Al 8 de abril, según datos del Ministerio de Salud, hay un total de 5.546 contagiados y 48 fallecidos por el Covid-19. La cifra va en un explosivo aumento, con el peak del brote pronosticado para “fines de abril y principios de mayo”, como expresó el ministro de la cartera, Jaime Mañalich.
La rápida expansión ha preocupado a los expertos de distintos ámbitos. En lo económico, las bolsas de valores han caído rápidamente de manera histórica, con aún más intensidad desde la recesión económica del 2008, eso en comparación con las primeras cuatro semanas.
Chile no ha estado exento de estos coletazos. El país deberá enfrentar esta crisis con la economía más débil en la última década: la demanda de consumo bajó un 4,5% y la pandemia ya ha afectado la demanda del cobre, el vino y el salmón, así como el grueso de las exportaciones del país.
Ante este escenario, los fondos de ahorros de las pensiones, invertidos en instrumentos financieros, han sido afectados. Las Aseguradoras de Fondos Previsionales (AFP) han confirmado la disminución de sus montos, con la pérdida de cerca de US$25 mil millones, 14,8 billones de pesos chilenos, equivalente al 10% del PIB de Chile, según datos de la Fundación Sol.
“Esto va a ser una muy mala noticia para quienes están prontos a jubilar o para quiénes se han jubilado con retiros programados, debido a que la pensión se va calculando periódicamente y en un contexto de bajas tasas de interés, como el que existe actualmente, estas personas van a observar un deterioro importante de sus pensiones”, expresó el sociólogo e investigador de la Fundación Sol, Benjamín Sáez.
Si bien, desde la Superintendencia de Pensiones han sido enfáticos en señalar que esta crisis es “transitoria”, a corto plazo estas caídas han tenido un impacto en los ahorros de los trabajadores.
Para la académica y ex integrante de Comisión Asesora Presidencial sobre el Sistema de Pensiones, la llamada Comisión Bravo, Claudia Sanhueza, la crisis financiera afecta de sobre manera los fondos de los cotizantes, por lo que solo hay dos factores que podrán determinar estos daños.
“Va a depender de cuánto les quede a los afiliados por cotizar, en qué etapa de la vida están, y cuánto demore en recuperar la estabilidad en el sistema financiera. Si no demoran mucho y la rentabilidad se vuelve más alta, se puede recuperar rápidamente lo que se perdió. En cambio, si hay alguien que se está jubilando hoy esa persona tendrá un efecto importante en sus pensiones”, dijo.
Ante la urgencia de lo que ocurre, hay quienes llaman a la cautela, pues la situación puede normalizarse con el correr de los años, pese a que aún no es posible determinar cuándo estos efectos disminuirán. Desgraciadamente, la crisis tendrá un fuerte impacto en la fuerza laboral cercana a la jubilación.
A juicio del académico y también ex integrante de la comisión Bravo, José Luis Ruiz, tardaría entre dos y tres años en recuperarse la economía, tal como fue en la crisis del 2008. Sin embargo, esta crisis ha tenido un impacto aún mayor que aquella.
“Uno esperaría que una vez que se supere esto comience un repunte. En ese sentido, lo que uno espera es que la gente tenga la cautela suficiente de no atemorizarse. Los que están en los fondos más riesgosos, que debiesen ser las personas más jóvenes en todo caso, tienen más tiempo para poder recuperar sus inversiones”, dijo Ruiz.
Para el especialista principal en Seguridad Social de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) del Cono Sur, Guillermo Montt, esta podría ser amortiguada efectivamente por las medidas que las autoridades han tomado.
“Lo más probable es que esta sea una crisis con importantes efectos en el empleo, similar o más fuerte que las anteriores. No obstante, a diferencia de otras crisis, se han tomado resguardos para asegurar la continuidad en el pago de las cotizaciones ante el desempleo, por lo que es de esperar que las secuelas en términos de lagunas previsionales sean menores que en otras crisis”, detalló.
Un sistema en constante entredicho
Pero esta crisis no sólo tiene efectos a corto plazo. El sistema de previsión chileno ha estado constantemente bajo la lupa de expertos de todo el mundo. Hoy, en el contexto de la actual crisis sanitaria, el sistema de capitalización individual se ve nuevamente en jaque.
“La volatilidad de los mercados financieros ha dejado manifiesto que, en un sistema de capitalización individual, el riesgo financiero es traspasado a los afiliados”, comentó Montt. “Esto se podría corregir con medidas como garantías de rentabilidad o el traspaso de utilidades de las AFP a sus afiliados, sobre todo en períodos de baja rentabilidad de los fondos. El camino que sugerimos es ir hacia un sistema mixto con un componente importante de seguro social, que en definitiva permite distribuir los riesgos intra e intergeneracionalmente” agregó.
