A mediados de diciembre el juez Mario Carroza determinó la rebaja de las dos condenas contra el ex líder del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, Mauricio Hernández Norambuena, a 15 años y un día en cada caso.
Hernández tiene dos condenas en Chile, uno por la muerte del fundador de la UDI y articulador de la Constitución Política de 1980, Jaime Guzmán Errázuriz, y otra por el secuestro del hijo del dueño de El Mercurio, Cristián Edwards.
Sin embargo, la suma de ambas alcanza los 30 años y dos días, superando así la máxima condena en Brasil, de 30 años, por lo que no se podría concretar la extradición a Santiago.
Así lo comentó a Diario y Radio Universidad de Chile el embajador de nuestro país en Brasil, Jaime Gazmuri, quien indicó que “tiene dos penas en Chile Hernández Norambuena, y se rebajó a 15 años y un día las dos penas. Ahí queda una situación jurídica compleja que vista de afuera es un poquito absurda, pero que hay que resolver. La pena máxima en Brasil son 30 años y aquí la condena son 30 años y dos días. Estamos detenidos en eso. Es un asunto que obviamente que tienen que resolver los poderes judiciales de los dos países”.
Gazmuri recordó que la cancillería chilena está de acuerdo con la extradición y que en el caso de la embajada de Chile en Brasil se están adoptando todas las medidas que ayuden a concretar el envío al país de Hernández Norambuena.
Consultado respecto de alguna petición para modificar las condiciones de encarcelamiento que enfrenta el ex dirigente del FPMR, el representante diplomático comentó que se han reiterado a las autoridades penitenciarias brasileñas.
“Todavía no hay una respuesta positiva de la autoridad penitenciaria brasilera. Eso es un asunto que obviamente resuelve Brasil. Hemos planteado razones humanitarias para que se someta a Hernández Norambuena a un régimen menos severo y esa petición y opinión ha sido dada y corresponde a la autoridad judicial y penitenciaria brasilera resolver el tema”, sostuvo Gazmuri.
Mauricio Hernández enfrenta un régimen diferenciado de presidio, la que implica una serie de restricciones, como el no poder ver ni escuchar ni leer noticias, no recibir libros y con visitas restringidas.
Además, desde marzo de 2015 está en la Cárcel Federal de Porto Velho, en Rondonia, plena selva amazónica donde la fiebre amarilla y la malaria son comunes. En el recinto penal tiene derecho a dos horas de salida al patio de su galería, además de una visita semanal, la que difícilmente se concreta por lo complejo de llegar hasta ese lugar.