China anunció este domingo restricciones de acceso en Shantou, a más de 1.000 km al sur de Wuhan, la primera ciudad situada fuera del epicentro del nuevo coronavirus en tomar este tipo de medidas. Entrará en vigor a medianoche (16H00 GMT).
Las autoridades en Tianjin, una ciudad de 15 millones de habitantes, anunciaron el domingo la suspensión a partir del lunes de los autobuses de largo recorrido, convirtiéndose en la segunda gran ciudad en tomar esta decisión después de Pekín.
También a partir del lunes las agencias de viaje chinas no podrán vender paquetes turísticos para grupos, anunció la cadena de televisión CCTV.
China confía en derrotar al virus. “Mientras tengamos una confianza firme, trabajemos juntos -prevención científica y tratamientos- con políticas precisas, seremos, con seguridad, capaces de ganar la batalla”, dijo Xi, que lo calificó de “situación grave”.
Pero el virus se expande y ya está presente en cuatro continentes. Europa registró sus primeros tres casos el viernes, en tres personas que viven en Francia y que habían estado recientemente en Wuhan, epicentro del nuevo coronavirus, de la familia del SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo), que en 2002-2003 mató a 774 personas en todo el mundo.
Australia confirmó además cuatro casos el sábado.
En Asia hay varios países afectados y en Estados Unidos un segundo caso se confirmó el viernes. Washington anunció que evacuará al personal diplomático y a otros ciudadanos estadounidenses bloqueados en Wuhan.
Sin embargo, el estudio de los primeros casos muestra que la tasa de mortalidad del virus, llamado 2019-nCoV, de la familia de los coronavirus, es bastante débil.
La tasa “es, de momento, de menos del 5%”, indicó el profesor Yazdan Yazdanpanah, experto francés de la OMS.
China entró el sábado en el Año de la Rata, pero las conmemoraciones del Año Nuevo fueron mínimas y poco festivas. En las calles de Wuhan, una metrópolis de 11 millones de habitantes, no hubo petardos ni dragones.
Los habitantes de Wuhan, epicentro de la epidemia del coronavirus en China, describen en los hospitales un caos digno de una “película de horror”, con un personal desbordado, pacientes abandonados y una espera angustiante e interminable.
La ciudad de 11 millones de habitantes está en cuarentena desde el jueves, junto a una gran parte de la provincia de Hubei, de la que es capital, en el centro del país. Y los desplazamientos en el interior del perímetro son cada vez más restringidos.
En el hospital de la Cruz Roja, varios pacientes expresaron su exasperación e impotencia a la AFP. Todos aceptaron testimoniar, pero de forma anónima, por temor a sanciones en un país donde la información está estrechamente controlada.
“Hace dos días que no duermo, y voy de hospital en hospital“, afirma un hombre, de unos 30 años, con fiebre, que quiere ver a un médico. “En el mejor de los casos, me van a atender mañana por la mañana”, dice.
La epidemia ha generado una psicosis en la ciudad. Muchas personas optan por presentarse a urgencias para saber si han contraído o no el nuevo virus.
En la entrada del hospital, hay una larga cola de enfermos, armados de paciencia, que se preparan para una larguísima espera, de pie o sentados en taburetes de plástico. Algunos, mejor equipados, no han dudado en traerse una tumbona.
Ante el gran número de pacientes, los efectivos parecen insuficientes: la crisis sanitaria ha golpeado justo antes de las vacaciones del Año Nuevo chino, cuando millones de trabajadores retornan a sus regiones de origen.