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Dudas en la transferencia de CHV

Columna de opinión por Toño Freire
Miércoles 9 de junio 2010 16:47 hrs.


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Seguramente los ajetreos electorales propios de su reelección como rector de la Universidad habían impedido a Víctor Pérez preocuparse de las publicitadas jornadas vividas últimamente por Chilevisión, señal televisiva que les pertenece legalmente desde 1970 cuando se dicta la Ley 17.377. Antes de esa fecha, gracias a un decreto firmado por Carlos Ibáñez del Campo en 1958, al igual que las otras estaciones universitarias, el entonces C-9 fue inaugurado por Raúl Aicardi, hoy en Colorado, USA, el 04 de noviembre de 1960.

Frente al crucial problema si la Universidad había vendido sus derechos de explotación  sólo por 25 años al Grupo Cisneros de Venezuela en 1993, es decir hasta el 2018, y éstos se renovaban automáticamente como señalaban los flamantes compradores, esta semana el rector fue enfático al indicar que la validez del contrato caducaba ese año, que no existía cláusula de continuación automática y que en ese  entonces correspondería una nueva negociación. Precisamente, sospechando tal verdad, Linzor Capital Partners, se retiró de la millonaria adquisición a Sebastián Piñera, poseedor del usufructo, colocando una nota de suspenso en torno al destino de CHV y a las alternativas de venta del actual mandatario.

Paréntesis que da tiempo para recordar que en la presente temporada la estación azul cumple cincuenta años de vida y que ha sido el Canal con mayores dificultades de subsistencia: en 1980 se cambió a la frecuencia Once; en 1993, debido a sus problemas económicos cedió su explotación a los venezolanos; en el 2001, fue traspasado al Grupo Claxon formado por Iberoamerican Partners, Cisneros TV Group y El Sitio. El 2005. Claxon traspasó el 100% a Sebastián Piñera en US$ 23 o 24 millones y hace unos días el actual Presidente estuvo a punto de cerrar negocio con Linzor Capital por 130 millones de dólares.

Durante todas estas operaciones, la U únicamente cedió el usufructo de la señal y siempre conservó el 1 % de participación. Realidad a la que es obligada por Ley de TV 18.838 y 19.131 que impide a extranjeros ser propietarios de canales de TV y entrega señales a perpetuidad a los fundadores del sistema comunicacional. Es la causa por qué la U siempre debe enfrentar los problemas de programación que, a criterio del CNTV, comenten a las producciones realizadas en Inés Mattte Urrejola 0825.

A la espera de lo que pueda acontecer en los próximos días, surgen ciertas inquietudes: siendo la Universidad dueña y representante, ¿no era lógico que fuera informada por las partes involucradas en la operación? Todo indica que correspondía efectuarlo, aunque fuese para cumplir con mínimas reglas protocolares. A su vez, dejando a un lado el ambiente electoral de las aulas universitarias,  por tratarse del futuro de su señal, y de la aspiración de volver a tener una programación  televisiva ¿no debió asignarse a un alto personero de la U la responsabilidad de pedir cartas en el asunto para conocer los más mínimos detalles de la operación?

En lo económico, ¿no correspondía que la U recibiera un porcentaje en la millonaria transacción, en consecuencia que es la propietaria de una señal que había facilitado en poco más de US$ 20 millones? ¿Los negociadores del 1993 no se proyectaron a  futuro?, ¿Tampoco los del 2005? Si en este último año se especuló que la U recibiría dos  millones de dólares como compensación, ¿por qué ahora no se aplicó similar criterio? Al negociarse con Piñera el 2005, igualmente se habló de facilidades para operar una señal TV Cable que a la postre jamás se concretó, ¿a Linzor o los que vengan, no corresponde solicitarles implementen técnicamente un canal en el venidero sistema digital? Si la futura Ley de TV que está en el Congreso anuncia que el sistema estará viable en ocho años más, ¿puede la U permitirse el daño de estar casi una década más sin hacer TV educativa, cultural, científica?

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.