Asimismo explicó que en todos los países los fondos de pensiones están invertidos para aprovechar su rentabilidad y mejorar las pensiones, solo varían los instrumentos de inversión. En Chile, por diseño, incentivos o regulación, se permite una mayor exposición de los fondos a los mercados financieros, por lo que se ven más afectados por la volatilidad y baja actual.
Las estructuras de distintos sistemas de pensiones alrededor del mundo funcionan con un componente de seguridad social; no sólo depende de las contribuciones que el trabajador realiza durante toda su vida, por lo que las personas estarían de cierta forma protegidas ante problemáticas de esta envergadura.
Para Benjamín Sáez los efectos de la inestabilidad económica no son tan fuertes en el resto del mundo como en Chile por esta misma razón. Según explicó, los sistemas de seguridad social con que cuentan estos países, tienen beneficios definidos para los ciudadanos. “Los fondos de pensiones no se encuentran invertidos en instrumentos financieros dentro y fuera del país como en el caso de los fondos de pensión en Chile”, agregó.
Como lo hace notar el experto, en Chile el sistema no tiene un sistema de seguridad social en cuanto a previsión, salvo el del Pilar Solidario implementado en 2008 que sólo cubre a un sector desprotegido de la población, y en definitiva, no es de carácter universal. Por otro lado, esta desprotección también afecta otros momentos de la actividad laboral de las personas, como las llamadas “lagunas previsionales” causadas por el desempleo.
En distintos países se han tomado medidas para paliar los efectos de la crisis por la pandemia. En Perú, por ejemplo, el Congreso aprobó una medida para entregar a los afiliados de AFP un 25% de los fondos. Además se propuso suspender el pago de cotizaciones durante la pandemia, junto con un anuncio presidencial de “revisar el sistema de AFPs”.
En Chile, AFP Uno, la más reciente administradora que entró al mercado, propuso el traspaso del 5% de los fondos a sus afiliados, algo que la Superintendencia de Pensiones consideró como una mala idea.
“Es más justo que ese dinero que es de los trabajadores, en lugar de tenérselo prestado a los grandes empresarios o de que se pierda en los mercados financieros, se lo devuelvan. Pero eso no resuelve el problema de los pensionados, de tener un sistema de seguridad social de verdad”, comentó el economista y vicepresidente del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (CENDA), Manuel Riesco.
“Los fondos que están en las AFP no son de ellas, son de las personas. Si haces que ellas retiren sus fondos, son ellas las que van a perder, sobre todo si hoy los retiran porque la rentabilidad está baja. Si tú los sacas, no tienes la posibilidad de recuperar lo que ya perdiste. Si mantienes la plata en el fondo y en tres meses más la rentabilidad aumenta significativamente, ya la recuperaste”, agregó Claudia Sanhueza.
En el mismo sentido, Guillermo Montt expresó que “los fondos de pensiones están destinados a financiar pensiones. Retirar fondos hoy significa pensiones más bajas en el futuro; significa menoscabar el derecho que todos los trabajadores y trabajadoras tienen a la seguridad social. Existen otros instrumentos para proteger los ingresos que pueden ser más efectivos: seguros de cesantía, transferencias monetarias y programas públicos de empleo que son las medidas que apuntan a ofrecer seguridad de ingresos ante el desempleo”.
Desde CENDA han propuesto distintas medidas para enfrentar la crisis, como la suspensión de la transferencia de las cotizaciones a las AFP, para que estos dineros se destinen al Tesoro Público y sean administrados por el Gobierno mientras dure la pandemia. La propuesta, en palabras de Riesco, tendría un “impacto fiscal positivo”.
“Con ese dinero recaudado, cerca de 10 mil millones de dólares por año, el Estado puede duplicar las pensiones, pues al hacerlo se ahorra los subsidios que le pasa a las AFP. Si el Estado se hace cargo de todo el esquema de rentas vitalicias, eso genera un superávit fiscal del orden del 4,5% del PIB”, explicó el economista.
Al igual como ocurrió con la crisis de 2008, el sistema de capitalización individual -nacido en nuestro país- ha vuelto a ser objetado de manera transversal. En Chile han aumentado las voces que plantean que los perfeccionamientos al modelo no bastan, por lo que el proyecto del Gobierno debe ser desechado.
En tanto, desde las AFPs no ha habido un pronunciamiento que apunte a paliar la crisis o al menos aminorar los efectos que el mismo sistema ha provocado. Una situación que podría generar un nuevo remezón a la ya cuestionada industria de las administradoras de fondos previsionales.