. En ellas hay una recuperación natural. El rol mío es proponer medidas para esa recuperación, poderla activar mediante silvicultura. Por ejemplo, en el caso de rebrote, no intervenimos en él pero sí en su manejo. También hemos planteado hacer plantaciones en los lugares donde no hay mucha recuperación, o aumentar la densidad mediante plantaciones de enriquecimiento”, detalló Vitta.