La abstención triunfa en las urnas desde que se instaló el voto voluntario. Si bien desde la clase política se ha interpretado como una forma de expresar el descontento ciudadano, en 4 años la distancia con la ciudadanía solo se ha profundizado.
por lo que se estima que más personas no votarán.
El exrector de la Universidad de Chile sostiene que reponer la obligatoriedad del voto no soluciona el problema de fondo que es el desinterés de la gente por la política, la que a su juicio está farandulizada.
En la segunda vuelta de las últimas presidenciales solo participó cerca del 40 por ciento de las personas habilitadas para votar. Parlamentarios de la Democracia Cristiana imponen el debate para reponer el voto obligatorio, logrando la respuesta de todas las bancadas.
El 58% de abstención que dejó la segunda vuelta presidencial se convirtió en el escenario perfecto para aquellos que proponen volver al voto obligatorio. Analistas disienten de la idea, argumentando que “no se puede romper el termómetro porque marcó fiebre”.
La abstención sigue ganando terreno. Esta vez votaron un millón menos de personas que en la primera vuelta del 17 de noviembre, alcanzando la cifra de participación más baja desde el retorno a la democracia para unas elecciones presidenciales. Con esto se abrió el cuestionamiento sobre la legitimidad de la elección y se volvió a instalar el debate sobre el voto voluntario.
Como “una salida simplista” que no da respuesta a la falta de participación, calificaron organizaciones sociales y dirigentes políticos la idea de algunos diputados de rediscutir la posibilidad de reponer el voto obligatorio, reemplazado por el voluntario mediante una reforma constitucional en 2012.
Durante los últimos tres años, el profesor emérito de derecho político y constitucional, Jorge Mario Quinzio, ha elaborado el proyecto “Constitución política para la República de Chile en el siglo XXI”, propuesta abierta a la comunidad para su discusión y perfeccionamiento. Para el académico de reconocida trayectoria, Chile nunca ha tenido una Constitución verdaderamente democrática y, de seguir rigiéndonos por la Carta Magna concebida en dictadura, “en nuestra patria continuará aumentando la inseguridad social, la delincuencia, el descontento y la infelicidad del pueblo”.